"Coppelia" o la perfecci¨®n de lo mediocre
Nacido poco despu¨¦s de la primera oleada rom¨¢ntica francesa, Leo Delibes iba a contribuir -en alguna medida- a la definici¨®n del ballet rom¨¢ntico con Coppelia y Sylvia. Particularmente el primero basado en un cuento de Hoffmann, sirvi¨® a su primer core¨®grafo, Arthur Saint-Leon, para intentar una fusi¨®n estrecha entre lo m¨ªmico y lo danzado. La m¨²sica de Delibes, de una ligereza que bordea la trivialidad, es elegante y amable. Desde ella pod¨ªan los burgueses parisienses de 1870 so?ar con la literatura de Gautier, -la po¨¦tica de Viena y la imaginaci¨®n de Hoffmann y, al mismo tiempo, con un tema que ser¨ªa tan querido por el rococo como por tan que el romanticismo: Los mu?ecos aut¨®matas.Todo se serv¨ªa en bandeja, sin problemas y a punto de caramelo. Probablemente sin que los creadores llegasen a suponer que pasado m¨¢s de un siglo Coppelia ocupar¨ªa los escenarios m¨¢s diversos del mundo.
Al menos podemos asistir a la representaci¨®n como quien se pasea por las salas de un museo en el que Coppelia da testimonio de unos gustos, un ambiente y una cierta manera de cubrir el ocio.Quiz¨¢ esa perduraci¨®n se debe a la continuidad virtuosista de los danzarines antes que a la importancia objetiva de la obra, menos significativa, en realidad, que las buenas operetas de Offenbach. Sucede que la Compa?¨ªa de Ballet de. la Opera Nacional de Berl¨ªn Oriental es un conjunto equilibrado y coherente en todo, incluso en la mediocridad, y que las estrellas (Monika Lubitz, Berrid Dreyer, Kristina Hoffmarin y Stefan Lux) est¨¢n m¨¢s cerca de los sat¨¦lites artificiales que de Venus. La coreograf¨ªa de Tom Schiling no mejora ninguna de las anteriores
Pero todo funciona en una continuidad propia de las formaciones estables, de manera que el espect¨¢culo se sigue con comodidad, aunque no provoque especial entusiasmo. Que cosas como Coppelia sigan gozando de alta consideraci¨®n como expresi¨®n cultural se me antoja exagerado.
Acaso ser¨ªa procedente decidirse a revisa r la validez de ciertas herencias antes que aceptarlas sin m¨¢s porque otros, antes que nosotros, las aceptaron.
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