El jud¨ªo cantor
El cantor de jazz.Basado en la novela de Samson Raphaelson. Gui¨®n: Harebert Baker. Direcci¨®n: Richard Fleischer. Fotograf¨ªa: Isidore Mankofsky. M¨²sica: Bob Caudio. Canciones originales e interpretadas por Neil Diamond, Int¨¦rpretes: Neil Diamond, Laurence Oliver, Lucie Arnaz, Catlin Adams.
Es esta pel¨ªcula, m¨¢s o menos, como las que hace a?os se realizaban para lucir a Raphael, con medios mejores y una comunidad jud¨ªa al fondo, enemiga, por cierto, de las formas musicales, que hoy apasionan a los j¨®venes.Realizada para gente de segunda o tercera edad y para alguna pareja un tanto desfasada de su tiempo, su t¨ªtulo alude a otra historia famosa que rompi¨® las barreras del cine mudo para dar paso en ¨¦l a la palabra. Ello supuso, como se sabe, la p¨¦rdida de una reci¨¦n ganada identidad para pasar de nuevo a la servidumbre del teatro y, en especial, del musical. Aunque el cine sonoro ya andaba en la mente de todos, tras una serie de intentos fallidos se hizo realidad por obra y, gracia de la mala, situaci¨®n econ¨®mica de la Warner, que decidi¨® jugar su porvenir a una sola carta: Al Jolson. Gan¨® con su pel¨ªcula, que se llamaba precisamente El cantor de jazz.
Artista de vodevil
Curiosamente, el protagonista de esta otra guarda cierta semejanza con su precursor, aunque le separe de su triunfo el nada modesto plazo de medio siglo largo, empezando porque aqu¨¦l tampoco cantaba jazz, sino que se trataba de un c¨¦lebre artista de vodevil. Sin embargo, ¨¦ste tambi¨¦n les jud¨ªo, canta en la sinagoga de rigor, asiste a las inevitables y risue?as fiestas e incluso debuta maquillado de negro. Las relaciones con el padre, su mujer y la comunidad en general van m¨¢s all¨¢ de lo puramente profesional, hasta caer del lado metaf¨ªsico, la religi¨®n o la moral.Dificil cosa adivinar si Jehov¨¢ nos dio la voz para cantar en el templo' en las festividades religiosas o para hacer delirar en los festivales ardientes multitudes, pero, en fin, el maduro Yussel Rabinovitch, hijo de rabino y consecuente con sus intereses, al fin consigue salir adelante en el dilema del amor profano y el hogar, con la ayuda de Lawrence Olivier, a las ¨®rdenes del veterano Richard Fleischer y al amparo de una banda sonora que har¨¢ las delicias de sus fans.
Babelia
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