Los Franco
Yo creo, o sea, me parece, digo yo, no s¨¦, que tendr¨ªamos que ir dejando en paz a los Franco, porque este vizcainismo inverso que ha venido es peor que el de Vizca¨ªno. Si el Rey Juan Carlos y el pueblo, todos a una, han tenido la elegancia hist¨®rica de olvidarse de los Franco, de seguir adelante sin miedo y sin tacha, a qu¨¦ viene este rollo peque?ito, mezquino, mediocre, a lo Elsa Maxwell (una periodista norteamericana acaba de situarme entre Elsa Maxwell y Tom Wolfe), que estamos soportando en revistas, peri¨®dicos, libros y cosas. Carrillo lo dijo en su ¨²ltima conferencia del Siglo XXIAqu¨ª nadie nos hemos propuesto investigar las grandes fortunas del franquismo.
Es, ya digo, una elegancia de la derecha y de la izquierda, un detalle (en los primeros momentos pudo hacerse, y la prueba es que muchos millonarios sacaron sus millones a punta de pala de oro). Pues bien, si no se ha hecho ni va a hacerse la justicia hist¨®rica, por un temor (quiz¨¢ excesivo) a caer en el revanchismo, tampoco queremos que se nos d¨¦, a cambio y como premio de consolaci¨®n (cuando el fin de la dictadura nos dej¨® suficientemente consolados) un cotilleo negro, un chismorroteo mediocre, la peque?a noticia de cada d¨ªa sobre la deflagraci¨®n moral o sentimental de la familia Franco, que es la de tantas familias espa?olas, y que viene a quitarle la raz¨®n a aquel slogan de familia/piloto que Franco se hab¨ªa montado con la suya. Todo esto es obvio, aburrido, antidemocr¨¢tico, m¨¢s propio de un revanchismo bananero que se conforma con culos al aire en vez de exigir justicia hist¨®rica.
A m¨ª los Franco me traen flojo, claro. Pero quienes ahora hablan o escriben sobre la an¨¦cdota (hu¨¦rfana siempre de categor¨ªa), de la familia del dictador y sus posibles satrap¨ªas, no est¨¢n dando al C¨¦sar lo que es del C¨¦sar, sino cumpliendo una funci¨®n mucho m¨¢s reaccionaria que la de Vizca¨ªno, como digo, porque al menos Vizca¨ªno-Casas, me parece a m¨ª, va de buena fe cuando defiende la mala fe. Pero las cotorronas antifranquistas de ahora mismo nos dan chisme social por justicia pol¨ªtica, y se quiere intoxicar al pueblo con la ferralla franquista y sus emanaciones, para que se sienta medianamente satisfecho y gratificado en una justicia que, por elegancia o por miedo, no se ha hecho.
Lo que ahora se cuelga en el alambre del quiosco son los trapos sucios o negros de la familia Franco y de algunas familias franquistas, pero mera lencer¨ªa dom¨¦stica, cosa de nada, siusi¨² y blablab¨¢. A los problemas de fondo, a las cuestiones reales, al cimiento que todav¨ªa cimenta esta democracia mal montada, a eso no se va o no se puede ir. La descomposici¨®n familiar de los valores franquistas no nos interesa, porque eran unos valores convencionales en los que nadie cre¨ªa, s¨®lo sostenidos por la energ¨ªa un poco pasmada, pero ininterrumpida, del dictador. La democracia, ni?a err¨¢tica y desnuda, quiere salir adelante, la pobre, tan ingenua; su ecolog¨ªa es el futuro y su vestido la libertad. El pa¨ªs quiere honrar a Juan Ram¨®n Jim¨¦nez en su conmemoraci¨®n y a L¨¢zaro Carreter en su vocaci¨®n, hacer cosas democr¨¢ticas, limpias, libres. No recochinearse sempiternamente, paral¨ªticamente, en las miserias de una familia, porque, como dijo Simenon, ?toda familia esconde un cad¨¢ver en el armario?.
Anoche me contaba el marqu¨¦s de la Deleitosa una divertida historia de ovejas: ?Import¨¦ unos carneros sementales y no atacaban a mis ovejas. Se lo consult¨¦ a los extranjeros y me contestaron lac¨®nica y certeramente: "Sus ovejas est¨¢n sucias"?. Que Europa no siga encontrando que nuestras ovejas y nuestra democracia est¨¢n sucias. Que nadie nos d¨¦ cotilleo vaginal por justicia hist¨®rica.
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