El Gobierno Mauroy pone en marcha la descentralizaci¨®n del Estado franc¨¦s propugnada por Fran?ois Mitterrand
El Estado supercentralista franc¨¦s, herencia de Colbert y de Napole¨®n, empez¨® a ser demolido ayer por el nuevo poder con una ley de descentralizaci¨®n aprobada por el Consejo de Ministros, que la semana pr¨®xima ser¨¢ examinada por la Asamblea de Diputados. En un primer tiempo quedan suprimidas todas las tutelas administrativas y financieras que ejerc¨ªan los prefectos y los ministerios parisienses sobre los tres tipos de colectividades: municipio, departamento y regi¨®n. Los prefectos se convierten en "comisarios de la Rep¨²blica". La primera etapa de la descentralizaci¨®n, considerada por el Gobierno como "la gran reforma del septenio" del presidente Fran?ois Mitterrand, refuerza los poderes pol¨ªticos locales.
El Gobierno socialista franc¨¦s inici¨® ayer la larga marcha de la descentralizaci¨®n con una primera ley, condensada en 64 art¨ªculos, que suprime todas las tutelas centralistas que se ejerc¨ªan sobre el municipio, el departamento y la regi¨®n.Esta primera fase, esencialmente pol¨ªtica, ser¨¢ rematada a finales de 1982 con leyes suplementarias que dotar¨¢n a estos tres niveles de la Administraci¨®n francesa del elemento operativo determinante, es decir, de sus finanzas propias.
El epicentro de la bomba descentralizadora reside en la supresi¨®n de los prefectos. Esta especie de gobernadores civiles son hasta la fecha el aut¨¦ntico ejecutivo de todas las colectividades locales. Son los representantes oficiales del Gobierno central y ellos deciden de manera omn¨ªmoda. La nueva ley de descentralizaci¨®n los convierte en "comisarios de la Rep¨²blica". Su misi¨®n ser¨¢ la de Vigilantes del Gobierno parisiense.
Estatuto de las regiones
Los poderes administrativos y financieros pasan a cada uno de los ejecutivos de las tres colectividades locales anteriormente citadas. En los 36.413 municipios franceses, el alcalde decide de manera soberana a su nivel, con la sola obligaci¨®n de informar al comisario de la Rep¨²blica. En los 91 departamentos, el consejo general se convertir¨¢ en el ejecutivo de esta colectividad.
El estatuto de las regiones se aplicar¨¢ m¨¢s lentamente. Durante dos a?os, los establecimientos p¨²blicos regionales ser¨¢n mantenidos, pero, una vez definido su estatuto, los consejos regionales ser¨¢n elegidos por sufragio universal. En los tres casos, el comisario de la Rep¨²blica podr¨¢ recurrir ante los llamados "tribunales administrativos" locales en caso de desacuerdo con la gesti¨®n o decisiones de los poderes competentes.
El problema de las finanzas locales y de la reforma de los impuestos, motor real de una descentralizaci¨®n efectiva, a¨²n no ha sido detallado en esta primera ley, destinada a encarrilar un proceso de reparto de poderes que las autoridades enfocan con decisi¨®n, pero a sabiendas de que los obst¨¢culos ser¨¢n monta?as.
El centralismo ancestral ha creado costumbres y vicios que de la noche a la ma?ana no conjurar¨¢n las leyes. La independencia financiera de las colectividades locales no ser¨¢ f¨¢cil, teniendo en cuenta que el centralismo ha creado la pobreza y la riqueza de las regiones y que una descentralizaci¨®n imperfecta puede acentuarlas.
Por ello, el Gobierno, en los dos a?os sucesivos, realizar¨¢ simulaciones que le sirvan de pr¨¢ctica. El departamento parisiense, por su lado, ser¨¢ sometido a un r¨¦gimen especial. Y C¨®rcega, el problema nacionalista m¨¢s agudo del pa¨ªs, ser¨¢ tratado de forma particular.
En la mente de las autoridades francesas, "la descentralizaci¨®n es la que va a restablecer una unidad nacional amenazada por las reivindicaciones de ciertas regiones". Gracias a la descentralizaci¨®n, el ministro ad hoc Gaston Defferre entiende que las regiones podr¨¢n "expresar sus caracter¨ªsticas particulares, sus tradiciones, su cultura".
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