La infiel espada de Anto?ete
Lo cantan en una conocida zarzuela de ambiente toledano y antecedentes cervantinos. Es aquello de la fiel espada triunfadora, del fino acero y de la fortuna. La misma romanza que hubiera querido cantar Anto?ete -si es que sabe cantar- al regreso de la corrida de Toledo, arrellanado en su autom¨®vil, entre El Jaro y Curro de la Riva, y repasando un triunfo de cuatro orejas que no pudo ser.Resulta chocante que en tierras de espadas bien templadas le haya sido infiel el acero al torero madrile?o. Hasta siete veces entr¨® a pinchr al quinto buend¨ªa, sin irse en busca del bajonazo que el animoso p¨²blico casi le exigia a voces. Y hasta setenta veces siete que hubiera pinchado, como en la frase evang¨¦lica, las gentes le hubieran perdonado el fallo. Hasta tal punto hab¨ªa gustado su toreo, en una completa y meritoria faena que consigui¨® vencer a la casta de su enemigo. En el toro anterior le hab¨ªamos visto una labor de gran relieve, sobre todo en el empleo de la manoizquierda, y por entrar con m¨¢s coraje hab¨ªa conseguido matar de una estocada. Ante lo ins¨®lito del acierto, el torero rod¨® por el suelo, perdido el equilibrio, y la presteza en el quite por parte de su cuadrilla evit¨® que el diestro resultara corneado.
Plaza de Toledo
16 de agosto. Cinco toros de Joaqu¨ªn Buend¨ªa, de discreta presencia y sospechosos pitones, que por su casta dieron buen juego, y dos de Cortijoliva, uno de ellos devuelto por cojo y el otro, lidiado como sobrero en cuarto lugar, muy chico y sin fuerzas.Manolo V¨¢zquez: silencio y pitos. Anto?ete: dos orejas y vuelta. Luis Miguel Ruiz: vuelta y dos orejas.
Apat¨ªa del diestro Manuel V¨¢zquez
Manolo V¨¢zquez sigue exhibiendo su apat¨ªa. Pensar¨¢ tal vez que los p¨²blicos no le entienden y que no se hizo el n¨¦ctar para el paladar del espectador vulgar. Como no tuvieron en cuenta los suaves muletazos a su primer toro, opt¨® por desaparecer de la tarea, y en el resto se dedic¨® a quitar moscas al cuarto y a no querer saber nada durante toda la corrida.
Tuvo Luis Miguel Ruiz el mejor toro de la tarde, que no fue el quinto, como rezan los t¨®picos, sino el sexto. Un toro para echar mano de todo el cat¨¢logo de pases de la tauromaquia y no para la sesi¨®n de derechazos y naturales que sac¨® de su muleta. Pases con temple y largura, pero mon¨®tonos y desesperadamente iguales entre s¨ª. Pases para aburrir al m¨¢s animado, pero que fueron ovacionados con la misma efusi¨®n que los de la variada y torera actuaci¨®n de Anto?ete.
Todo esto se realiz¨® frente a los toros de Buend¨ªa, puro origen Santacoloma, con casta y nobleza, pero que, como parece norma esta temporada, parec¨ªan destinados a eso que llaman el bello arte del rejoneo.
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