Algunos cardenales han sugerido al Papa que delegue parte de sus funciones
En el Vaticano se dice abiertamente que parte de la curia romana desea pedirle al Papa que delegue en un grupo de cardenales parte de su poder de decisi¨®n, dado su precario estado de salud. Temen que el secretario de Estado, cardenal Agostino Casaroli, se convierta de hecho en el ¨²nico sustituto del Papa. Casaroli es hoy el hombre m¨¢s progresista del Vaticano, el personaje clave de la ostpolitik y de la apertura a China y al mundo del Este.
En este momento, Casaroli, junto con los secretarios particulares, es el ¨²nico personaje de la curia que despacha cada ma?ana durante algunos minutos con el Papa, en la cl¨ªnica Gemelli de Roma. Hay quien se pregunta por qu¨¦ el sustituto de la Secretar¨ªa de Estado, el arzobispo espa?ol Eduardo Mart¨ªnez Somalo, est¨¢ quedando en segundo plano, ya que no entra con Casaroli a despachar con Juan Pablo II. Mart¨ªnez Somalo desempe?a en realidad la delicada tarea de un ministro del Interior de la Santa Sede.El problema es que, aunque el Papa "sigue mejorando lentamente", seg¨²n dicen todos los partes m¨¦dicos, L'Osservatore Romano, ¨®rgano oficioso de la Santa Sede, se limita a publicar la noticia sin hacer el m¨ªnimocomentario. La Prensa en Italia s¨ªgue sospechando, sin embargo, que Juan Pablo II no est¨¢ tan bien como se dice. El diario Il Manifesto, poco dado al sensacionalismo, ha escrito que el Papa "est¨¢ muy enfermo" y lleg¨® a afirmar que a mediados de la semana pasada Wojtyla fue operado en secreto para quitarle una peque?a infecci¨®n en el intestino que era la verdadera causa de la fiebre, y no el citomegalovirus, como se dijo.
Los m¨¦dicos del policl¨ªnico Gemelli lo desmintieron, pero Il Manifesto, interrogado por EL PAIS insisti¨®: "La noticia la recibimos de un m¨¦dico. Supimos que la conoc¨ªan otros medios informativos que no se atrev¨ªan a publicarla y nos decidimos nosotros a hacerlo".
De Nueva York lleg¨®, al mismo tiempo, la desconcertante noticia de que el catedr¨¢tico Josep Kuriz, portavoz del Buffalo General Hospital, donde est¨¢ a¨²n internada la se?ora Odre, la turista americana gravemente herida por el mismo impacto de bala que hiri¨® a Juan Pablo II en la plaza de San Pedro el d¨ªa 13 de mayo, ha declarado textualmente: "Yo no excluyo que en las balas disparadas por Al¨ª Agea pudiera haber bacterias venenosas".
El policl¨ªnico Gemelli lo desmiente. Su director, Emilio Tresalti, dijo ayer: "No entiendo c¨®mo el colega Kunz haya podido decir una cosa semejante". Pero EL PAIS ha sabido que la ficha cl¨ªnica de la turista americana que tuvo los mismos s¨ªntomas de fiebre del Papa despu¨¦s de la operaci¨®n sufrida en Roma, y que ha vuelto a ser intervenida en Nueva York, ha sido estudiada con mucha atenci¨®n por los m¨¦dicos que operaron al Papa.
Para complicar las cosas, el semanario Domenica del Corriere ha publicado en la portada, a todo color, una foto del Papa en su cama del hospital casi macabra. Parece, de verdad, un muerto. La reproduce el diario L'Occhio diciendo: "El Papa, en una imagen desgarradora". El t¨ªtulo del art¨ªculo es: "Existe una tremenda sospecha acerca del mal que consume al Papa". Habla del citomegalovirus y termina con estas palabras textuales: "Si las defensas del organismo son muy reducidas el pron¨®stico en estos casos es, por desgracia, mortal". Del Vaticano responden a todas estas hip¨®tesis con cierta iron¨ªa: "Lo sabemos muy bien. Cuando los periodistas no tienen noticias se las inventan". Pero la foto del Papa no es inventada. ?Qui¨¦n la vendi¨® a estas publicaciones, y por cu¨¢nto dinero?
?Ser¨¢ verdad todo lo que se dice? Es muy dif¨ªcil saberlo porque, al parecer, las consignas son de no satisfacer demasiado lo que en la curia se llama "la morbosa curiosidad de los medios de informaci¨®n social". Aqu¨ª no se le reconoce valor al principio period¨ªstico contra el rumor, la noticia, porque verdaderas noticias no las tiene nadie. Hasta los obispos italianos declaran sin rubor: "Nosotros, de todo lo que est¨¢ sucediendo en torno al Papa, no sabemos m¨¢s de lo que dicen los diarios". Ni siquiera el cardenal Ugo Poletti, vicario de Roma, logra pasar la barrera que tiene herm¨¦ticamente aislado a Juan Pablo II.
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