Ingmar Bergman,
el famoso director cinematogr¨¢fico sueco, es, adem¨¢s de un gran creador, un hombre con un sentido del humor muy estricto y con un car¨¢cter muy autoritario. Esa forma de ser le ha servido para darle solidez a sus pel¨ªculas, pero le ha perjudicado enormemente a la hora de desarrollar sus relaciones humanas.El teatro de la Residencia, de Munich (Rep¨²blica Federal de Alemania), ha tenido en cuenta su actitud y ha decidido rescindirle el contrato que le ligaba a ¨¦l hasta 1983. Las relaciones estaban tan deterioradas que Bergman decidi¨® aceptar la oferta que se le hizo de separarse voluntariamente de la empresa, que le acusa de "autoritarismo y falta de esp¨ªritu de colaboraci¨®n". Estas dificultades, sin embargo, no se conjugan con la capacidad art¨ªstica del director sueco, que el pasado. a?o, al frente de aquel teatro, obtuvo extraordinarios ¨¦xitos con el montaje de obras de Henrik Ibsen y Augusto Strindherg, as¨ª como con la puesta en escena de un trabajo de su propia creaci¨®n.
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