La victoria de Fran?ois Miterrand en Francia, un cambio hist¨®rico en la pol¨ªtica de Europa occidental
Veintitr¨¦s a?os de Gobierno conservador concluyeron el domingo en Francia cuando el dirigente socialista Fran?ois Mitterrand se proclam¨® vencedor de las elecciones presidenciales frente a su oponente, el jefe de Estado saliente, Val¨¦ry Giscard d'Estaing. La victoria de Mitterrand, quien obtuvo el 51,75% de los votos emitidos, frente al 49,24% del presidente saliente (1.076.811 votos m¨¢s), sorprendi¨® en las canciller¨ªas de los pa¨ªses miembros de la OTAN, y muy concretamente en Washington, al tiempo que provoc¨® un verdadero despliegue de entusiasmo en las calles de Par¨ªs. La presidencia socialista de Mitterrand supone un cambio hist¨®rico en la pol¨ªtica de Europa occidental y abre una serie de interrogantes respecto a las futuras relaciones del continente con Estados Unidos. La atenci¨®n se centra ahora en las legislativas de junio, una vez disuelta la Asamblea, en las que es poco probable que el presidente obtenga mayor¨ªa.
La izquierda acab¨® el domingo en Francia con el monopolio pol¨ªtico que la derecha ejerc¨ªa desde hace veintitr¨¦s a?os, tras la creaci¨®n por el general Charles de Gaulle, en 1958, de la V Rep¨²blica. Con 1.100.000 votos de diferencia, el socialista Fran?ois Mitterrand, 64 a?os, ha conseguido la Presidencia, desalojando del palacio del El¨ªseo a Val¨¦ry Giscard d'Estaing, un centrista liberal de 55 a?os que no logr¨® reunir tras de s¨ª en la segunda vuelta de las elecciones a todas las fuerzas conservadoras del pa¨ªs.El deseo de cambio de hombres y de pol¨ªtica, la crisis econ¨®mica que la derecha ha sido incapaz de paliar desde el poder y la ausencia del reflejo del miedo a una eventual alianza gubernamental socialistas-comunistas, son los tres factores que explican la elecci¨®n de Fran?ois Mitterrand como 21? presidente de Francia.
Tras la resaca producida por el triunfo, el pa¨ªs se despert¨® ayer con la conciencia del alcance de su decisi¨®n democr¨¢tica, que obligar¨¢ a Mitterrand a disolver el Parlamento -donde la izquierda est¨¢ en minor¨ªa- y convocar nuevas elecciones legislativas en la segunda quincena del mes de junio. Pocos minutos despu¨¦s de las ocho de la tarde del domingo, cuando m¨¢s de media Francia brindaba por el triunfo de la izquierda, Michel Rocard -un hombre destinado a ocupar puestos clave en el futuro- advert¨ªa a los franceses, con los ojos nublados por la emoci¨®n: ?Ma?ana comenzaremos a reconciliar el sue?o con la realidad?. El nuevo presidente ya ha advertido por su parte, que los pr¨®ximos dieciocho meses ser¨¢n muy dif¨ªciles.
A las ocho en punto de la tarde del domingo, gracias a la electr¨®nica y a las modernas t¨¦cnicas de sondeo, la televisi¨®n pod¨ªa anunciar que Mitterrand, con un 52% de los votos, era el nuevo presidente, al derrotar a Giscard d'Estaing, que s¨®lo consegu¨ªa un 48%. Veinte minutos antes llov¨ªa a c¨¢ntaros en la peque?a localidad de Ch?teau-Chinon, en el centro de Francia, feudo de Mitterrand, donde ¨¦ste hab¨ªa votado horas antes. El todav¨ªa candidato socialista acababa, de ver en su habitaci¨®n el partido de rugby Beziers-Lurdes, cuando uno de sus ayudantes le comunic¨® que todos los sondeos -a¨²n no hechos p¨²blicos- le daban ganador. Todav¨ªa esper¨® diez minutos -su historia personal le hace ser prudente, es la tercera vez que intenta llegar a la Presidencia-. Pero la tendencia se mantiene, y a las 19.50 horas afirm¨® solemne: ?Hemos ganado?. A su alrededor estallaron los aplausos.
La Bolsa registr¨® ayer una reacci¨®n cl¨¢sica tras la victoria de la izquierda: fuerte presi¨®n vendedor a de los valores franceses, cuya cotizaci¨®n fue suspendida en bastantes casos, y descenso del franco (en no menos del 2%), aunque a primera hora de la tarde el Banco de Francia no hab¨ªa intervenido para mantener su cotizaci¨®n.
La izquierda acoge con prudencia el triunfo electoral
Los franceses no ocultan la importancia internacional de la elecci¨®n de Mitterrand. En una primera impresi¨®n se estima que mantendr¨¢ las posiciones nacionalistas y de independencia de la pol¨ªtica exterior francesa. Mitterrand ha prometido un atlantismo exigente, aunque en su primera ¨¦poca pol¨ªtica fuera bastante m¨¢s atlantista que De Gaulle. Es muy posible que ante la Uni¨®n Sovi¨¦tica haya que tener en cuenta que siempre estar¨¢ bajo la acusaci¨®n de tener a los comunistas en el poder, puede adoptar una posici¨®n de di¨¢logo, pero desde una mayor firmeza que la empleada por Giscard.
El nuevo presidente mantendr¨¢n sin duda una buena relaci¨®n con Alemania Occidental; junto con Schmidt forma parte de la Internacional Socialista, pero puede encabezar una pol¨ªtica de mayor exigencia en el tema de las concesiones financieras hechas por la CEE al Reino Unido. La Europa de Sur: Italia, Grecia, Portugal, y, por supuesto, Espa?a, pueden esperar unas relaciones m¨¢s abiertas y quiz¨¢ m¨¢s positivas que, bajo el septenio Giscard.
La pol¨ªtica africana de Mitterrand ser¨¢ posiblemente diferente de la de Giscard, y en el continente negro ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil la cooperaci¨®n con los pa¨ªses con reg¨ªmenes socialistas, aunque se mantendr¨¢ lo esencial: los intereses del Estado franc¨¦s.
A trav¨¦s de la Internacional Socialista, a la que pertenece Mitterrand, cabe esperar una mayor facilidad de entendimiento de la pol¨ªtica exterior francesa con los reg¨ªmen¨¦s nacionalistas y de izquierda de Latinoam¨¦rica.
Mitterrand podr¨ªa defender posiciones distintas a las de Giscard en Oriente Pr¨®ximo, regi¨®n en la que Israel ha acogido con satisfacci¨®n la elecci¨®n del dirigente socialista. El nuevo jefe del Estado est¨¢ considerado como un proisrael¨ª, aunque esto no signifique que sea anti¨¢rabe. La pol¨ªtica de Giscard sufrir¨¢ correcciones en este punto, favorables a una menor intervenci¨®n europea en el arreglo de la crisis y a un mayor apoyo franc¨¦s a la soluci¨®n por medio del acuerdo tripartito. Egipto-Israel-Estados Unidos de Camp David. Esto, parad¨®jicamente, es un punto positivo de contacto entre Mitterrand y la Administraci¨®n Reagan.
Giscard, incr¨¦dulo
En Chanonat, otra aldea, en la Auvergnia, el decorado es completamente diferente. El presidente, que ha votado sonriente y distendido por la ma?ana, no acaba de creerse los primeros resultados. Encerrado en la mansi¨®n de sus padres, escucha que en su pueblo s¨®lo ha obtenido una ventaja de setenta votos frente a Mitterrand, frente a 108 que logr¨® en 1974, las anteriores presidenciales. Ha perdido tambi¨¦n doce votos de la mayor¨ªa, que gana Mitterrand, que obtiene asimismo el pleno de los sufragios socialistas y comunistas, m¨¢s los ecologistas, que en la primera vuelta del 26 de abril lograron casi un 4%.
Giscard sabe que ya no es presidente, una realidad que no ha querido aceptar hasta ¨²ltima hora. S¨®lo el viernes por la noche, cuando regresaba en avi¨®n de Burdeos, concluido su ¨²ltimo viaje electoral, el presidente confiaba a los periodistas: ?Si pierdo el domingo ser¨¢ porque las clases medias tienen una percepci¨®n de la crisis econ¨®mica que har¨¢ imposible mi reelecci¨®n?.
Las primeras banderas, francesas en su mayor¨ªa, pocas rojas, est¨¢n en las calles de Par¨ªs, donde la direcci¨®n socialista ha convocado a sus seguidores en la hist¨®rica plaza de la Bastilla. Tras la victoria, empiezan a caer las declaraciones entrecortadas a¨²n de los vencedores.
La izquierda muestra emoci¨®n, pero sobre todo prudencia, tras la gran victoria. Mitterrand, ya con aire de presidente, ley¨® una cuartilla: ?Es el triunfo de las fuerzas de la juventud, del trabajo, de la renovaci¨®n, que se han reunido en un gran abanico?. Llam¨® tambi¨¦n a la reconciliaci¨®n a toda la comunidad nacional. Poco antes, Michel Rocard hab¨ªa recordado a los millones de franceses que sent¨ªan en .aquel momento incertidumbre por el futuro, garantiz¨¢ndoles que la izquierda har¨¢ una pol¨ªtica nacional.
La posici¨®n de los comunistas levanta en Francia bastantes inquietudes y temores. Sin su apoyo, dif¨ªcilmente podr¨¢ conseguir Mitterrand una mayor¨ªa legislativa necesaria para realizar su pol¨ªtica. Pero Marchais, tambi¨¦n, como Mitterrand, un viejo profesional de la pol¨ªtica, hizo un ejercicio de retenci¨®n. ?Se?or presidente de la Rep¨²blica, nuestros votos han contribuido decisivamente a su victoria. Os confirmo que estamos preparados para asumir todas nuestras responsabilidades a todos los niveles, incluido el del Gobierno?. El secretario general del PCF no habl¨® de ministros comunistas. Pero ayer por la ma?ana, el diario comunista L'Humanit¨¦ fue mucho m¨¢s claro en su primera p¨¢gina: ?Las grandes reivindicaciones populares deben ser satisfechas urgentemente. S¨®lo un Gobierno de uni¨®n de la izquierda, con ministros comunistas, a la imagen de la nueva mayor¨ªa, podr¨¢ responder a la inmensa esperanza nacida ayer?.
Chirac, l¨ªder de la oposici¨®n
Un telegrama de Giscard felicit¨® al nuevo presidente, y con promesa de continuar defendiendo ?los intereses esenciales del pa¨ªs?. Pero el presidente no aparecer¨¢ en toda la noche ante las c¨¢maras de televisi¨®n.
El nuevo hombre fuerte de la derecha, el gaullista Jacques Chirac, cuyo tibio apoyo a Giscard ha hecho posible la elecci¨®n de Mitterrand (se calcula que un 15 % de sus electores vot¨® al socialista), se presenta ya como el l¨ªder de la. oposici¨®n. Con una voz grave y firme afirm¨® el domingo por la noche, tras la victoria de la izquierda, que la ?nueva situaci¨®n puede abrir un per¨ªodo de incertidumbre?. En un tono de ?salvador? se ofreci¨® para dirigir la batalla de la derecha en las pr¨®ximas elecciones legislativas.
Los errores de c¨¢lculo de Giscard, m¨¢s que las propuestas positivas de Mitterrand, han logrado este cambio hist¨®rico en Francia, seg¨²n todos los observadores. El fracaso del presidente, que no ha sido capaz de unir a la mayor¨ªa de centro-derecha a lo largo, de siete a?os de mandato -que ha pagado con el vot¨® de ?castigo? de los gaullistas- su estilo altanero y casi ?mon¨¢rquico? absoluto, su alejamiento del pueblo y su incapacidad casi biol¨®gica para comprender el porqu¨¦ del creciente malestar social provocado por el paro han sido los factores, que lo han costado el El¨ªseo.
Giscard utiliz¨® abusivamente en la segunda vuelta la tesis de ?nosotros o el caos?, afirmando que Francia acabarla como Chile con Allende y que la elecci¨®n de Mitterrand era el fin de la Rep¨²blica y dar un salto en el vac¨ªo. La madurez del electorado franc¨¦s ha rechazado esta vez estos argumentos, que funcionaron en anteriores elecciones. La tensi¨®n popular es evidente tras el paso hist¨®rico dado el domingo, pero una mayor¨ªa del pa¨ªs estima que el juego de la alternancia, que se produce por primera vez desde 1958, servir¨¢ para consolidar las instituciones de la V Rep¨²blica.
La derecha ha aceptado el veredicto democr¨¢ticamente, pero ya se prepara para las legislativas, a las que califican de la ?tercera y definitiva vuelta?.
Mitterrand, con la seguridad de tener tras de s¨ª los votos comunistas tras el descalabro del PCF en la primera vuelta, pudo hacer una campa?a en busca del voto socialdem¨®crata, liberal; en fin, centrista. En los ¨²ltimos d¨ªas, Giscard, sintiendo el peligro, llam¨® al votante de la izquierda liberal. Aunque en el programa de Mitterrand est¨¢ la nacionalizaci¨®n de todo el sistema bancario y de once grandes grupos industriales, la opini¨®n p¨²blica no se ha asustado.
El Gobierno de Mitterrand
El primer Gobierno que forme Mitterr¨¢nd -forzosamente ?interino? hasta las nuevas elecciones legislativas- resolver¨¢ los llamados ?asuntos corrientes? y tratar¨¢ de tomar algunas medidas sociales inmediatas: la subida del salario m¨ªnimo y de las jubilaciones. No contar¨¢ con ministros comunistas, y el PCF prefiere, sin duda, esperar un buen resultado electoral para poder, a continuaci¨®n, presionar sobre Mitterrand en la formaci¨®n del Gobierno ?definitivo?. Mitterrand mantiene un silencio total y declar¨® ayer que es el momento de recluirse para reflexionar y preparar una serie de medidas que den una impresi¨®n de cambio real, pero sin asustar al pa¨ªs que no le ha votado. Pierre Mauroy o Jacques Delors suenan ya como posibles primeros ministros.
El 25 de mayo pr¨®ximo se producir¨¢, en principio, el traspaso de poderes, pero ya desde ayer el nuevo presidente ha iniciado los contactos con las fuerzas sociales para concertar una nueva pol¨ªtica econ¨®mica. Se trata de aprovechar al m¨¢ximo la movilizaci¨®n producida el domingo y no perder el efecto psicol¨®gico: el deseo imparable de cambio de pol¨ªtica, de personas, de caras, que en la pr¨¢ctica han sido las mismas desde 1958, que es lo que en definitiva ha colocado a Mitterrand en el El¨ªseo.
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