El presidente y su partido
Siguiendo la predicci¨®n formulada hace veinte a?os, la elecci¨®n de presidente por sufragio universal ha transformado profundamente las organizaciones pol¨ªticas. Condujo a De Gaulle a dotar a la derecha de una gran formaci¨®n estructurada y disciplinada, por primera vez en la historia de nuestras rep¨²blicas. Ha permitido a Fran?ois Mitterrand sacar al partido socialista del marasmo al que lo hab¨ªa llevado Guy Mollet y hacer de ¨¦l la columna vertebral de la izquierda. A trav¨¦s del ejemplo americano, el general hab¨ªa entrevisto esta consecuencia de una elecci¨®n popular del jefe de Estado. Todav¨ªa en 1951 rechazaba un r¨¦gimen semejante en una conversaci¨®n con Ren¨¦ Cassin y, en 1958, en un di¨¢logo con Guy Mollet, antes que el atentado de Petit Clamart le decidiese a dar el paso en 1962.La pr¨¢ctica gaullista apart¨® al principio a Fran?ois Mitterrand de una reforma cuyo principio no contestaba, a diferencia de Pierre Mendes France. Reconoc¨ªa, por ejemplo, ?que una democracia es siempre una democracia, bien predomine el legislativo sobre el ejecutivo, en un sistema parlamentario, o conceda, en un sistema presidencial, el predominio al ejecutivo?. Y a?ad¨ªa: ?La elecci¨®n del presidente de la Rep¨²blica por sufragio universal, aceptable en s¨ª...?, antes de deplorar la desviaci¨®n en provecho de un poder personal. La oposici¨®n a su ilustre predecesor aparece claramente en su enfrentamiento de 1965.
Charles de Gaulle proclamaba entonces: ??C¨®mo puede funcionar la Constituci¨®n de 1958, como funciona y funciona muy bien despu¨¦s de siete a?os? Marcha gracias a un jefe de Estado que no pertenece al partido?. Fran?ois Mitterrand constata: ?No es razonable elegir por sufragio universal un hombre solo, aislado del contexto?. ?Al pronunciar esta frase ante la convenci¨®n de las instituciones republicanas, ten¨ªa conciencia de que se convertir¨ªa en uno de los elementos que perrnitir¨ªan dar a la izquierda el gran partido socialista que actualmente podr¨¢ disponer? Diversos ¨ªndices permiten pensarlo. Sea lo que fuere, la iniciativa ha sido proseguida con toda firmeza.
Se puede medir as¨ª la diferencia que separar¨¢ el poder mitterrandista del poder gaullista. Uno y otro tendr¨¢n un rasgo com¨²n, el rechazo del clientelismo que ha manchado al poder giscardiano, la mirada proyectada hacia todo el pa¨ªs o sobre esta patria evocada en la noche del 10 de mayo por el nuevo presidente, volviendo a dar vida a una palabra casi olvidada. Pero al hombre solitario que hab¨ªa reducido a los parlamentarios ala situaci¨®n de protestones del gran Ej¨¦rcito, siguiendo ciegamente a su emperador en todas sus peregrinaciones, suceder¨¢ la solidaridad de una organizaci¨®n democr¨¢tica con el hombre que la ha formado, transformado en ?el presidente de todos los franceses?.
Como los otros partidos socialistas de Occidente, el nuestro une la disciplina y la diversidad. Est¨¢ tan lejano del centralismo comunista como de la anarqu¨ªa de los radicales de la III Rep¨²blica. La multiplicidad de tendencias no impedir¨¢ la unidad del voto en, los escrutinios importantes. S¨®lo evitar¨¢ que los debates fundamentales se reduzcan a una caricatura en. los que se enfrentan una mayor¨ªa y una oposici¨®n con discursos estereotipados. Reflejar¨¢ m¨¢s o menos la complejidad de una sociedad desarrollada en la que las clases son numerosas y entreveradas, en la que la mayor¨ªa se encuentran separadas por atracciones diversas. Al recibir a la vez sufragios gaullistas por su derecha y sufragios comunistas por su izquierda, el partido socialista ocupa entre los dos todo el espacio estrat¨¦gico donde se anudan los conflictos y se elaboran los compromisos.
Sin cesar, desterrados y unidos por esta dial¨¦ctica, sus miembros viven en la base los problemas por los que atraviesa la naci¨®n, de la que ellos son un microcosmos, conservando al mismo tiempo los contactos en la cima con los parlamentarios y los ministros que tienen la responsabilidad de las soluciones bajo la ¨¦gida deljefe del Estado. A trav¨¦s de este aparato independiente de ¨¦l, el presidente de la Rep¨²blica encontrar¨¢ los medios de escapar a la soledad a la que conduce el poder supremo. Naturalmente m¨¢s intransigentes, los militantes impedir¨¢n que los dirigentes se hundan en lo cotidiano, perdiendo de vista las perspectivas a largo plazo. Podemos interrogarnos sobre si el famosoproyecto socialista que ha permitido a la derecha tantas citas trucadas no tiene a este respecto ventajas pese a sus defectos evidentes. Que la gente haga esfuerzos para imaginar lo deseable contemplando horizontes muy lejanos, es decir imaginando para¨ªsos inaccesibles, ?no es preferible que mantener constantemenet la mirada a ras del suelo?
El general De Gaulle tuvo ¨¦xito porque ten¨ªa una cierta idea de Francia, aunque ¨¦sta fuese err¨®nea. Giscard d'Estaing ha fracasado porque no ten¨ªa ninguna, como se ha escrito, cuando estaba en la c¨²spide de su potencia. Fran?ois Mitterrand tiene una idea, que una la forjada por su partido a la visi¨®n de un presidente que tiene en cuenta el conjunto de la naci¨®n.
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