La sociedad francesa apost¨® por un cambio esperanzador en pol¨ªtica y econom¨ªa
El fracaso de la mayor¨ªa liberal y conservadora francesa, antes y despu¨¦s de todas, las reflexiones que se emiten en este pa¨ªs, es el fracaso personal del presidente Val¨¦ry Giscard d'Estaing. El ¨¦xito de la oposici¨®n, paralelamente, representa el triunfo personal de un hombre: Fran?ois Mitterrand. El primero ha sido apuntillado por ?algo? imperdonable en un hombre investido por un talento de superdotado y por las ideas de libre iniciativa liberal: el fracaso econ¨®mico.
Mitterrand ha conquistado la cabeza del Estado porque los franceses, hartos de ver las mismas caras desde hace veintitr¨¦s a?os y madurados por una historia democr¨¢tica, han querido jugar al cambio y al riesgo que supone para ellos apostar por una gesti¨®n econ¨®mica no definida por textos; program¨¢ticos, pero esperanzadora.Estos presupuestos est¨¢n previstos. Con Mitterrand o con Giscard, la V Rep¨²blica Francesa deb¨ªa iniciar un nuevo rumbo. Con el triunfo de Mitterrand, el primer presidente socialista de la Rep¨²blica, el cambio es amplio y profundo: cambio de hombres y de pol¨ªtica econ¨®mica, otra sensibilidad de las libertades y otra noci¨®n de Estado, que deja de ser providencial (la gaullista) o arrogante (la giscardiana) para convertirse en enunciado de participaci¨®n.
Giscard ya lo presinti¨® la semana pasada, en su mano a mano televisado con Mitterrand: ?Yo s¨¦ que usted tiene en sus manos una baza importante, que es el gusto de los franceses por el cambio?. Ni m¨¢s ni menos, Giscard lo ten¨ªa previsto; Mitterrand jug¨® a ello, y una mayor¨ªa de los franceses lo han aceptado.
En ¨²ltima instancia, el septenio empezar¨¢ para Mitterrand el d¨ªa que haya normalizado el inicio de ese ?cambio? que ha sorprendido, entusiasmado o atemorizado al planeta entero: hacerse cargo de la presidencia en los, pr¨®ximos d¨ªas, desencadenar su pol¨ªtica de di¨¢logo con todas las fuerzas sociales para calmar a su heterog¨¦neo electorado, no dar ni un solo paso en falso hasta la llegada de las elecciones legislativas, que se celebrar¨¢n el pr¨®ximo mes de junio, ganar estos comicios para conseguir una mayor¨ªa en la Asamblea Nacional que le permita gobernar y, consecuentemente, aplicar una pol¨ªtica. En suma, se acab¨® en Francia, por ahora al menos, la. seguridad resignada del continuismo. Ha empezado la aventura creadora y sus complicaciones.
Esta elecci¨®n presidencial ha trastocado, m¨¢s o menos profundamente, el juego pol¨ªtico interior galo. A una Francia dividida en dos bloques, de derechas e izquierdas, le ha sucedido otra Francia dividida en los mismos bloques, pero de naturaleza sensiblemente diferente. El proyecto giscardiano, consistente en recortar el comunismo y el gaullismo para favorecer una alternancia entre libertades y social-dem¨®cratas ha fracasado. Y la Francia de Mitterrand, fundada en la uni¨®n de la izquierda (socialistas m¨¢s comunistas) tampoco ha triunfado. El presidente Mitterrand es la suma de los socialistas, comunistas, ecologistas y cerca de un 20% de gaullistas que durante quince d¨ªas fueron sus compa?eros de viaje. Es decir, la alternancia, por primera vez en la V Rep¨²blica, se ha producido contra el proyecto giscardiano y a pesar de la uni¨®n original mitterranista. M¨¢s simplemente: la alternancia no es el resultado de un proyecto de la cabeza, sino de una circunstancia creada por la evoluci¨®n sociopol¨ªtica de la sociedad francesa, y Miterrand estaba al acecho en el momento oportuno.
En t¨¦rminos pr¨¢cticos, Mitterrand y sus colaboradores, prudentes y experimentados, tienen raz¨®n cuando adelantan ?la gran tarea que nos espera?. En su campo de la izquierda, Mitterrand, gracias a los ?olvidos? que proporciona una victoria hist¨®rica, goza, de momento, de una cierta beligerancia de los comunistas, que s¨®lo esperan las legislativas para reconquistar el 5% del electorado que perdieron hace quince d¨ªas y que, de conseguirlo, les ayudar¨ªa a exigir, como lo desean, los ministros comunistas que espantan a la mayor¨ªa de los franceses. S¨®lo una predominancia socialista le permitir¨ªa al nuevo presidente concretar la pol¨ªtica difusa que, conscientemente, ha prometido durante la campa?a para ?reunir a todos los franceses? y que, contrariamente a las aspiraciones comunistas, se asemeja a las opciones socialdem¨®cratas vigentes en el mundo occidental.
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