"La aceptaci¨®n militar del r¨¦gimen democr¨¢tico depende de la eficacia del Gobierno en solucionar el problema vasco"
Nostalgia del imperio en sus sienes plateadas, rostro curtido bajo todos los soles, azotado por todos los vientos y todas las arenas, el mariscal de campo lord Carver, que ocup¨® la c¨²spide militar brit¨¢nica hasta 1976 como jefe del Estado Mayor de la Defensa brit¨¢nica, declara comprender los sentimientos que embargan a las Fuerzas Armadas espa?olas por la situaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco y estima que finalmente la aceptaci¨®n militar del sistema democr¨¢tico depender¨¢ de la seriedad y el acierto con que el Gobierno encuentre la soluci¨®n.
Hu¨¦sped de la Fundaci¨®n Pablo Iglesias, lord Carver inaugur¨® en Madrid el viernes pasado un ciclo sobre relaciones entre las Fuerzas Armadas y la sociedad civil, en el que se ha previsto la participaci¨®n sucesiva de otras personalidades militares europeas de primer rango.La inexperiencia y precariedad de medios desplegados por la Fundaci¨®n y la falta de sensibilidad del mundo oficial castrense, explican la inusitada pobreza de la acogida prestada a una figura de este relieve. ?Qu¨¦ hac¨ªan el viernes por la tarde la mesa y los miembros de la Comisi¨®n de Defensa del Congreso? ?D¨®nde estaban los hombres punta del Ministerio de Defensa y de Interior? ?C¨®mo entender la incomparecencia de cualquier representante de la Junta de Jefes de Estado Mayor?
El problema central que llev¨® en 1971 a introducir los internamientos -habla lord Carver del Ulster- es que todos sab¨ªan qui¨¦nes estaban detr¨¢s de los disturbios, pero, de acuerdo con las leyes vigentes, no hab¨ªa forma de detener a los responsables. Incluso, si hubieran sido detenidos finalmente habr¨ªa habido que ponerles en libertad. Nadie se hubiera prestado a testificar porque la poblaci¨®n estaba intimidada. La situaci¨®n desde entonces ha mejorado notablemente y los hombres que ahora se mantienen en huelga de hambre han sido condenados por cr¨ªmenes, mediante sentencias de tribunales ordinarios.
Por supuesto, el ej¨¦rcito brit¨¢nico ha prestado mucha atenci¨®n en el pasado al estudio de la lucha antiterrorista -a?ade lord Carver-, porque hemos estado enfrentados a esta lucha en los diversos territorios del imperio desde la segunda guerra mundial: en Palestina, Malaya, Kenia, Chipre, etc¨¦tera. Cada uno de estos problemas era diferente, pero, fundamentalmente, el objetivo era eliminar la influencia pol¨ªtica de un escas¨ªsimo n¨²mero de hombres. Todo depende de la capacidad de ganar al p¨²blico para el propio punto de vista.
La guerra subversiva es una guerra de voluntades y de influencia.
Pregunta. La reacci¨®n que genera en el seno de las Fuerzas Armadas su directa intervenci¨®n en problemas antiterroristas puede acabar siendo muy frustrante. La intervenci¨®n en este tipo de conflictos genera cada vez demandas de mayores atribuciones, y finalmente los ej¨¦rcitos llegan a reclamar el Gobierno de, la naci¨®n.
Respuesta. Eso puede ocurrir si las fuerzas armadas involucradas sienten que no se les apoya eficazmente por el Gobierno, si se gobierna de manera que se impide llegar a la victoria, a la soluci¨®n del problema. Un ejemplo ser¨ªa la situaci¨®n en Aden en 1968 y tambi¨¦n en Palestina en 1948. En ambos casos hab¨ªa un, sentimiento de gran amargura entre los militares, porque no se ?es dejaba solucionar el problema.
P. ?Se ha dado alguna cooperaci¨®n o se ha registrado alguna demanda para conocer la experiencia brit¨¢nica en la lucha contra el terrorismo por parte espa?ola?R. No que yo sepa, al menos en el tiempo de mi mando.
P. ?Se ven solicitados los generales brit¨¢nicos por los partidos para jugar alg¨²n papel en la vida p¨²blica de su pa¨ªs?
R. Los partidos pol¨ªticos en mi pa¨ªs coinciden en no formular ese tipo de solicitudes a los militares, y los altos oficiales por su parte tampoco aceptar¨ªan esos papeles si se except¨²an uno o dos casos. El ¨²nico alto oficial de las fuerzas armadas que fue nombrado ministro fue el mariscal Alexandre, al que Churchill hizo ministro de Defensa y no fue un ¨¦xito. Desde el duque de Wellington, ning¨²n soldado ha sido primer ministro y la gesti¨®n del duque no fue muy satisfactoria.
P. ?Qu¨¦ tipo de influencia ha tenido sobre las Fuerzas Armadas brit¨¢nicas su participaci¨®n en la OTAN?
R. El efecto ha sido evitar el provincianismo en los puntos de vista de las fuerzas armadas. La entrada en la OTAN ha compensado de alguna manera la retirada del imperio, porque todas las fuerzas armadas brit¨¢nicas, pero especialmente el ej¨¦rcito, ten¨ªan la tendencia a ver la defensa de los territorios de ultramar como una tarea mucho m¨¢s importante que la de estar involucrados en la defensa de Europa.
P. Como observador militar ?qu¨¦ piensa sobre la influencia que podr¨ªa tenerla incorporaci¨®n de Espa?a sobre sus fuerzas armadas?
R. Yo esperar¨ªa que tuviera una influencia parecida. Tanto en sus contactos con otras naciones como en la posible propuesta de estacionar algu nas unidades fuera de las fronteras. Todo ello les dar¨ªa otras cuestiones en qu¨¦ pensar, otra sensibilidad y otros objetivos m¨¢s all¨¢ de los asuntos interiores espa?oles. Adem¨¢s ser¨ªa un impulso para su puesta al d¨ªa y representar¨ªa una contribuci¨®n genuina a la defensa de Europa occidental. Me parece que har¨ªa pol¨ªticamente m¨¢s aceptable, en t¨¦rminos generales, la presencia sobre el territorio espa?ol de otras fuerzas como las norteamericanas.
P. ?Ha tenido ocasi¨®n de discutir con los socialistas sus puntos de vista contrarios a la integraci¨®n en la OTAN?
R. Lo hice durante la cena que sigui¨® a mi conferencia y no he llegado a comprender su posici¨®n. En principio hubiera pensado que estaban a favor de la incorporacion de Espa?a a la Alianza. Mi opini¨®n previa es que la oposici¨®n al ingreso deber¨ªa corresponder a la derecha, por consideraciones de aparente p¨¦rdida de soberan¨ªa.
P. Espa?a ha encontrado escasa solidaridad para el arraigo de los reg¨ªmenes democr¨¢ticos que se dieron en su historia por parte de las naciones de Occidente. La historia de la Segunda Rep¨²blica es la historia de la insolidaridad de los pa¨ªses de Europa occidental. Ahora, la soluci¨®n del problema de Gibraltar podr¨ªa prestar una contribuci¨®n fundamental para la estabilidad de la Monarqu¨ªa democr¨¢tica, en un momento en que la figura del Rey se ha visto sometida a odiosas calumnias en cierto sectores.
R. El quid de la cuesti¨®n es que el pueblo de Gibraltar no es ni espa?ol ni ingl¨¦s. La mayor¨ªa vienen de G¨¦nova y algunos de Malta. Todo el problema, desde el punto de vista brit¨¢nico, es encontrar una soluci¨®n que sea aceptada por.el pueblo de Gibraltar. La cue ti¨®n no es de ninguna manera que Gran Breta?a se aferre al Pe?¨®n para fines prop¨ªos. Recientemente, en el Parlamento brit¨¢nico fue rechazada por el Gobierno una enmienda, propuesta por un sector de extrema derecha, que pretend¨ªa dar a los gibraltare?os la plena ciudadan¨ªa brit¨¢nica. Pienso que si Espa?a entra en la Comunidad Europea y en la OTAN ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil encontrar una soluci¨®n. Mi propia soluci¨®n personal ser¨ªa dejar que ambas banderas ondeasen en el Pe?¨®n; lo que se ha llamado un condominio.
Lord Carver conoce de cerca el problema, incluso familiarmente. Su padre naci¨® en Gibraltar y su abuelo vivi¨® all¨ª muchos a?os. En su opini¨®n, no hay falta de voluntad para encontrar una soluci¨®n, pero el Reino Unido no est¨¢ dispuesto a. imponer a los gibraltare?os otra soberan¨ªa.
Una visita al Museo del Prado en la ma?ana del s¨¢bado, acompa?ado del agregado militar brit¨¢nico en Madrid, complet¨® el brev¨ªsimo programa de su estancia. La experiencia de lord Carver merece, sin duda, mayor audiencia. Habr¨¢ que prest¨¢rsela, por ejemplo, desde el CESEDEN.
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