La cr¨ªtica de la cr¨ªtica
Siente el presente autor un considerable respeto por la cr¨ªtica. El mismo, en pasados momentos de personal euforia, lleg¨® a pensar que acaso podr¨ªa acercarse al ejercicio de la cr¨ªtica. Haber andado en ese empe?o alg¨²n camino, aunque no todo el necesario, le ha ense?ado al menos a estimar en su medida justa lo que un cr¨ªtico bien temperado es o deber¨ªa ser. En funci¨®n de sus propios l¨ªmites y de la consideraci¨®n que la cr¨ªtica le merece, el autor tiene el convencimiento de que en materia de cr¨ªtica ha de seguir siendo, hasta el fin de sus d¨ªas, un modesto aprendiz.Le ha sucedido a uno de los libros del presente autor haber sido recientemente distinguido con el Premio de la Cr¨ªtica. ?Qu¨¦ otra actitud que no sea cr¨ªtica cabr¨ªa adoptar ante un Premio de la Cr¨ªtica? El autor, bruscamente interrogado sobre el particular, emiti¨® algunas declaraciones que, al ser reproducidas sin con texto, han podido parecer, cuan do menos, excesivamente abruptas. Por supuesto, tampoco cabe ante esas declaraciones m¨¢s que una actitud cr¨ªtica. S¨ª; esas declaraciones han aparecido en forma abrupta. Tienen, pues, un defecto de forma que s¨®lo se puede remediar restituy¨¦ndoles contextualidad.
Al escribir sobre el tema en este mismo diario, donde las referidas declaraciones se publicaron, parecer¨ªa como si el autor quisiese ejercer un derecho de r¨¦plica contra s¨ª mismo. Y as¨ª es. Da, en efecto, r¨¦plica a la forma para sustanciar mejor el contenido
En definitiva, el autor se de clar¨® indiferente a la significaci¨®n del premio. Nada podr¨ªa restar hoy a la sustancia de tal declaraci¨®n. Tres lecciones de tinieblas fue premiado por una nutrida corporaci¨®n de titulares de la cr¨ªtica en diarios y revistas. Pues bien, el libro, publicado a finales de 1980, no hab¨ªa sido objeto de ninguna forma de cr¨ªtica por parte de dichos titulares antes
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de la concesi¨®n del premio (ni lo ha sido despu¨¦s, que se sepa). El hecho no deja de ser sorprendente. La cr¨ªtica titulada se pronuncia por ejercicio de voto, y no por el ejercicio de cr¨ªtica. Me parece una interpretaci¨®n corrompida o err¨®nea (otra m¨¢s) de la democracia.
Al cr¨ªtico, se dir¨ªa, incumbe m¨¢s la cr¨ªtica que el sufragio. Los titulares, que no han hecho cr¨ªtica, reflejan con su voto un estado de opini¨®n cr¨ªtica no creado por ellos, a quienes -por su titularidad misma- incumbir¨ªa crearlo. El Premio de la Cr¨ªtica se obtiene, parece, por titular interpuesto. Tiene el presente autor una gran capacidad de reconocimiento y sabe muy bien qui¨¦nes son los no titulares cr¨ªticos que han hecho o hacen posible una lectura de Tres lecciones de tinieblas. Pero, entonces, ?por qu¨¦ no prescindir de intermediarios? ?Por qu¨¦ tambi¨¦n seguir en este caso manteniendo la vac¨ªa torre de artificio y valores excesivamente convenidos de un medio cultural que es f¨¢brica de aire?
Sabe el presente autor que hay en el nutrido cuerpo de los titulares honrosas excepciones. As¨ª lo declar¨®. Y as¨ª lo repite ahora. Con la diferencia de que ahora exhorta cordialmente al Prado en pleno a optar en el porvenir, y tan s¨®lo en lo que a la cr¨ªtica se refiere, por el estado de excepci¨®n. ?Por qu¨¦ no reconocer la situaci¨®n de hecho haciendo gala no de autocr¨ªtica, que es acci¨®n sospechosa y poco recatada, sino de simple cr¨ªtica? La situaci¨®n de hecho es simple y llanamente esta: no hay indicio de que Tres lecciones de tinieblas haya sido le¨ªdo (hablo de la lectura en su plenario sentido) por la cr¨ªtica De haberlo sido, la cr¨ªtica habr¨ªa tenido a tiempo la manifestaci¨®n que naturalmente le corresponde: una manifestaci¨®n cr¨ªtica, no una manifestaci¨®n parlamentaria.
La titularidad no ha votado un libro que conozca, sino un libro hacia el que apunta un estado de opini¨®n, lo que acaso pudiera se -y bien claro est¨¢ que no desear¨ªa eso el que esto escribe- una simple deriva de la moda Pero esa no es una posici¨®n cr¨ªtica. De ah¨ª que el autor haya negado el valor del premio en el orden de las significaciones cr¨ªticas. Contra las ef¨ªmeras fijaciones formales o tem¨¢ticas de la moda ha estado siempre el autor, y no iba a cambiar de aviso porque ahora pudieran favorecerlo, en el supuesto de que con tales fijaciones se haga un favor a nadie.
La cr¨ªtica no florece entre nosotros. Las descripciones que en la Prensa misma se han hecho de Tres lecciones de tinieblas son, en lo poco de ellas que el autor ha visto, oprobiosas y descabaladas, por mucho que se aluda, un poco sin ton ni son, a la c¨¢bala. La falta de calidad, la mala escritura y la negligencia de la cr¨ªtica son acaso el m¨¢s preciso s¨ªntoma de un medio cultural que da la impresi¨®n de estar entre enfermo y traspuesto. Un medio cultural al que, sin duda, ser¨ªan aplicables estas palabras escritas, hace precisamente cien a?os, por un cr¨ªtico de cuya mano s¨ª hubiera querido el autor recibir un premio: En nuestra literatura va reinando el silencio de las tumbas. Quiz¨¢ por eso, una antolog¨ªa po¨¦tica que alcanz¨® hace algunos a?os cierta difusi¨®n llevaba como t¨ªtulo Los nov¨ªsimos, justa o macabra alusi¨®n cr¨ªtica a las postrimer¨ªas. He ah¨ª, pues, una escueta reflexi¨®n que el presente autor somete a la consideraci¨®n de la titularidad y el estamento.
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