El pueblo uruguayo y el vuelo del manganga
Cuando el profesor Steven Moznart, de la American University, me demostraba que, de acuerdo a los resultados de su investigaci¨®n cient¨ªfica, el mangang¨¢ no pod¨ªa volar, no me imagin¨¦ que el hecho fuera a adquirir luego relieves pol¨ªticos. En efecto, Moznart hab¨ªa logrado demostrar que, por el tama?o de sus alas, el peso de su cuerpo y alg¨²n asunto vinculado a sus antenas, ¨¦l mangang¨¢ (un abej¨®n t¨ªpico de Uruguay), desde el punto de vista cient¨ªfico, no pod¨ªa volar. Recuerdo haberle contestado que el mangang¨¢ no sab¨ªa nada de biolog¨ªa, y que quiz¨¢ fuera como consecuencia de ignorar todos esos c¨¢lculos previos que el mangang¨¢ se imaginara posible el vuelo, efectu¨¢ndolo sin lugar a dudas.El triunfo avasallador del no en el plebiscito uruguayo del 30 de noviembre pasado, adem¨¢s de constituir una expresi¨®n inequ¨ªvoca de la voluntad popular por el retorno a la vida democr¨¢tica, ha tomado de sorpresa a la opini¨®n p¨²blica internacional. Antes de conocerse el resultado o¨ªamos una y otra vez argumentos conducentes a demostrar la inviabilidad de todo planteamiento de movilizaci¨®n en torno al vot¨® por el no en Uruguay, y que consideraban de una manera u otra al plebiscito como un mecanismo de la dictadura que estaba lo suficientemente engrasado como para que les pudiera fallar. Sin embargo, las fuerzas democr¨¢ticas uruguayas entendieron que la bandera del no, necesariamente, conduc¨ªa a un triunfo popular. M¨¢s all¨¢ de cu¨¢l hubiese sido el resultado electoral, las consignas por la libertad que se levantaron en torno al voto por el no fueron un factor de movilizaci¨®n de la militancia y de unidad del pueblo uruguayo. Ello en s¨ª mismo era una derrota para la dictadura, que en todo este proceso no pudo convocar tan siquiera un mitin de apoyo a su proyecto pol¨ªtico.
El triunfo del no no debe ser interpretado como una concesi¨®n democr¨¢tica de la dictadura. Nada de lo que sucedi¨® en torno al plebiscito: las movilizaciones callejeras, la propaganda clandestina, el triunfo electoral y el reconocimiento del mismo fueron concesiones de la dictadura. Por el contrar¨ªo, todo ello fue conquistado por los partidos pol¨ªticos, por los sectores sociales que ellos representan y, sobre todo, por los cuadros juveniles de los partidos que constituyeron la columna vertebral de la organizaci¨®n y la militancia en torno al plebiscito.
Las cifras electorales tambi¨¦n deben de ser puestas en su verdadera perspectiva. Haber obtenido un 60% en contra del r¨¦gimen en condiciones tan desfavorables hubiera sido en s¨ª un triunfo avasallador. Para analizar el 60% obtenido hay que tener en cuenta que los partidos pol¨ªticos no ten¨ªan capacidad de organizaci¨®n legal y que el Estado invirti¨® treinta millones de d¨®lares en la propaganda por el s¨ª, adem¨¢s de todo el clima de intimidaci¨®n creado a partir de los aparatos represivos. Pero sabemos que, de acuerdo a las pruebas documentadas de fraude, la cifra fue a¨²n superior al 60 %. A veces se dice que la denuncia del fraude es un recurso de los malos perdedores. Ahora somos los ganadores los que denunciamos el fraude. El fraude real y concreto en las instancias electorales y el fraude estructural, de un proceso pol¨ªtico que se lleva a cabo en un clima de conculcaci¨®n de las libertades fundamentales. Por otra parte, est¨¢ claro que todos los que votaron por el no lo hicieron en contra de la dictadura, mientras que no todos aquellos que lo hicieron por el s¨ª expresaban su apoyo al r¨¦gimen. La propia propaganda de la dictadura iba dirigida a convencer que con el s¨ª se aprobaba un proceso de cambios graduales que culminar¨ªa devolviendo al pa¨ªs la vida institucional y democr¨¢tica.
Nuevos avances
El resultado del plebiscito es un triunfo popular en s¨ª mismo, pero puede ser adem¨¢s el punto de partida para nuevos avances en la lucha democr¨¢tica del pueblo uruguayo. Si bien es cierto que en el plano represivo la dictadura ha vuelto a embestir: nuevos muertos bajo tortura, m¨¢s presos, m¨¢s limitaciones a las libertades democr¨¢ticas; en el plano pol¨ªtico, sin embargo, la dictadura se ha visto forzada a un repliegue. El plebiscito ha demostrado su incapacidad de instrumentar un proyecto pol¨ªtico que goce del m¨ªnimo consenso social y pol¨ªtico que te den viabilidad. Esto fue corroborado por el silencio que ha guardado la dictadura al respecto, incapacitada para responder pol¨ªticamente a la situaci¨®n. Mientras tanto, las fuerzas democr¨¢ticas uruguayas formulan propuestas concretas en torno a la redemocratizaci¨®n, profundizan sus planteos y se constituyen en una alternativa real y concreta.
La Convergencia Democr¨¢tica, en su esfuerzo por interpretar cabalmente el sentir de las grandes mayor¨ªas nacionales, ha elaborado sus propuestas como contribuci¨®n a este proceso. En ellas refleja aquellos planteamientos comunes a los pronunciamientos de los partidos que se han producido dentro del pa¨ªs, procurando darles un lenguaje que, pudiendo ser aceptado por todos ellos, adquiera una formulaci¨®n pol¨ªtica com¨²n. A trav¨¦s de sus cinco propuestas, la Convergencia plantea el restablecimiento de un clima democr¨¢tico que permita la participaci¨®n del pueblo en la b¨²squeda de salidas pol¨ªticas, y no hay salida pol¨ªtica que no comience con el cese de Aparicio M¨¦ndez en la presidencia, restableciendo el pleno funcionamiento de todos los partidos pol¨ªticos, restableciendo el derecho de reuni¨®n y la libertad de los presos pol¨ªticos. Como culminaci¨®n de este proceso debe convocarse a una Asamblea General Constituyente.
Sabemos que el camino que tenemos por delante es dif¨ªcil y est¨¢ lleno de escollos. No queremos pecar de exitismos irreales, pero nuestra fe en el triunfo final de la democracia se basa en una profunda confianza en nuestro pueblo. Al llamar a votar por no varios meses antes del plebiscito, los partidos democr¨¢ticos de Uruguay estaban expresando su confianza en el pueblo, confianza que demostr¨® ser merecedor. Sab¨ªamos que la maquinaria montada por la dictadura pod¨ªa ser revertida y arrojada en su propio rostro. Al lanzarnos a la lucha en torno a nuestras demandas por el restablecimiento democr¨¢tico, estamos apostando una vez m¨¢s por el pueblo.
El plebiscito demuestra lo que las fuerzas democr¨¢ticas pueden lograr por la v¨ªa pac¨ªfica, a trav¨¦s de las movilizaciones populares y la organizaci¨®n. Si a partir del plebiscito podemos avanzar en la lucha por la democracia en Uruguay, habremos preservado para Am¨¦rica Latina y para el mundo un modelo. de cambio pac¨ªfico, democr¨¢tico y pluralista. Esto constituye un desaf¨ªo hist¨®rico para las fuerzas democr¨¢ticas uruguayas y tambi¨¦n para la opini¨®n democr¨¢tica internacional.
La congelaci¨®n del proceso democr¨¢tico uruguayo -por el contrario- ser¨ªa un gran argumento para los impacientes que nos acusan de irrealistas y ut¨®picos. Lo que suceda en Uruguay ser¨¢ en definitiva un ejemplo para toda Am¨¦rica Latina. Nosotros sabemos que las dificultades podr¨¢n ser sobrellevadas y que, as¨ª como triunf¨® el no, triunfar¨¢ la democracia.
El mangang¨¢ destruy¨® todas las teor¨ªas del profesor norteamericano. Crey¨® que pod¨ªa volar y vol¨®. El pueblo uruguayo crey¨® que pod¨ªa ganar el refer¨¦ndum y lo gan¨®. Ahora creemos que es posible conquistar la democracia. Por eso vamos a poder.
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