El reto del centralismo en Italia y el Reino Unido
El interminable caleidoscopio pol¨ªtico bajo condiciones democr¨¢ticas crea en ocasiones estructuras que alteran extraordinariamente la polarizaci¨®n normal de fuerzas en torno a dos grandes partidos. El apoyo plebiscitario a un l¨ªder carism¨¢tico en ¨¦pocas de profunda crisis (como en el caso del general Charles de Gaulle en 1958) no es el ¨²nico modo por el cual el sistema bipartidista predominante puede llegar a desaparecer.En los momentos actuales hay dos paises europeos, el Reino Unido e Italia, en donde un inusitado reto pol¨ªtico desde el centro est¨¢ cobrando vigor. Se trata, sin duda, de un acontecimiento molesto para los dos partidos que dominan la escena pol¨ªtica: laboristas y conserv¨¢dores, en el Reino Unido; dem¨®cratacristianos y comunistas, en Italia. Existen diferencias notorias entre el caso brit¨¢nico y el italiano, pero las similitudes son sorprendentes.
Hasta el momento, la eclosi¨®n del partido socialdem¨®crata br¨ªt¨¢nico parecesurgir de un hecho totalmente inesperado: la radicalizaci¨®n y polarizaci¨®n simult¨¢nea de los dos grandes partidos. Por lo general, cuando uno de los dos partidos elige un l¨ªder extremista, el otro se desplaza hacia el centro r¨¢pidamente y, en consecuencia, barre al primero en las elecciones subsiguientes. Esto ha ocurrido dos veces en los ¨²ltimos veinte a?os en Estados Unidos: cuando el senador Barry Goldwater provoc¨® la estrepitosa derrota republicana en 1964 y .cuando el senador George McGovern obtuvo resultados parecidos con el Partido Dem¨®crata en 1972.
No recuerdo otra ocasi¨®n en que dos partidos se alejaran a un tiempo del centro en dire cciones opuestas. Esta es la oportunidad hist¨®rica que ahora se presenta ante el Partido Socialderri¨®crata en el Reino Unido, totalmente distinta de cuando la ascensi¨®n laborista en los primeros a?os de esta centuria, debida tanto al aumento del electorado como a los enormes cambios sociales experimentados en el pa¨ªs.
Cualquiera de los dos partidos mayoritarios, o ambos a un tiempo, pueden, naturalmente, recuperar el terreno perdido antes de las pr¨®ximas elecciones generales; el sistema electoral brit¨¢nico, tan peculiar, puede alumbrar los resultados m¨¢s sorprendentes. Con todo, el espacio pol¨ªtico que se abre, ante el nuevo partido centrista, por la doble polarizaci¨®n ocurrida, es, indudablemente, enorme.
Una radicalizaci¨®n de este tipo no se ha dado en Italia con los partidos dem¨®crata-cristiano y comunista. No obstante, am bos est¨¢n perdiendo terreno a favor de los cuatro par tidos centristas. En 1976, los cristiano-dem¨®cratas y los comunistas consiguieron en. total el 73,2% de los votos (38,8%, la Democracia Cristiana; 34,4%, el Partido Comunista), en tanto que los partidos delcentro (socialista, social dem¨®crata, radical y liberal) s¨®lo consiguieron el 17,5%. Una serie de elecciones entre 1979 y 1981 han reducido la afluencia de votos en cinco o seis puntos; por el contrario, los votos de los cuatro partidos de centro se, han incrementado hasta un 25%, aproximadamente.
Nuevas posibilidades
El hecho de que Italia, por vez primera desde 1945, tenga un primer ministro que procedede las filas de uno de los partidos de centro (el l¨ªder republicano Giovanni Spadolini) es otra clara indicaci¨®n del nacimiento de nuevas posibilidades para un part¨ªdo de centro.
Las leyes electorales italianas, sujetas a un riguroso sistema proporcional, nunca permitir¨¢n los. mismos cambios que en el sistema brit¨¢nico, tan acusados, en donde el primero en llegar a la meta se proclama vencedor absoluto.Pero si los cuatro partidos de centro italianos consolidan sus ganancias en futuras elecciones al Parlamento, el panorama de la democracia italiana experimentar¨¢ profundos cambios.
El electorado italiano, con grandes deseos de cambio sin sacudidas violentas, parece haberse dado cuenta de que la bipolarizaci¨®n pol¨ªtica de mediados de la d¨¦cada de los setenta nunca podr¨ªa realizar tal cambio. Debido a un exceso de precauci¨®n y ambig¨¹edades, los eurocomunistas de Berlinguer, aparentemente, han malogrado la oportunidad que tuvieron en aquellos momentos para constituirse en digna alternativa de la Democracia Cristiana.
Ha sonado la hora para los cuatro partidos centristas. Bajo la f¨¦rula de Spadolini, ofrecen al pa¨ªs ua nuevo modelo social que recuerda en gran manera la pol¨ªtica de consenso, llevada a cabo por los partidos que en la actualidad se aglutinan en el centro de la escena pol¨ªtica brit¨¢nica en ¨¦poca de alianzas entre liberales y laboristas.
Empero, cabe preguntarse que partido, en el Reino Unido e Italia, sufrir¨ªa m¨¢s las consecuencias del brote de una s¨®lida pol¨ªt¨ªca centrista. En el Reino Unido, la crisis del Partido Laborista y, consecuentemente, la b¨²squeda de una nueva ¨ª?quierda podr¨ªa concluir con el nacimiento de un nuevo partido de derecha, en sustituci¨®n de los conservadores. ?Podr¨ªa ocurrir algo semejante en Italia? No es imposible.
Mientras el mayor de los cuatro partidos de centro, el Partido Socialista de Craxi, quiera seguir la estrategia de Mitterrand pala desplazar a los comunistas como nuevo y principal partido de izquierda, en un futuro podr¨ªa pensarse en un triunfo de? centro a expensas, sobre todo, de la Democracia Cristiana. El panorama democr¨¢tico italiano, tanto tiempo inalterado, podr¨ªa alumbrar -ahora que ha comenzado a moverse~ formas completamente inesperadas.
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