Sobrevivir al imperio sovi¨¦tico
?Es la historia circular? La sensaci¨®n de que ya lo hemos visto todo anteriormente no ha sido jam¨¢s tan intensa como lo es hoy en d¨ªa, con la Uni¨®n Sovi¨¦tica inclin¨¢ndose cada d¨ªa m¨¢s abiertamente hacia otra invasi¨®n -ser¨ªa la tercera- de un pa¨ªs hermano, con el fin de impedir -ser¨ªa la segunda vez- la celebraci¨®n de un congreso comunista.En este mismo momento, y vengo se?alando desde finales de abril que ha llegado finalmente el verdadero peligro para la rebeli¨®n polaca, un peligro que ha sido aumentado con el paso de los d¨ªas, me siento, sin embargo, tentado a recalcar que hay muchas buenas razones por las que los rusos no deber¨ªan invadir Polonia, m¨¢s de treinta millones de buenas razones, tantas como polacos hay en Polonia, m¨¢s otra en el Vaticano. ?Desea Le¨®nidas Breznev, a su vejez, arriesgarse a desatar un ba?o de sangre en el coraz¨®n de Europa? ?Cree realmente que de esta manera va a reforzar el poder sovi¨¦tico? Es posible que estas dudas puedan a¨²n detenerle.
Pase lo que pase en las pr¨®ximas semanas, los acontecimientos polacos vuelven a demostrar que el Occidente democr¨¢tico debe prepararse para una largu¨ªsima prueba de fuerza con el imperio sovi¨¦tico. Quiz¨¢ tenga raz¨®n el general sir Jhon Hackett al decir, tal como le escuch¨¦ en una reciente conferencia, que, ?al fin y cabo,. la desintegraci¨®n interna del imperio sovi¨¦tico es ¨²nicamente una cuesti¨®n de tiempo?. Yo estoy totalmente de acuerdo con esta opini¨®n. Pero nadie sabe si habr¨¢ que, calcular el tiempo en a?os o en generaciones.
Incluso aceptando que el poder sovi¨¦tico se convirti¨® en una amenaza global ¨²nicamente tras la segunda guerra mundial, nuestra prueba de fuerza, cuyo objetivo es permitirnos sobrevivir al ¨²ltimo imperio de la historia, lleva ya desarroll¨¢ndose durante toda una generaci¨®n, y podr¨ªa durar otra completa.
Desde hace mucho, no hay nadie en Occidente que hable de tomar alg¨²n tipo de medidas para hacer retroceder la potencia sovi¨¦tica. En la ¨²ltima d¨¦cada hemos venido actuando en la creencia de que la c¨¢lida brisa de la distensi¨®n acelerar¨ªa el deshielo y la participaci¨®n del iceberg sovi¨¦tico con mayor rapidez que los helados vientos de la guerra fr¨ªa.
Pero en realidad, tanto en la guerra fr¨ªa como en la distensi¨®n, el ciclo de crisis del imperio sovi¨¦tico ha permanecido estancado: cada doce a?os, aproximadamente, un pa¨ªs sat¨¦lite se lanza a la libertad y es brutalmente de vuelto al redil comunista por el Ej¨¦rcito rojo, o, corno en el caso de Polonia hasta ahora, por la amenaza del uso de la fuerza. Esto demuestra que las ra¨ªces del mal se hallan profundamente enraizadas en el sistema sovi¨¦tico; lo que hagamos nosotros es pr¨¢cticamente irrelevante.
Tampoco nos es posible intervenir en una crisis una vez iniciada, ya que no podemos arriesgasnos a una guerra at¨®mica. Tenemos que esperar a que el ciclo transcurra completamente, a que la rueda regrese, quiz¨¢ dentro de otros doce a?os, a su actual posici¨®n. Puede que en uno de estos ciclos se d¨¦ por fin ?la desintegraci¨®n del imperio sovi¨¦tico?, y cuando eso suceda, el mundo temblar¨¢, temiendo que las ondas de expansi¨®n de los acontecimientos quiz¨¢ no contin¨²en dentro de las fronteras del imperio mismo; a no ser que, por supuesto, la ley de ciclos, de Vico, no sea correcta y la historia tome otro rumbo.
Mejorar la econom¨ªa occidental
Entre tanto, debemos preparanos para una prolongada prueba de resistencia y voluntad; ?qu¨¦ podemos hacer para estar sepuros de sobrevivir al ¨²ltimo imperio?
La opini¨®n que prevalece actualmente en Occidente es que debemos, en primer lugar, reforzar nuestros esfuerzos de defensa, tanto en el ¨¢rea de la OTAN como fuera de ¨¦l; no hay duda de que esto es algo vital y urgente. Sin embargo, me ha parecido bastante convincente otra opini¨®n presentada con mucha fuerza por David Watt en otra reciente reuni¨®n, seg¨²n la cual, ?lo m¨¢s importante para la Alianza es mejorar la situaci¨®n econ¨®mica, conseguir un mayor crecimiento econ¨®mico?.
El punto central del argumento de David Watt era que el esfuerzo de defensa no podr¨ªa mantenerse durante mucho tiempo si no se fortalec¨ªan las econom¨ªas norteamericana y europeas. Se podr¨ªa a?adir que el aumento del crecimiento es igualmente indispensable para hacer retroceder el desempleo a unos niveles normales y poder reforzar pol¨ªticamente nuestras sociedades, a fin de que puedan seguir siendo la civilizaci¨®n superior durante la prolongada prueba de fuerza.
El presidente Reagan, con su fuerte instinto pol¨ªtico, lo sabe bien; sus planes para el renacimiento econ¨®mico de Estados Unidos son tan importantes para ¨¦l como su campa?a de rearmamento de su pa¨ªs. Sin embargo, su actual gesti¨®n de los asuntos econ¨®micos, al tiempo que resulta esperanzadora para Estados Unidos, est¨¢ contribuyendo a hundir al resto del mundo libre en graves problemas.
Es una pol¨ªtica incorrecta. Hay que resolver las contradicciones entre las pol¨ªticas econ¨®micas de las principales potencias de Occidente antes de la cumbre de los siete en julio, que, en esta ocasi¨®n, har¨ªan bien en dedicar principalmente a los asuntos econ¨®micos. Es muy posible que, ahora mismo, mejorar nuestras econom¨ªas sea la tarea pol¨ªtica m¨¢s importante de la Alianza, en respuesta a la constante turbulencia del mundo exterior a ella.
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