Manifiesto de 52 premio Nobel contra el hambre y el subdesarrollo
El problema del hambre en el mundo, que, pese a los esfuerzos de numerosos organismos nacionales e internacionales, sigue siendo una situaci¨®n sin resolver y sin visos de posible soluci¨®n, ha llevado a 52 hombres y mujeres, laureados con el premio Nobel, a aceptar una iniciativa del Partido Radical italiano, en la que se convierten en firmantes de un manifiesto contra el holocausto del hambre. El texto de este manifiesto y los nombres de los firmantes son los siguientes:?Los abajo firmantes, mujeres y hombres de ciencia, de letras y de paz, diferentes entre nosotros por la religi¨®n, la historia y la cultura, que hemos sido distinguidos porque buscamos, honramos y veneramos la verdad en la vida y la vida en la verdad, a fin de que nuestras obras sean un testimonio universal de di¨¢logo, de fraternidad y de civilizaci¨®n com¨²n en la paz y el progreso...
Dirigimos un llamamiento a todos los hombres y todas las mujeres de buena voluntad, a los poderosos y a los humildes, cada uno de ellos con sus propias responsabilidades, para que sean devueltos a la vida decenas de millones de seres humanos, a los que el hambre y el subdesarrollo hace agonizar, v¨ªctimas del desorden pol¨ªtico y econ¨®mico internacional que reina en la actualidad.
Un holocausto sin antecedentes, cuyo horror abarca en un ¨²nico a?o todo el espanto de las matanzas que nuestras generaciones han conocido en la primera mitad de este siglo, est¨¢ actualmente en proceso de realizaci¨®n y desborda cada d¨ªa m¨¢s, a cada instante que pasa, per¨ªmetro de la barbarie y de la muerte, no solamente en el mundo, sino tambi¨¦n en nuestras conciencias. Todos aquellos que constatan, anuncian y combaten este holocausto son un¨¢nimes en definir a la pol¨ªtica como la causa principal de esta tragedia.
Es necesario, pues, una nueva voluntad pol¨ªtica y una nueva organizaci¨®n espec¨ªfica de esta voluntad, que busque directa y manifiestamente -y todo esto con una prioridad absoluta- superar las causas de esta tragedia y evitar lo m¨¢s r¨¢pidamente posible sus efectos.
Es necesario que un m¨¦todo y un procedimiento adecuados, entre los ya existentes o imaginables, sean elegidos lo m¨¢s r¨¢pidamente posible, elaborados y puestos en pr¨¢ctica: es necesario que un conjunto de proyectos convergentes y que correspondan a la plenitud de fuerzas, de responsabilidades y de conciencias los haga efectivos.
Es necesario que las m¨¢s altas autoridades internacionales, los Estados, los pueblos, con frecuencia sumidos en total ignorancia de la plena posibilidad de realizaci¨®n de una pol¨ªtica de vida y de salvaci¨®n, tal y como reclaman, angustiadas, algunas de las m¨¢s altas autoridades espirituales de la tierra, act¨²en, uni¨¦ndose entre ellos o por la acci¨®n, con objetivos exactos, precisos y apropiados, para que sea atacada, combatida y vencida en todos los pa¨ªses donde hace estragos esta muerte que amenaza, invade y condena de ahora en adelante a una gran parte de la humanidad.
Hay que sublevarse contra ese falso realismo que incita a resignarse a una fatalidad que, en realidad, es de la incumbencia de las responsabilidades de la pol¨ªtica y del desorden establecido. Hay que luchar con realismo para que lo que es posible sea hecho y no malgastado -tal vez para siempre-. Es necesario que se conviertan en positivas esas modas y esos gestos de asistencia, que proporcionan, sobre todo, una buena conciencia barata y que no salvan a aquellos a quien est¨¢n destinadas, as¨ª como esas crueles e infecundas utop¨ªas que sacrifican a los hombres actuales en nombre de un proyecto futuro de sociedad.
Salvar a millones de hombres de la muerte
Es necesario que los ciudadanos y los responsables pol¨ªticos elijan y voten, a sus niveles respectivos, electorales o parlamentarios, gubernamentales o internacionales, nuevas leyes, nuevos presupuestos, novedosos proyectos y nuevas iniciativas, y que sean inmediatamente puestas en pr¨¢ctica para salvar a millones de hombres de una deficiente alimentaci¨®n, del subdesarrollo y de la muerte por hambre de centenares de millones de seres a cada nueva generaci¨®n.Es necesario que todos y cada uno demos valor de ley al deber de salvar a los seres vivos y de no matar y no exterminar, aunque sea por inercia, por omisi¨®n o por indiferencia. Los poderosos de la tierra son responsables, pero no solamente los ¨²nicos.
Si los que no tienen poder ni armas no se resignan a la pasividad, si son cada d¨ªa m¨¢s numerosos y proclaman que no obedecer¨¢n m¨¢s que a una sola ley, la fundamental de los derechos de los hombres y de los pueblos, ley que es derecho y derecho a la vi da; si aquellos que no tienen poder ni armas se organizan, utilizando sus escasas pero durables armas -la de la democracia pol¨ªtica y las grandes acciones no violentas, al estilo de Gandhi-, proponi¨¦ndose e imponiendo elecel ones y objetivos cada vez m¨¢s delimitados y adecuados; si esto se produjese, es seguro que nuestra ¨¦poca no ser¨ªa la era de la cat¨¢strofe que actualmente pare ce posible. Nuestro saber no puede limitarse a contemplar, inertes e irresponsables, el horrible fin que nosamenaza.
Nuestro saber nos dice que la humanidad corre cada d¨ªa m¨¢s peligro de muerte. Nuestro saber debe seruna ciencia ele la esperanza y una ciencia de la salvaci¨®n, sustancia de las cosas en las que creemos y esperamos todos.
Si los medios de informaci¨®n, si los poderosos de este mundo que nos han honrado con los testimonios de reconocimiento que nos han concedido, consienten en escuchar y tambi¨¦n en hacer escuchar en esta ocasion nuestra voz y nuestra actitud, as¨ª como la de todos aquellos jue en el transcurso de esta seriar¨ªa est¨¢n actuando en el mundo en la misma direcci¨®n; si las mujeres y los hombres, si los pueblos saben, si son informados, no dudamos que el porvenir podr¨¢ ser diferente del que nos amenaza a todos, y en el mundo entero.
Para ello es necesario, sin m¨¢s tardanza, escoger, obrar, crear y vivir para hacer vivir?.
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