Lola Flores, un "espect¨¢culo racial"
La marquesa de Villeparisis estaba encantada con la idea de ver a Lola Flores, porque hab¨ªa o¨ªdo hablar mucho de ella en Par¨ªs. Pero cuando entramos a Florida Park -la sala de fiestas madrile?a donde hasta ayer actu¨® Lola Flores- y la gente bailaba suavemente en la pista, la marquesa se entristeci¨® y me pregunt¨® si aquel p¨²blico tan Casablanca era el de un espect¨¢culo racial. Pero cuando se apagaron las luces, se elev¨® la pista y Lola -muy en figura- hizo el pase¨ªllo, a los acordes de una orquesta, la marquesa se retoc¨® los labios, segura como estaba de que iba a empezar lo de verdad.
La primera era una canci¨®n de autoproclamaci¨®n, que fue seguida -entre el buen sonar de la orquesta y unos palmeros gitanos- por otra sobre el sombrero, que dio lugar a que Lola hiciese muestras de su arte gestual con las manos y con la bata de cola. Pero el espect¨¢culo empezaba ciertamente un poco bajo, y con, la voz de la actriz demasiado ronca, lo que ella excus¨® ante el p¨²blico, por el ¨¦xito y la entrega de la nota precedente. Volvi¨® a cantar: ?Tres torres en las murallas / de mi propio coraz¨®n?. Era una canci¨®n a sus hijos (tres) y la marquesa comenzaba a estar sinceramente decepcionada. ??Pero es esto un espect¨¢culo racial??, me dec¨ªa.
Lola entr¨® y sali¨® excusando siempre la voz, y, de pronto, vestida de malva y con volantes, dijo que iba a interpretar (a su manera) un tema de Juan Gabriel. Y ah¨ª empez¨® verdaderamente el espect¨¢culo. Pues que todo arte no parece tal sin el contenido del amor y de la pasi¨®n. Y eso es lo que all¨ª comenzaba a brotar. Incluso la voz se fue arreglando poco a poco. Dec¨ªa la mujer enga?ada: ?Si te vas a ir con ella, vete ya; / yo no me opongo?. Terminando, en torbellino, y entre alusivos gestos er¨®ticos: ?Para amarte, a esa le falta / lo que yo tengo de m¨¢s?. La marquesa, que ya empezaba a incendiarse por esa onda de brasa primitiva que emana de Lola Flores, aplaudi¨® mucho tambi¨¦n otro tema llamado El camale¨®n (una rumba gitana), lleno asimismo de suaves picard¨ªas er¨®ticas. Bien acompa?ada siempre por la orquesta y el grupo gitano (uno de cuyos miembros, el que tocaba los bongos, encant¨® a la marquesa), Lola reapareci¨® vestida ahora de negro y con lentejuelas de plata que brillaban en la pista. Era ahora una viuda joven (con un hijo de veinte a?os) que se ha enamorado perdidamente de otro muchacho. ?La vida es larga, pero la juventud es corta?, nos dijo Lola modificando muy bien un topos cl¨¢sico y animando a aprovechar la vida, cant¨® en viuda enamorada:
El term¨®metro del espect¨¢culo sub¨ªa por momentos. Porque Lola Flores no hace canci¨®n espa?ola, ni flamenco, ni canci¨®n mel¨®dica. Hace un show racial, una especie de danza primitiva, cuya misi¨®n ¨²ltima es el trance. La marquesa no perd¨ªa ojo, ya entonada, al ni?o de los bongos ni a otro palmero. (?Parecen romances de Garc¨ªa Lorca?, me coment¨®). Lola segu¨ªa encelada, catapultada por el amor: ?El a?o entrante ya no vas a ser mi amigo / desde ahora te lo digo, / que vas a ser mi amante?. El ritmo del espect¨¢culo se acelera, el p¨²blico tira ya claveles a la pista, y Lola, antes de cantar (a su modo) un tema de Julio Iglesias, nos cuenta que ?en el amor lo principal es dar, entregarse, que el m¨¢s feliz es siempre el que am¨® m¨¢s y no el que se deja amar, esa cosita tan sosa?.
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