La temporada de ?pera de Madrid termina con "Elektra", de Strauss

Elektra, la versi¨®n que Ricardo Strauss hizo de la obra de S¨®focles para convertirla en ¨®pera, ser¨¢ representada hoy, por primera vez, dentro de la XVIII Temporada de la Opera de Madrid. Dirigir¨¢ la orquesta Antoni Ros Marb¨¢, y se anuncian en el programa como int¨¦rpretes: Angeles Gulin, Mar¨ªa Napier, Barbra Ericson, Donald McIntyre, Richard Lewis y Pedro Farr¨¦s. Dirigir¨¢ la escena Siegwuls Turek. Es la ¨²ltima de las ¨®peras de esta temporada.

Cuatro a?os despu¨¦s del triunfo de Salom¨¦, Ricardo Strauss estrena en Dresde Elektra, su primera colaboraci¨®n con Hugo von Hofmannsthal. Se trata de una versi¨®n libre de la obra de S¨®focles que, en manos de Strauss, se realiza musical y dram¨¢ticamente de manera genial y con un poder de expresividad que en 1909 resultaba no s¨®lo nuevo, sino avasallador.Alternativamente, Elektra ha sido considerada como una de las creaciones maestras del compositor y como un cap¨ªtulo de su obra relativamente fallido. No s¨®lo cierta cr¨ªtica, la misma cantante que estrena Elektra lanza casi venablos contra esta m¨²sica impracticable, que convierte el escenario -seg¨²n su criterio- en una ?partida de locos?. Otros se asustaron todav¨ªa del repertorio disonante porque no entendieron que no respond¨ªa a ning¨²n capricho t¨¦cnico, sino a una expresividad que, sin esfuerzo, podemos denominar tremendismo realista. La pasi¨®n, una suelta l¨ªrica y b¨¢rbara de sentimientos, se vierte en las voces y la orquesta, dominada por la tantas veces analizada lujuria orquestal de Strauss.

Elektra, quiz¨¢ a¨²n m¨¢s que Salom¨¦, tra¨ªa una novedad que en su momento fue escasamente reconocida. Hija de Wagner, como lo es Strauss en gran parte, realizaba hasta las ¨²ltimas consecuencias lo que el autor de Trist¨¢n acaso no hab¨ªa logrado en igual medida: la profunda fusi¨®n de escena y partitura, de drama y sinfonismo, en un todo unitario de poderosa fuerza.

Los beat¨ªsimos wagnerianos de comienzo de siglo, entregados a su ¨ªdolo en actitud casi religiosa -como se?ala Falla-, no pod¨ªan otorgar a Strauss nada, que en direcci¨®n alguna significara superaci¨®n. Sin embargo, el poder sint¨¦tico de Strauss, su potencia creadora, su concepci¨®n estructural desde el texto, la voz y la orquesta alcanzan niveles de originalidad que hacen del llamado por D'Anunzzio b¨¢rbaro de ojos azules algo original, bien distinto del simple epigonismo wagneriano.Elektra llega al p¨²blico madrile?o, que no recuerdo si alguna vez pudo verla representada. Barcelona la conoce hace tiempo, y en 1912, tres a?os despu¨¦s de la primera mundial, Joaqu¨ªn Pena public¨® su versi¨®n en catal¨¢n. Desde una modernidad de concepto que supera, si cabe, la de realizaci¨®n, la versi¨®n dada por el binomio Hofmarinsthal-Strauss del viejo mito se alza como capitulo alto y aparte en la historia del drama l¨ªrico, cuyo realismo aflora desde una penetraci¨®n psicol¨®gica de los personajes absolutamente extraordinaria. Ante Elektra, uno piensa lo que habr¨ªa sido La Celestina que proyectaban Strauss y Zweig, cuya realizaci¨®n cort¨® la llegada del nazismo y el consiguiente extra?amiento del escritor.