Sencillez y elegancia
Un Calder¨®n claro, risue?o, burl¨®n. El gal¨¢n fantasma es una de esas obras espa?olas de enredo en las que est¨¢ el origen de lo que se llam¨® despu¨¦s vodevil: muertos que no lo est¨¢n, fantasmas que no lo son, confusi¨®n de damas, galanes embozados, entradas y salidas apresuradas, celosos rid¨ªculos, amantes siempre insatisfechos. Y algunas apariciones del otro Calder¨®n -del que estaba debajo de la corteza de su solemne figura p¨²blica- capaz de re¨ªrse de s¨ª mismo: de su versificaci¨®n, de su uso del gracioso, de las farsas a la espa?ola; incluso de lo que esta obra supone de segunda escritura de La dama duende.
Licencias
El gal¨¢n fantasma, de Calder¨®n de la Barca, versi¨®n de Jos¨¦ Luis Alonso
Int¨¦rpretes: Mar¨ªa Jos¨¦ Goyanes, Ana Mar¨ªa Ventura, Pedro Mar¨ªa S¨¢nchez, Fernando Garc¨ªa Valverde, Jos¨¦ Mar¨ªa Guill¨¦n, Francisco Hern¨¢ndez, Mar¨ªa Garral¨®n, Jos¨¦ Mar¨ªa Pou, Pedro del R¨ªo, Francisco Olmo y Carmen Gran. Escenograf¨ªa de Javier Navarro. Figurines de Elisa Ruiz. Direcci¨®n de Jos¨¦ Luis Alonso Estreno, teatro Espa?ol 29-4-1981.
Estas licencias que da Calder¨®n las toma Jos¨¦ Luis Alonso para modelar la primera representaci¨®n que se da en Madrid de esta obra despu¨¦s de los 346 a?os de su estreno. Aparte de la sutura de versos de otras obras y de alg¨²n corte de esta misma, y de una moderada actualizaci¨®n de vocabulario, introduce unos recursos de comicidad: la conversi¨®n del personaje que representa el poder en un rid¨ªculo patol¨®gico, la aparici¨®n de un mono -un mimo excelente, cuyo nombre no se distingue en el programa-, la acentuaci¨®n del miedo, alguna escena muda las caracter¨ªsticas grotescas de la escolta del poderoso... Todo aceptable, todo positivo.Pero no es ah¨ª donde est¨¢ el talento de la direcci¨®n de escena de Jos¨¦ Luis Alonso. Est¨¢ en la clarificaci¨®n del verso, dicho de una manera cotidiana, pero no por ello convertido en prosa, sino con su musicalidad propia; est¨¢ en la conversi¨®n de un grupo de actores en una compa?¨ªa empastada, con un mismo tono de interpretaci¨®n que no va en detrimento de sus personalidades ni de sus papeles; est¨¢ en la composici¨®n de grupos y en la soltura de los movimientos; en una explicaci¨®n general del texto.
El fallo est¨¢ en la escenograf¨ªa. Hubo una idea y, por los inevitables fallos de ¨²ltima hora -unas diapositivas que resultaron imposibles-, la idea se qued¨® a medias, convertida en una arquitectura de paneles blancos, mal iluminados. Ofrece la impensada ventaja de que sobre ellos resalta m¨¢s la belleza del vestuario -figurines de Elisa Ruiz-, cuyo colorido rico hace las veces del decorado que falta. La impresi¨®n general es la de elegancia, finura y est¨¦tica. Todo sin genialidades. Habr¨ªa que decir que afortunadamente, porque muchas veces las genialidades de direcci¨®n y escenograf¨ªa matan el esp¨ªritu de la obra.
Int¨¦rpretes
La interpretaci¨®n fue excelente en Mar¨ªa Jos¨¦ Goyanes, capaz de los muy diversos matices -amor, angustia, miedo, ira- superpuestos al fondo de humor de toda la obra: un ejercicio dif¨ªcil. La dicci¨®n es bella, la voz es c¨¢lida. Jos¨¦ Mar¨ªa Pou compuso con alguna exageraci¨®n el papel del hist¨¦rico duque, pero sin perder nunca la calidad de muy buen actor que tiene. Pedro del R¨ªo hizo una creaci¨®n de un personaje fr¨ªvolo; coloc¨® con acierto cada una de sus frases; como Fernando Garc¨ªa Valverde, en el criado gracioso y enredador. Est¨¢n muy bien Ana Mar¨ªa Ventura y Mar¨ªa Garral¨®n. Pedro Mar¨ªa S¨¢nchez hace el papel del gal¨¢n fantasma con soltura y claridad, pero sin demasiado relieve. Y est¨¢n dignos del conjunto Jos¨¦ Mar¨ªa Guill¨¦n, Francisco Hern¨¢ndez, Francisco Olmo y Carmen Gran.El p¨²blico del estreno aplaudi¨® algunas escenas, ovacion¨® a los int¨¦rpretes -especialmente a Pou, Mar¨ªa Jos¨¦ Goyanes y Pedro del R¨ªo- y, sobre todo, a Jos¨¦ Luis Alonso, como agradecimiento a que entre tanto Calder¨®n y tanto otro cl¨¢sico desatinados ofreciera esta versi¨®n fresca y simple, tan dif¨ªcil de conseguir.
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