Nicaragua conmemora el segundo aniversario de la revoluci¨®n sandinista con fuertes divisiones internas
Los diecinueve puntos de acuerdo alcanzados a finales de junio en el foro nacional, que reuni¨® a todas las fuerzas pol¨ªticas del pa¨ªs, apenas son m¨¢s que una m¨ªnima tregua, alcanzada despu¨¦s de arduas negociaciones en las que una vez m¨¢s qued¨® patente la tremenda diferencia existente entre el modelo de Estado que quieren construir unos y otros.Los sandinistas han dejado bien claro que no est¨¢n dispuestos a retroceder en los logros sociales del proceso revolucionario: reforma agraria, educaci¨®n gratuita, salud p¨²blica, estrechamiento del abanico salarial y nacionalizaci¨®n de algunos importantes sectores econ¨®micos (banca, comercio exterior, pesca, miner¨ªa). Desde su punto de vista, el proceso de reconstrucci¨®n de un pa¨ªs surgido de una guerra civil no permite ir a las elecciones antes de 1984.
Al margen de las severas cr¨ªticas que la oposici¨®n hace del programa econ¨®mico gubernamental, en el que ve una progresiva estatalizaci¨®n del aparato productivo, los cr¨ªticos del sistema temen que esas anunciadas elecciones se celebren en un marco legislativo de partido ¨²nico, al estilo de lo que ocurre en los pa¨ªses comunistas.
Humberto Ortega, ministro de Defensa, tenido por uno de los hombres m¨¢s moderados del Gobierno y partidario de la tercera v¨ªa, declaraba semanas atr¨¢s que el Frente Sandinista no est¨¢ dispuesto a entregar el poder al primero que llegue con un pu?ado de votos. Manifestaciones de este tipo sirven a los grupos opositores para afirmar que estas elecciones poco tendr¨¢n que ver con los usos de una democracia parlamentaria de corte occidental.
El mismo Humberto Ortega ratificaba, sin embargo, a finales de junio a una delegaci¨®n de la Internacional Socialista presidida por Felipe Gonz¨¢lez el prop¨®sito del Gobierno sandinista de mantener el proceso dentro de un marco pluralista y de econom¨ªa mixta. Y en honor a la verdad debe decirse que al menos por ahora existe una libertad de opini¨®n real, que se traduce todos los d¨ªas, a trav¨¦s del diario La Prensa y numerosas emisoras de radio, en una campa?a sistem¨¢tica de cr¨ªticas al Gobierno.
Pero lo que preocupa m¨¢s a los opositores es el eco que prestan los medios de comunicaci¨®n oficialistas (Barricada y Nuevo Diario) a los sectores m¨¢s radicales del sandinismo, partidarios de dar un paso m¨¢s en¨¦rgico en la socializaci¨®n del pa¨ªs. La nueva ley de Reforma Agraria podr¨ªa interpretarse como un ¨¦xito de esta corriente, aunque ello sea contradictorio con la presencia mayoritaria de terceristas (m¨¢s moderados) en la Administraci¨®n del Estado.
La oposici¨®n se ha polarizado b¨¢sicamente en torno al Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) y el Movimiento Democr¨¢tico Nacional (MDN), que dirige el economista Alfonso Robelo, ex miembro de la primera Junta de Reconstrucci¨®n Nacional. El arzobispo de Managua, Miguel Obando, se ha sumado al coro de los cr¨ªticos con una militancia cada d¨ªa m¨¢s activa, a la que trata de arrastrar a sus colegas del episcopado nicarag¨¹ense. Empresa privada, partidos pol¨ªticos de corte conservador-liberal y la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica son, pues, los tres pivotes sobre los que se sostiene la oposici¨®n interna al sandinismo.
El Cosep ha acusado al Gobierno de incumplimiento del programa de unidad nacional, suscrito al t¨¦rmino de la guerra civil por todas las fuerzas que intervinieron en la lucha contra Somoza. En lo pol¨ªtico se dice que el Frente Sandinista ha pasado a ser el ¨²nico usuario del poder ejecutivo y legislativo, y que proyecta mantener esta situaci¨®n indefinidamente, de forma que las elecciones se limiten a un cambio de personas. Esto contradice el compromiso del Gobierno de reconstrucci¨®n de instaurar un r¨¦gimen democr¨¢tico basado en el sufragio universal y la participaci¨®n de todos los partidos pol¨ªticos, salvo los nost¨¢lgicos del somocismo.
Seg¨²n los empresarios del Cosep, los conceptos de Estado y Frente Sandinista aparecen cada vez m¨¢s ligados en un peligroso acercamiento hacia un sistema de partido ¨²nico, aunque reconocen la existencia de otros partidos, pero sin un marco legal ni capacidad de influir en el proceso. La Junta, el Gobierno y el Consejo de Estado est¨¢n, de hecho, en manos de los sandinistas, que controlan igualmente el Ej¨¦rcito, y en ocasiones han tratado de coaccionar incluso a la Administraci¨®n de justicia.
Fuga de divisas
En lo econ¨®mico, las cr¨ªticas son, si cabe, m¨¢s feroces. "El Gobierno ha tratado de vender en el exterior", dice, el documento, "la imagen de que en Nicaragua se est¨¢ implantando un modelo econ¨®mico socialdem¨®crata, de econom¨ªa mixta. La realidad es que el ¨¢rea econ¨®mica estatal pareciera estar dirigida a constituir un capitalismo de Estado, sustentado en una maquinaria confiscatoria y de expropiaci¨®n cuya voracidad no parece tener l¨ªmites, y que fanciona muchas veces al margen de las mismas leyes revolucionarias".
El director ejecutivo del Cosep, Jaime Montealegre, admite, sin embargo, que el sector privado sigue controlando a¨²n el 60% de la econom¨ªa nicarag¨¹ense, aunque a?ade que se trata s¨®lo de una decisi¨®n t¨¢ctica: "No nacionalizan m¨¢s porque no pueden, porque ya tienen bastantes problemas para manejar lo que ya han nacionalizado. Pero desde hace m¨¢s de un a?o el empresario privado es v¨ªctima de campa?as de orientaci¨®n marxista que le tratan como si fuera un delincuente, cuando el programa original de la Junta conten¨ªa la promesa formal de respeto total a la empresa privada".
Rechaza Montealegre que el empresario est¨¦ descapitalizando el pa¨ªs como una forma de oposici¨®n al sistema. Todo lo m¨¢s admite que en circunstancias como las actuales no existen incentivos para invertir m¨¢s. No son estas las cifras que maneja el Gobierno, seg¨²n el cual el sector privado ha retirado m¨¢s de seiscientos millones de d¨®lares del aparato productivo. El alto precio alcanzado por el d¨®lar en el mercado negro (veinticinco c¨®rdobas frente a diez en el cambio oficial) es un indicio de que los capitales nicarag¨¹enses se refugian en la moneda americana para iniciar el ¨¦xodo fuera del pa¨ªs.
Esta fuga de divisas ha radicafizado a¨²n m¨¢s a los sectores extremos del sandinismo, que se pronuncian por la incautaci¨®n de empresas y tierras que hayan incurrido en este proceso de descapitalizaci¨®n. La reforma agraria es el primer paso. Una decisi¨®n id¨¦ntica en el terreno industrial es, sin embargo, m¨¢s dif¨ªcil por la falta de t¨¦cnicos para dirigir las empresas del Estado. De ah¨ª que el equilibrio actual sea dif¨ªcil de romper.
Seg¨²n la tesis oficial, la fuga de divisas no es sino un pelda?o m¨¢s en el proceso contrarrevolucionar¨ªo. El destino de los dineros de la alta burgues¨ªa no es desconocido para los sandinistas, muchos de ellos nacidos en familias de la clase alta. No en balde algunos apellidos (Cardenal, Chamorro, Montealegre) se repiten tanto en las n¨®minas del Gobierno como en la oposici¨®n m¨¢s recalcitrante.
No pocos de estos d¨®lares habr¨ªan engrosado cuentas especiales de Miami para compra de armas y entrenamiento de antiguos guardias somocistas, que sin ning¨²n reparo anuncian desde Florida y Honduras una pr¨®x¨ªma,invasi¨®n de Nicaragua. En la capital hondure?a existe estos ¨²ltimos d¨ªas un clima de preguerra al que no son ajenos los sectores m¨¢s reaccionarios del propio Ej¨¦rcito hondure?o. Durante la ¨²ltima quincena de junio aumentaron las incursiones de bandas somocistas en territorio nicarag¨¹ense, donde dejaron un saldo de quince muertos, entre ellos un ni?o de siete a?os.
"Simult¨¢neamente, el Gobierno de Honduras protesta por supuestas violaciones nicarag¨¹enses de su territorio", dice el comandante Bayardo Arce, "pero lo cierto es que los muertos caen siempre de nuestro lado".
Esta permanente amenaza exterior sirve de justificaci¨®n al Gobierno para la creaci¨®n del ej¨¦rcito m¨¢s poderoso de Centroam¨¦rica, con 50.000 hombres en sus fuerzas regulares y otros 150.000 en las milicias populares. La desigualdad hondure?a (unos 15.000 hombres) es tan palmaria que toda invasi¨®n parece destinada al fracaso y no har¨ªa sino reforzar al Frente Sandinista en momentos en que se aprecian ya algunas fisuras en el respaldo popular. Los aviones Fuga del Ej¨¦rcito hondure?o parecen poca cosa para desnivelar a su favor esta tremenda desproporci¨®n.
S¨®lo un importante apoyo interior, por parte de sectores disconformes con el proyecto gubernamental, podr¨ªa dar alguna m¨ªnima posibilidad de ¨¦xito a una aventura b¨¦lica. Los datos disponibles permiten asegurar, sin embargo, que no existen condiciones para una insurrecci¨®n de este tipo. La alta burgues¨ªa, que se ha convertido en el enemigo m¨¢s tenaz del Gobierno, suele financiar las guerras, pero rara vez baja a las trincheras a hacerlas.
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