Posibilidades de una comunidad m¨¦dica latinoamericana
Uno de los temas a discusi¨®n en los centros hospitalarios es el de los m¨¦dicos residentes, cuyas plazas resultan con frecuencia inferiores en n¨²mero a la capacidad docente de los hospitales autorizados a crearlas. Se plantea la cuesti¨®n de c¨®mo cubrir ese excedente de capacidad de docencia, cuyo desperdicio ser¨ªa improcedente.Se suele arg¨¹ir, con evidente propensi¨®n demag¨®gica, que los centros hospitalarios encubren bajo la figura del m¨¦dico residente la disponibilidad de una mano de obra a un tiempo cualificada y barata. Se ha extendido, en efecto, la presunci¨®n de que un m¨¦dico residente de tercer a?o realiza el mismo trabajo que un m¨¦dico adjunto y, sin embargo, percibe la mitad de los emolumentos atribuidos a ¨¦ste. Parece innecesario esclarecer la falsedad de tal planteamiento. El m¨¦dico adjunto ha concluido su per¨ªodo de formaci¨®n posgraduada, est¨¢ plenamente acreditado para asumir la responsabilidad de ejercicio y se dedica de manera exclusiva a la labor asistencial. Por el, contrario, el residente, aunque sea su ¨²ltimo a?o, sigue en periodo de formaci¨®n y, en consecuencia, est¨¢ sometido a una serie de limitaciones de ejercicio y, consiguientemente, de responsabilidad. Tales limitaciones, sin embargo, no est¨¢n re?idas con el perfeccionamiento de un sistema acorde de participaci¨®n de estos m¨¦dicos residentes, en el ¨¢mbito de sus espec¨ªficas atribuciones dentro del colectivo m¨¦dico hospitalario.
La necesidad de cubrir de alguna manera las posibles vacantes derivadas de una previsi¨®n objetiva de necesidades de ulterior ocupaci¨®n profesional no proviene del inter¨¦s del centro hospitalario por disponer de unas profesionales a bajo precio. Se trata, muy al contrario, de derivar una m¨¢xima rentabilidad de la estructura docente de cada hospital. Podr¨¢ arg¨¹irse por algunos que la integraci¨®n de Espa?a en la Comunidad Econ¨®mica Europea abrir¨¢ nuevas espectativas de ocupaci¨®n. Ser¨ªa entrar en una cuesti¨®n demasiado compleja. Dicha posibilidad exige, sin duda, tomar en consideraci¨®n desde ahora mismo los criterios t¨¦cnicos y legales dominantes en las naciones de la CEE y la movilidad que, de hecho, se ha producido en el sector m¨¦dico entre los Estados miembros de la Comunidad. Un saludable realismo aconseja que, sin perder de vista la consecuci¨®n de criterios formativos id¨®neos, se aplace cualquier previsi¨®n de esta ¨ªndole a que se produzca de hecho la integraci¨®n y queden claros los mecanismos y los plazos que afectar¨¢n a cada sector. El acceso de Espa?a a la CEE no pasa de constituir, por el momento, una mera hip¨®tesis. Y si en el aspecto econ¨®mico es todav¨ªa problem¨¢tica, en el espacio de las profesiones liberales las previsiones son todav¨ªa m¨¢s evanescentes.
La soluci¨®n m¨¢s l¨®gica al problema consistir¨ªa en cubrir esas vacantes con m¨¦dicos pertenecientes a la comunidad cultural hisp¨¢nica. Es cierto que los convenios de doble nacionalidad facultan para el ejercicio profesional en los Estados que los suscriben y que, por tanto, un cierto n¨²mero de estos m¨¦dicos residentes podr¨ªan optar al t¨¦rmino de sus estudios a las plazas en la red hospitalaria espa?ola. Pero tampoco puede desconocerse que dicho r¨¦gimen de reciprocidad abre a los m¨¦dicos espa?oles las puertas de nuevos espacios de ejercicio, algunos de los cuales podr¨ªan resultarles incluso m¨¢s ventajosos, al menos en tanto persistan los efectos de nuestra actual crisis econ¨®mica.
La experiencia acumulada por las sucesivas misiones cient¨ªficas de la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz a todas las naciones de nuestra comunidad cultural ha resultado muy positiva. Despu¨¦s de varios a?os de trabajo intensivo disponemos de un material inestimable para avanzar decididamente hacia la creaci¨®n de un sistema peculiar de medicina iberoamericana, de cuya validez est¨¢n persuadidos numerosos y eminentes, m¨¦dicos de aquellas naciones. Quienes hemos participado en estos fruct¨ªferos intercambios a nivel cient¨ªfico, consideramos imprescindible poner en marcha cuanto antes el ambicioso proyecto definido en 1978 por la entonces Subsecretar¨ªa de Sanidad y el Instituto de Cooperaci¨®n Iberoamericana. Se trata de un gran reto que tiene planteado Espa?a en el ¨¢mbito de su propia e irrenunciable ¨¢rea cultural.
El establecimiento de una comunidad m¨¦dica iberoamericana, a partir de la definici¨®n de criterios de aplicaci¨®n general, supondr¨ªa una oferta fant¨¢stica para la cobertura de las necesidades sanitarias de una poblaci¨®n que est¨¢ a punto de superar, en su conjunto, los cuatrocientos millones de habitantes y que apenas entrado el siglo XXI puede situarse en los seiscientos millones.
Esto es lo que se va a plantear en las Jornadas de Trabajo de mayo en Buenos Aires, dentro de la reuni¨®n Iberoamericana sobre ?Los profesionales m¨¦dicos y la Seguridad Social?.
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