"El Siglo de Oro espa?ol estuvo sometido a la Iglesia
?Actualmente en Espa?a hay ya dos sociedades, la eclesi¨¢stica y la laica, que no est¨¢n sometidas la una a la otra, sino independientes. Hay bastantes principios de autoridad: el principio de autoridad cient¨ªfico, el pol¨ªtico, el hist¨®rico e incluso la autoridad de las ciencias human¨ªsticas, como, por ejemplo, de la arqueolog¨ªa. En el Siglo de Oro, no. El principio de autoridad eclesi¨¢stica no ten¨ªa parigual y lo defin¨ªa todo?.Con estas palabras, el profesor Enrique Tierno Galv¨¢n, alcalde de Madrid, concretaba para EL PAIS la diferencia entre la sociedad que le toc¨® vivir a Calder¨®n de la Barca en el siglo XVII y la que vivimos nosotros. Momentos antes, en su comunicaci¨®n sobre Barroco y principio de autoridad, hab¨ªa explicado c¨®mo los espa?oles del Siglo de Oro aceptaron que los l¨ªmites de la raz¨®n los definiera la Iglesia, y que, en consecuencia, era esta instituci¨®n la que dec¨ªa d¨®nde y c¨®mo era debido afirmar, negar o someterse. ?En contra de los luteranos, que admit¨ªan la autonom¨ªa de la raz¨®n?, dijo, ?los cat¨®licos dieron toda la autoridad a la Iglesia?.
Para el profesor Tierno, el sometimiento de la sociedad del siglo XVII a la autoridad era absoluto, y esta autoridad estaba representada por Dios y su Iglesia, el Rey y su Estado, los maestros cl¨¢sicos, los maestros contempor¨¢neos y los ejemplos y modelos. Seg¨²n sus palabras, ?nada hab¨ªa que no estuviera definido por un principio de autoridad, y esto era algo que se aprend¨ªa desde ni?os. Los grandes modelos, las vidas de los santos, por ejemplo, se presentaban como metas que era preciso alcanzar. Se elevaron a categor¨ªa de virtudes incluso lo que son s¨®lo cualidades, tales como la paciencia, diligencia, generosidad o amistad, de tal modo que puede decirse que el barroco es un mundo de virtudes, habitado por quienes desean practicarlas, aunque no siempre lo consigan?.
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