La intervenci¨®n senegalesa salv¨® el r¨¦gimen Constitucional de Gambia
Por una vez en la historia reciente de Africa, un golpe de Estado ha fracasado. El presidente Dauda Jauara sigue gobernando sobre un pa¨ªs de trescientos kil¨®metros de largo por cincuenta de ancho, m¨¢s peque?o que bastantes provincias espa?olas. Las gracias ha de d¨¢rselas al Ej¨¦rcito senegal¨¦s, que, a costa de cuatrocientos soldados muertos, restableci¨® la situaci¨®n a favor del presidente constitucional.La Europa racionalista y cartesiana, frecuentemente alejada de las realidades africanas, quiso ver en el golpe ya una revoluci¨®n en ciernes -las izquierdas-, ya un compl¨® sovi¨¦tico-libio -las derechas-, olvidando que para ambicionar el poder basta, en la mayor¨ªa de los casos, que el poder exista. Los partidarios de la tesis de la revoluci¨®n marxista estaban convencidos de que unos cuantos j¨®venes de izquierda, con la ayuda de las fuerzas de seguridad de Gambia y lo que pudo parecer una insurrecci¨®n de los numerosos parados de Banjul, que se dedicaron a saquear las tiendas y comercios, pod¨ªan cambiar el curso de la histor¨ªa de un pa¨ªs monoproductor de cacahuetes y con menos de medio mill¨®n de habitantes.
Los argumentos de la tesis del compl¨® comunista no eran m¨¢s solidos que los de la revoluci¨®n marxista. Esos ¨²ltimos reposaban sobre el llamamiento del l¨ªder rebelde, Kukli Samba Sanyang, a "los camaradas dc la URSS y Guinea Bisau", hecho a trav¨¦s de la radio Banjul. En la tarde del 30 de julio, Sanyang lleg¨® s¨®lo con una escopeta a la emisora -seg¨²n contar¨ªa m¨¢s tarde su ¨²nico locutor-, hizo su llamamiento con toda tranquilidad y se march¨® como vino. Su voz hab¨ªa sido escuchada, sobre todo, en Londres y Dakar.
Como no hubo respuesta inmediata ni env¨ªo masivo de tropas rusas, Samba Sanyang se dirigi¨® a la empresa brit¨¢nica Cable and Wireress, que se ocupa de garantizar las comunicaciones de Gambia con el exterior, pasando por Londres, claro est¨¢. All¨ª pidi¨® hablar por tel¨¦fono con el hermano de Gadafi, despu¨¦s de que el l¨ªder de la oposici¨®n de Gambia le hubiera dado el n¨²mero, pero la conversaci¨®n no pudo llevarse a cabo.
La tesis del compl¨® sovi¨¦tico se basaba en la aparici¨®n en manos de los rebeldes de fusiles kalashnikov de fabricaci¨®n rusa -que luego resultar¨ªan ser los que el Gobierno hab¨ªa comprado para la polic¨ªa, a bajo precio, a la URSS hac¨ªa tres a?os- y en el supuesto desembarco en el puerto de Banjul, tres d¨ªas antes del golpe, de unos sesenta jeeps sovi¨¦ticos que nadie ha podido encontrar despu¨¦s.
Senegal, beneficiado
Si alg¨²n pa¨ªs se ha beneficiado de ese supuesto compl¨® comunista ha sido Senegal, que ha enviado un importante contingente militar a Gambia, como en octubre de 1980, cuando fue descubierto otro compl¨® libio, y que ahora, sin em bargo, nadie se atreve a predecir cu¨¢ndo ser¨¢ retirado.Lo que se ha olvidado es que la Constituci¨®n de Gambia prev¨¦ elecciones generales cada cinco a?os, y que las ¨²ltimas tuvieron lugar en 1977. Las pr¨®ximas, l¨®gicamente, deben llevarse a cabo en 1982. Desde 1962, el Partido Progresista Popular (PPP), del presidente Dauda Jauara, no ha perdido ninguna, gracias al apoyo de la poblaci¨®n campesina mayoritaria.
Gambia, dec¨ªa sir Edward Windley, el ¨²ltimo gobernador brit¨¢nico del territorio, no es m¨¢s que un "accidente de la historia". Ten¨ªa raz¨®n. Cuando las potencias europeas se repartieron el pastel africano en 1873, Francia recibi¨® un Senegal dividido pr¨¢cticamente en dos por una especie de enclave brit¨¢nico llamado Gambia, a causa del r¨ªo, a cuyas orillas se extend¨ªa. A cambio de Gambia, Par¨ªs ofreci¨® a Londres Gab¨®n, e incluso Costa de Marfil; pero los ingleses prefirieron conservar astillas clavadas en las posesiones de otros e hicieron posible que Gambia llegara a nuestros d¨ªas como Estado independiente y miembro de la Commonwealth.
No se puede decir que en Gambia no hubiese motivos para un golpe de Estado. En Africa siempre los hay. Pero en verdad este pa¨ªs, democr¨¢tico para los patrones africanos, donde no existen presos pol¨ªticos y la Constituci¨®n garantiza el pluripartidismo, parec¨ªa el menos adecuado para ser objeto de un intento golpista.
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