Los grandes almacenes pierden en Espa?a su car¨¢cter de negocio familiar
La historia de los grandes almacenes es en Espa?a patrimonio de una familia de emigrantes asturianos de Grado. Los protagonistas se llaman C¨¦sar Rodr¨ªguez, Jos¨¦ Fern¨¢ndez (conocido popularmente como Pep¨ªn), y Ramon Areces. Los dos primeros son primos hermanos; Ram¨®n, sobrino de C¨¦sar. Los tres encuentran en Cuba trabajo, escuela y algo de fortuna. Son los padres de Galer¨ªas Preciados y El Corte Ingl¨¦s.C¨¦sar, ya fallecido, hace de introductor y de puente entre Jos¨¦ y Ram¨®n. Empieza a trabajar de ni?o en unos grandes almacenes de La Habana. A los ventiocho a?os ya era gerente de la empresa. Poco, despu¨¦s se convierte en socio de El Encanto, los grandes almacenes de la familia de origen espa?ol Sofis Entrialgo.
Jos¨¦, hijo de comerciantes acomodados de Grado, aprovecha la oficina de emigraci¨®n de su hermano mayor, Fernando, y marcha a los diecisiete a?os a La Habana.
Su primo le permite parar en El Encanto, a cambio de barrer y abrir la puerta. Luego se pone a trabajar all¨ª y llega a gerente. Cuando m¨¢s o menos se encuentra a?os despu¨¦s con la carta de despido, piensa que tiene suficiente dinero para instalarse en Madrid, jugar en Bolsa y poder asistir de oyente a la universidad para saciar sus ansias de cultura; estaba casado y quer¨ªa que sus hijos se educaran en Espa?a.
No le permiten el retiro. Es un hombre para las relaciones p¨²blicas, un genio de la publicidad, y no puede pasar desapercibido. En Cuba, de donde trae el amable apodo de Pep¨ªn, su personalidad consegu¨ªa que hasta el director y propietario del Diario de la Marina, Pep¨ªn Rivero, le consultara algunos editoriales. Nada m¨¢s llegar a Madrid le ofrecen la gerencia de los almacenes Madrid-Par¨ªs, que estaban donde hoy Sepu y eran conocidos por la venta del duro, ya que lo vend¨ªan todo a duro. El no acepta porque estaban en crisis. E inmediatamente le proponen abrir una tienda.
La primera tienda propia
Era el a?o 1934, Fern¨¢ndez, con alguna aportaci¨®n de C¨¦sar, compra Nuevas Pa?er¨ªas, situada en el bajo de Carretas, 6, donde monta Sederias Carretas, con cinco dependientes y una cajera. Tras la guerra civil, durante la cual los vales y las incautaciones hicieron languidecer el negocio, poco a poco ampl¨ªa la tienda, hasta cubrir todo el edificio.
Ram¨®n Areces, hoy de 75 a?os, viene de La Habana, donde trabaja desde 1929 en El Encanto, como consecuencia de la ¨¦poca de turbulencias del primer Gobierno Batista, provocadas por la Ley de 1934, que limitaba al 50% el n¨²mero de trabajadores espa?oles en cada empresa. No encaja en El Encanto, donde encuentra a antiguos compa?eros a quienes Pep¨ªn hab¨ªa dicho: ?Se acabaron las bombitas. Ahora a trabajar?.
El caso es que Ram¨®n, seg¨²n contar¨ªa despu¨¦s Pep¨ªn, adquiere con ayuda de ¨¦ste, y por recomendaci¨®n de C¨¦sar, una sastrer¨ªa y confecci¨®n de ni?os que Juli¨¢n Gordo Centenera posee en la calle de Rompelanzas, de Madrid. Es justo el lugar donde est¨¢ hoy la puerta de entrada al edificio del Anexo de Galer¨ªas. All¨ª instala el r¨®tulo El Corte Ingl¨¦s, hasta que los celos por la competencia comercial entre Ram¨®n y Pep¨ªn llevan al primero a trasladarse a la esquina de las calles Preciados y Tetu¨¢n, el actual emplazamiento de la primera tienda.
Celos
La historia de los celos entre uno y otro ha estado jalonada de an¨¦cdotas. Desde el pr¨¦stamo por Pepin de un escaparatista que se lo queda Ram¨®n, hasta las sospechas posteriores de que El Corte fomentaba los rumores sobre presuntas relaciones entre Galer¨ªas y la familia Franco. Los rumores estaban tan extendidos que un alto cargo de Galer¨ªas lo primero que pregunt¨® hace algunos a?os, al aceptar su puesto, es si la esposa y descendientes del anterior Jefe de Estado ten¨ªan capital en la empresa, a lo que le contestaron con un no rotundo.
Personas pr¨®ximas a Jo s¨¦ Fern¨¢ndez se?alan que las relaciones de ¨¦ste con la hoy se?ora de Meir¨¢s, a quien llamaba la General¨ªsima, son una muestra de la val¨ªa y profesionalidad del fundador de Galer¨ªas. Seg¨²n ellos, Carmen Polo de Franco empieza a comprar en Seder¨ªas Carretas poco despu¨¦s de abrir la tienda, cuando su marido era en la Rep¨²blica jefe de Estado Mayor del Ej¨¦rcito, con el Gobierno Lerroux. A?aden que el hecho, por mucho que se repitiera habitualmente durante d¨¦cadas, no ten¨ªa ning¨²n secreto, sino que Pep¨ªn sab¨ªa hacer que todos los clientes se sintieran a gusto.
La ruptura
Pero los celos entre Pep¨ªn y Ram¨®n les llevan a la ruptura. El principio de la competencia abierta entre ellos, entre Galer¨ªas y El Corte, lo marc¨® Fern¨¢ndez, molesto con las sabias imitaciones de Ram¨®n, de las que se considera creador. C¨¦sar, que hace m¨¢s fortuna que sus familiares en Cuba, ten¨ªa como apoderado en Espa?a a Pep¨ªn, pose¨ªa 100.000 pesetas en los dos millones de capital de Galer¨ªas y era copropietario de El Corte lngl¨¦s. Hasta que Pep¨ªn le dice: ? Mejor que apoderes a otro y dejes Galer¨ªas, para apoyar s¨®lo a El Corte ?.
C¨¦sar le hace caso. Desde sus negocios comerciales y azucareros en Cuba, env¨ªa dos o tres millones de d¨®lares, que posibilitan la expansi¨®n de El Corte, hasta entonces limitada a la autofinanciaci¨®n, que era norma en Jos¨¦. Es por aquellas fechas cuando se favorece el crecimiento de Galer¨ªas Preciados desde su sede de El Anexo.
Aunque la pol¨ªtica comercial de Galer¨ªas se lo pone dif¨ªcil, a finales de los a?os sesenta El Corte consigue el liderazgo, coincidiendo con el gran despegue de la industria. Por esos a?os Pep¨ªn empieza a estar enfermo de arteriosclerosis y deja el tim¨®n de su negocio.
C¨¦sar, presidente de El Corte, aunque sigue en Cuba, sufre la incautaci¨®n de sus bienes por la revoluci¨®n. Este es el fin de los grandes almacenes El Encanto, que llegaron a ser los principales de Centro y Suram¨¦rica como consecuencia del empuje econ¨®mico de la segunda guerra mundial en la econom¨ªa americana.
La reacci¨®n de los exaltados no se hace esperar. Pintan ratas con f¨®sforo disuelto en sulfuro de carbono y las meten por las tuber¨ªas del aire acondicionado. Al evaporarse con el calor del sulfuro, el f¨®sforo hace estragos. No qued¨® ni rastro, hoy, el lugar se ha convertido en parque p¨²blico.
Pero la mala suerte final de C¨¦sar no deja en el abandono a El Corte Ingl¨¦s. Los rumores dec¨ªan que financiaba su expansi¨®n el expresidente venezolano P¨¦rez Jim¨¦nez, e incluso Per¨®n o el Banco Central. ?Nunca pudimos confirmar uno solo de esos rumores?, ha declarado un directivo de Galer¨ªas por aquel entonces. ?Sin embargo, los de El Corte sab¨ªan de nosotros hasta el anuncio que ¨ªbamos a publicar al d¨ªa siguiente en la Prensa. Ellos no cotizan en Bolsa, y por tanto no se sabe la composici¨®n de su capital, que desde 1959 est¨¢ en manos de la Fundaci¨®n, pues Ram¨®n no tiene hijos a sus 75 a?os, como tampoco su segundo de a bordo en estos momentos, Isidoro Alvartez, de 45 a?os?.
La respuesta
Galer¨ªas responde al reto con un programa de expansi¨®n que hoy se considera excesivamente ambicioso. El resultado ha sido que sus dos decenas de tiendas, aunque son en n¨²mero el doble que las de El Corte, tienen la mitad de superficie y venden tres veces menos al a?o. As¨ª, con la mitad de personal, sus ventas por empleado rondan los tres millones, mientras en El Corte superan los cinco.
En el ejercicio 1980, El Corte tuvo 450.000 referencias de art¨ªculos y factur¨® unos 120.000 millones de pesetas, con 21.000 empleados y 450.000 metros cuadrados de superficie. Los datos de Galer¨ªas, con 250.000 referencias, muestran cierto estancamiento en la producci¨®n (hasta 38.000 millones de pesetas) y baja del empleo hasta poco m¨¢s de 10.000 trabajadores.
Una invenci¨®n francesa
La idea de los grandes almacenes naci¨® en Francia, en Par¨ªs, en 1852. En plena ¨¦poca de revoluci¨®n industrial y producci¨®n masificada, Ar¨ªstides Beaucicaut mont¨® el Bon March¨¢is. Este establecimiento ofrec¨ªa en aquel tiempo ateo inusual: entrada libre y, sobre todo precio fijo. El concepto de? precio. Fijo fue todo un reto a la vieja costumbre del regateo que hasta entonces en Francia se estilaba.
El ¨¦xito de Bon March¨¢is anim¨® el montaje inmediato, tambi¨¦n en Par¨ªs, de los almacenes El Louvre y Printemps.
Con el transcurso de los a?os, los promotores de grandes almacenes descubrieron la importancia de las cadenas de establecimientos del ramo, concepto que estaba extendido antes de la primera guerra mundial. Desde esta guerra hasta la segunda guerra mundial, los grandes almacenes incorporaron a su din¨¢mica mejoras t¨¦cnicas y, sobre todo, se iniciaron en el campo de la comunicaci¨®n con las campa?as publicitarias. En esta ¨¦poca comenz¨® tambi¨¦n a ponerse en marcha la construcci¨®n de aparcamientos en el propio centro comercial.
Tras la segunda guerra mundial fueron los grandes almacenes norteamericanos los que sufrieron un desarrollo espectacular y los que facilitaron la filosof¨ªa que en la actualidad mueve a este tipo de comercio.
Hoy una definici¨®n de grandes almacenes podr¨ªa ser la de ?un establecimiento minorista que presenta multiplicidad de art¨ªculos en departamentos especializados que gozan de gesti¨®n independiente e integrado todo el conjunto en una direcci¨®n ¨²nica con concepto de servicio p¨²blico?. A la definici¨®n hay que a?adir el principio b¨¢sico de los grandes almacenes: entrada libre y precio fijo.
A los grandes almacenes sucedieron en el tiempo los almacenes populares, que podr¨ªan estar definidos por ofrecer un mayor surtido en el ramo de alimentaci¨®n en detrimento de otros productos, disponer de autoservicio y trabajar con mercanc¨ªas destinadas hacia barrios concretos de la poblaci¨®n. Los m¨¢s representativos de este subsector son Simago, pionero en esta actividad, Galeprix y Woolworth, empresa norteamericana que abandon¨® hace un a?o su negocio en Espa?a.
Por ¨²ltimo se han incorporado al sector los Hiper, comercios en los que predominan los productos alimentarios y se trabaja con el concepto de autoservicio.
Almacenes espa?oles
El Corte Ingl¨¦s y Galer¨ªas Preciados, los pioneros de los grandes almacenes en Espa?a, se pueden calificar en la primera etapa de su vida como establecimientos madrile?os. Hasta 1950, Galer¨ªas Preciados no comienza su expansi¨®n por las diversas capitales espa?olas, y El Corte Ingl¨¦s no lo hace hasta 1962, que se instala en la plaza de Catalu?a, en Barcelona. Los almacenes anteriores a estas dos casas no llegaron a tener arraigo: El Siglo, de Barcelona, destruido por un incendio; Jorba, puesto en marcha en 1923, y que pas¨® a Galer¨ªas en 1963; El Aguila, abierto en 1929, y del que queda una casa aislada en Barcelona.
Seg¨²n algunas fuentes, ambos establecimientos se diferenciaron desde el principio. Mientras El Corte Ingl¨¦s ofrec¨ªa una confecci¨®n de mayor calidad, Galer¨ªas Preciados pon¨ªa a disposici¨®n del visitante un mejor conjunto de mercanc¨ªas. Aquel establecimiento, casi desde el principio, se dedic¨® a confeccionar la mayor parte de sus prendas, ¨¦ste, al contrario, realiz¨® poca confecci¨®n y poco tiempo. Pero hasta el a?o 1960, aproximadamente, la relaci¨®n de facturaci¨®n fue siempre tres a tino a favor de Galer¨ªas Preciados.
El ¨¦xito de estos grandes almacenes anim¨® el montaje de otros muchos, como Celso Garc¨ªa, que se incorpor¨® a la actividad a finales de los a?os sesenta, partiendo de una infraestructura de sastrer¨ªas, o Sears, que con capital extranjero se asent¨® a principios de los setenta. En otras zonas de la geograf¨ªa espa?ola tambi¨¦n comenzaron a nacer establecimientos bajo el concepto de grandes almacenes, como Marcol, en Valencia; Gay, en Salamanca, Zaragoza y Valencia; Capitolio, El Aguila y Sepu, en Barcelona; Alpelayo y Botas, en Oviedo, o El Pilar y El Pote, en Vigo, entre otras.
Cuotas de mercado. problemas
Los grandes almacenes, a pesar de su imponente presencia en todas las capitales de la geograf¨ªa y su agresiva pol¨ªtica comercial, s¨®lo cubren el 5% de la cuota total del mercado espa?ol de distribuci¨®n.
El proyecto de construir grandes almacenes en cualquier n¨²cleo urbano provoca cierto temor en los comerciantes detallistas asentados previamente.
Uno de los problemas en la actualidad m¨¢s acuciantes para los promotores de grandes almacenes es el que algunas fuentes denuncian como actitud remisa de los ayuntamientos a conceder licencias de apertura de nuevos establecimientos por razones urban¨ªsticas.
El segundo problema con que en la actualidad se enfrenta el sector es el crecimiento constante de los costes de personal. Y aqu¨ª parece que la soluci¨®n no es f¨¢cil para la empresa, porque el propio concepto de gran almac¨¦n implica la contrataci¨®n de abundante personal que evite la posibilidad del autoservicio.
Otras fuentes, sin embargo, consideran que el principal problema que atraviesa el sector desde hace varios anos es, precisamente, la fuerte baja de las compras, como consecuencia de la crisis econ¨®mica. Si ello no se considera un obst¨¢culo prioritario por algunos -a?aden- es porque han ampliado su gama de oferta y su actividad, comiendo as¨ª parte del mercado a otros, especialmente los peque?os comerciantes, cuyas tiendas se ven sumidas poco a poco en la agon¨ªa.
?Las empresas de distribuci¨®n?, dec¨ªa un portavoz de los grandes almacenes al comentar el cierre, en Espa?a, de Woolworth, empresa que lleg¨® a tener siete tiendas y casi seiscientos trabajadores, aunque operaba con locales alquilados y s¨®lo consigui¨® beneficios entre 1973 y 1975, ?han sido las ¨²ltimas en sentir la crisis, porque de lo ¨²ltimo que puede prescindir el gran p¨²blico es de comer y, en menor grado, de vestir. Pero el crecimiento de los costes generales y la inflaci¨®n se han comido el crecimiento de las ventas y, por tanto, los beneficios, llevando a la mayor parte de las grandes empresas de distribuci¨®n a situaciones deficitarias insostenibles?.
Detr¨¢s de esta impresi¨®n est¨¢ la euforia de los hiper, especializados m¨¢s en alimentaci¨®n y que ten¨ªan ante s¨ª mayor terreno que disputar a los peque?os comerciantes. El invento, tambi¨¦n de origen franc¨¦s, consiste en reducir los costes en relaci¨®n con las ventas, mediante el autoservicio de un n¨²mero amplio de mercanc¨ªas. Galer¨ªas, que lo desarrolla a trav¨¦s de Galeprix, contaba ya con alguna experiencia procedente de los supermercados Aurrer¨¢, que transform¨® en Merkas, donde hab¨ªa suprimido productos perecederos y limitado el n¨²mero de art¨ªculos. El Corte Ingl¨¦s, pese a que pod¨ªa exhibir unas ventas anuales superiores a los 100.000 millones de pesetas, apuesta tambi¨¦n por esta f¨®rmula en auge, empezando por H¨ªpercor de Sevilla, donde ya estaban establecidas las cadenas Continente y Promotora de Hipermercados.
En este terreno, es la ¨²ltima empresa citada la que m¨¢s importancia adquiere, hasta el punto de situarse ya en el tercer puesto del sector, inmediatamente despu¨¦s de Galer¨ªas en ventas totales. Tiene casi una veintena de establecimientos, los PRYCA (conocidos hasta ahora bajo los nombres Hiper, Carrefour y Pryca). Con algo m¨¢s de 3.000 trabajadores, ha anunciado para el presente a?o 5.000 millones de pesetas de inversi¨®n.
Tras estos grandes de la distribuci¨®n, se sit¨²an, aunque no puedan calificarse en todos los casos de grandes almacenes, los Simago, Sears, Saudisa-Continente, Cortefiel y Jumbo. En total, sus ventas anuales suman unos 250.000 millones de pesetas. Esta cifra es considerada todav¨ªa por empresarios del sector como un indicativo de la potencialidad del sector.
Futuro incierto
Por otra parte, siempre que se habla de futuro surge el tema de la Comunidad Econ¨®mica Europea, ante la cual las multinacionales han tomado posiciones en otros pa¨ªses y, salvo en los Hiper, no han hecho lo mismo en Espa?a. Aqu¨ª, adem¨¢s, el escaso resultado de las pol¨ªticas de reestructuraci¨®n comercial les pueden facilitar la labor.
En el propio sector se entrev¨¦n ciertas precauciones respecto de la posible incorporaci¨®n de las multinacionales, aunque se entiende que, en el caso de Galer¨ªas, ser¨ªan una buena soluci¨®n. Pero tambi¨¦n se recuerda que ¨¦sta ha sido una actividad que ha mantenido el libre establecimiento siempre, donde no se ha producido ning¨²n proteccionismo de Estado y donde, por ¨²ltimo,. no se ha dado ning¨²n rechazo de la competencia.
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