Francia y Espa?a: la colaboraci¨®n, necesaria
EL MINISTRO espa?ol de Justicia, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, cubri¨® el lunes, con su r¨¢pida y discreta visita a Par¨ªs, una etapa m¨¢s del anunciado programa de contactos ministeriales bilaterales, en lo que se refiere a los departamentos de Justicia e Interior, acordado. en el viaje de Estado realizado a principios del mes pasado por el presidente Calvo Sotelo a la capital francesa. Los modestos resultados anunciados por el ministro Ord¨®?ez tras su entrevista de anteayer con el titular de la cartera de Justicia en el Gobierno de izquierda franc¨¦s, Robert Badinter, pueden descorazonar a quienes exigen de nuestro vecino resultados espectaculares en la lucha contra el terrorismo como si la existencia de ETA dependiera ¨²nica y exclusivamente de las facilidades que disfrutan sus miembros en Francia. Quienes as¨ª argumentan tienden a olvidar que el terrorismo vasco es un fen¨®meno complejo que afecta al coraz¨®n mismo del entramado social de Euskadi, que no naci¨® como una simple manifestaci¨®n paranoica de matar por matar y que fue agravado en ocasiones por la pol¨ªtica miope de los primeros gobiernos de la posdictadura.Modestos son, en efecto, los resultados de la visita ahora realizada a Par¨ªs por Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, pero resultados al fin y al cabo. Y. no es poco que el Ejecutivo franc¨¦s se comprometa a perseguir en su territorio los delitos cometidos en Francia en relaci¨®n con delitos cometidos en Espa?a, lo que, de cumplirse a rajatabla, acabar¨ªa con la consumaci¨®n del chantaje conocido como impuesto revolucionario y con las bases de entrenamiento militar de ETA en los departamentos franceses pr¨®ximos a la frontera norte espa?ola. Como no, lo es tampoco que el Gobierno de Mitterrand acepte el principio de revisi¨®n de un anacr¨®nico tratado de extradici¨®n que no permite considerar a determinados actos de terrorismo como simples delitos de derecho com¨²n. En la breve declaraci¨®n que puso fin a la entrevista de tres horas entre los ministros Badinter y Ord¨®?ez hay, a pesar de todo, mucho m¨¢s progreso que en todas las promesas no cumplidas del septenio de Giscard, m¨¢s pr¨®ximo ideol¨®gicamente a quien es ahora se lamentan en Espa?a de que las nuevas autoridades galas no den pasos m¨¢s r¨¢pidos para colaborar eficazmente con Espa?a en la lucha contra el terrorismo.
Se inicia, pues, un camino que probablemente no ser¨¢ ni f¨¢cil ni corto, pero que, en cualquier caso, no cuenta con precedentes en la historia de las relaciones hispano-francesas de la ¨²ltima d¨¦cada. Los pr¨®ximos contactos anunciados entre los ministros de Justicia y del Interior de los dos pa¨ªses deber¨¢n confirmar, antes de fin de a?o, si efectivamente mereci¨® la pena sacrificar la impaciencia en aras de una mayor eficacia.
Dicho esto, sin embargo, la opini¨®n p¨²blica espa?ola, traumatizada por un fen¨®meno al que resulta imposible encontrar explicaciones l¨®gicas, necesitar¨ªa, de parte de las autoridades francesas, algo m¨¢s que declaraciones de buenas intenciones y promesas de colaboraci¨®n para el futuro m¨¢s o menos inmediato. Y aunque el problema de las extradiciones concedidas por la propia justicia francesa y denegadas por el Ejecutivo de Par¨ªs no debe agotar una. colaboraci¨®n antiterrorista que puede mostrar mejor su efectividad en las acciones preventivas que en las puramente represivas, una ampl¨ªsima mayor¨ªa del pueblo espa?ol ver¨ªa con satisfacci¨®n y con alivio la entrega a las autoridades judiciales espa?olas de, algunos de los terroristas, cuya extradici¨®n ha sido ya aprobada por tribunales franceses, sobre todo en el caso de personas cuyos actos han sido calificados por esos mismos tribuna les, y no p9r la polic¨ªa espa?ola, como ?vulgares cr¨ªmenes de derecho com¨²n?. El tema puede hacer rechinar las meninges bienpensantes de eminentes juristas franceses, incluido el propio Robert Badinter, pero no es necesario recordar a nuestros vecinos que la extradici¨®n de personas acusadas por delitos pol¨ªticos ha sido pr¨¢ctica habitual de la pol¨ªtica gala de los ¨²ltimos a?os cuando de esas extradiciones depend¨ªan las buenas relaciones con otros vecinos m¨¢s poderosos.
Por lo dem¨¢s, las relaciones bilaterales no pueden agotarse en este espinoso tema de la colaboraci¨®n entre los dos Estados frente al terrorismo criminal, sino que en otros muchos contenciosos pendientes debiera de presidir un esp¨ªritu m¨¢s propio de dos pa¨ªses amantes de la libertad, que deben ayudarse mutuamente en la defensa de los valores democr¨¢ticos, antes que presentarse como dos naciones empecinadas en azuzar in¨²tiles discrepancias. En este sentido las autoridades francesas debieran de emplear alguna contundencia frente a los levantiscos agricultores del Midi, dedicados ¨²ltimamente al asalto de camiones espa?oles en tr¨¢nsito por el territorio de su soberan¨ªa. Este terrorismo de autopista es inaceptable para la nueva imagen de la Presidencia de la Rep¨²blica francesa.
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