La extradici¨®n de Linaza
Los JUECES franceses ha n estimado que el presunto etarra Tom¨¢s Linaza, al que se acusa de la muerte de un consejero municipal y de la de seis guardias civiles, debe ser entregado por el Gobierno franc¨¦s a las autoridades espa?olas, y han subrayado el car¨¢cter odioso de sus cr¨ªmenes y la naturaleza com¨²n de sus delitos, a los que no se puede apellidar de pol¨ªticos. Es ahora el Gobierno franc¨¦s el que tiene que decidir finalmente la extradici¨®n o no del acusado, y, sin duda, esta es una de las decisiones m¨¢s graves sobre las que de manera inmediata se ve abocado a pronunciarse el presidente Mitterrand.La extradici¨®n de Linaza es la primera que la justicia francesa recomienda en el caso de terroristas de ETA reclamados por el Gobierno espa?ol y acusados de cr¨ªmenes de sangre. Se rompe as¨ª una larga y culpable tradici¨®n inhibicionista del pa¨ªs vecino en la ayuda a la democracia espa?ola en su lucha contra la amenaza terrorista. La opci¨®n de Mitterrand es enormemente delicada. Si no concede la extradici¨®n podr¨¢ decirse entonces que, en efecto, hay democracias de primera y segunda categor¨ªa para el Gobierno de Par¨ªs. Este no tuvo empacho en entregar a las autoridades de sus respectivos pa¨ªses al abogado Croissant o al intelectual Toni Negri, ninguno de los cuales estaba relacionado directamente con actos de sangre y a los que se acusaba de connivencias en algunos casos menores y qui¨¦n sabe si inexistentes con organizaciones terroristas. De lo que ahora se trata es de saber si los cr¨ªmenes monstruosos y masivos, como aqu¨¦llos de los que se acusa a Linaza, tienen amparo detr¨¢s de la frontera de Ir¨²n, como lo tuvieron en su d¨ªa a este lado los delincuentes y asesinos de la OAS, que gozaron del apoyo y la benevolencia de la dictadura franquista. No se puede decir que el tradicional derecho de asilo franc¨¦s -que honra a las instituciones y a la historia del vecino pa¨ªs- se venga abajo o pueda sentirse amenazado si el presidente decide esta extradici¨®n, solicitada con gran bagaje de pruebas por el Gobierno espa?ol y referida a un hombre acusado de cobardes actos criminales. S¨®lo razones de una peculiar prudencia pol¨ªtica que tratara de no irritar a los refugiados vascos o de evitar el contagio de la cuesti¨®n autonomista al denominado Euskadi norte podr¨ªan mover la mano de Mitterrand en sentido negativo. De nada entonces valdr¨ªan las palabras. Si esto es as¨ª, si la extradici¨®n no es concedida, nos tememos que estar¨ªamos asistiendo al comienzo de la reedici¨®n del ominoso pacto de no intervenci¨®n, que arroj¨® en la pasada guerra civil a los dem¨®cratas espa?olas a la derrota frente a la sublevaci¨®n fascista. ?Qu¨¦ m¨¢s quieren en efectivo los l¨ªderes del golpismo en este pa¨ªs que la demostraci¨®n de que no existe solidaridad internacional en Europa frente a la amenaza armada del terror contra las instituciones democr¨¢ticas espa?olas?
La extradici¨®n de Linaza debe concederse, no obstante, tambi¨¦n con garant¨ªas por parte de las autoridades espa?olas. Lo sucedido en el caso Arregui y el triple homicidio de Almer¨ªa, que re¨²ne todas las apariencias de un infame y repugnante crimen, pueden servir de excusa al radicalismo abertzale para demostrar la brutalidad de algunos miembros de los cuerpos de seguridad espa?oles, y orquestar con ello una campa?a contra la extradici¨®n. Pero, excusas aparte, ambos casos -y tantos otros m¨¢s por desgracia- son tambi¨¦n razones que avalan la necesidad de que sea la Administraci¨®n de justicia y no el aparato, policial -mucho menos. utilizando la legislaci¨®n antiterrorista- quien se encargue del acusado si ¨¦ste es entregado por el Gobierno franc¨¦s. Esta cautela, que a algunos les parecer¨¢ vergonzante, obedece a motivaciones pol¨ªticas estimables, y demostrar¨ªa por parte del Gobierno la voluntad de hacer justicia nada m¨¢s y no la de incurrir de nuevo en errores pasados. Linaza tiene derecho a un juicio justo en este pa¨ªs. Si es un delincuente debe ser tratado como tal. Pero no debe ni caz¨¢rsele como a un tigre ni aplastar o vulnerar sus derechos como hombre y como ciudadano.
El asesinato de un polic¨ªa nacional, anteanoche en San Sebasti¨¢n, en un atentado que caus¨® graves heridas a otros compa?eros suyos, pone de relieve, por lo dem¨¢s, que la deleznable condici¨®n del terrorismo etarra sigue provocando v¨ªctimas sin cuento en su agresi¨®n contra las libertades p¨²blicas en este pa¨ªs. S¨®lo una acci¨®n eficaz de los ¨®rganos de justicia contra el bandidaje que act¨²a en Euskadi podr¨¢ en ¨²ltimo t¨¦rmino erradicar la violencia como sistema inhumano y cruel de expresi¨®n de las propias ideas. Lo mismo que s¨®lo un esclarecimiento. puntual de los sucesos de Almer¨ªa, de los del Banco Central, de lo que pas¨® con Arregui y de tantas y tantas historias negras similares podr¨¢ devolver la confianza y la credibilidad al Gobierno en el terreno de la pol¨ªtica del orden p¨²blico.
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