Guant¨¢namo
LA BASE de Guant¨¢namo que mantiene Estados Unidos en Cuba es una de las grandes irregularidades pol¨ªticas de nuestro tiempo, en flagrante contradicci¨®n con el esp¨ªritu y la letra que presidieron la construcci¨®n del mundo en la posguerra. El simulacro de desembarco de marines en la base, dentro de las grandes maniobras Aventura Oce¨¢nica-81 -en las que, por lo menos nominalmente, participa Espa?a con otros pa¨ªses que mantienen buenas relaciones con Cuba-, ha levantado de nuevo las protestas airadas de La Habana. Son l¨®gicas. Recordemos el malestar y las reacciones producidas en Espa?a por la etapa nupcial de los pr¨ªncipes de Gales en Gibraltar, y pensemos lo que habr¨ªa ocurrido en el caso de que una inmensa flota brit¨¢nica, dentro de un programa de maniobras, hubiese efectuado un simulacro de desembarco ofensivo en Gibraltar.Hay, sin embargo, bastantes elementos diferenciales.
La isla de Cuba es un motivo continuo de preocupaci¨®n para Estados Unidos, que ve siempre el riesgo de que se convierta en una base ofensiva sovi¨¦tica a escasas millas mar¨ªtimas de su territorio. La crisis del Caribe de 1962, que pudo producir una guerra entre las dos grandes potencias -pero, que, parad¨®jicamente, termin¨® con la inauguraci¨®n de la coexistencia entre Kennedy y Jruschov-, tuvo el motivo cierto de la instalaci¨®n de proyectiles nucleares sovi¨¦ticos en la isla. Pero tambi¨¦n es cierto que la implantaci¨®n sovi¨¦tica en Cuba se debi¨® en gran parte a los errores de comprensi¨®n de Estados Unidos desde el origen de la revoluci¨®n cubana. Una respuesta m¨¢s d¨²ctil y m¨¢s negociada de Washington a las nacionalizaciones cubanas del primer momento del castrismo hubiera evitado la derivaci¨®n hacia el comunismo, la conversi¨®n de Castro al marxismo-leninismo y la busca de ayuda en la URSS para sustraerse a una amenaza precisa que se cristaliz¨® no s¨®lo en el intento de un bloqueo universal, sino en las operaciones de desembarco organizadas desde Miami con el concurso de la CIA y preparadas por el capital interesado en Cuba. Hay que distinguir en lo posible las actividades del lobby cubano de Washington, que desear¨ªa volver a la situaci¨®n anterior, en la que Cuba representaba desde un prost¨ªbulo y una casa de juegos permanente administrada por la mafia de Las Vegas hasta una colonia donde las riquezas de la isla pertenec¨ªan a las empresas de Estados Unidos, todo ello contenido por la feroz dictadura de Batista y la leg¨ªtima situaci¨®n de defensa militar de Estados Unidos frente a lo que puede ser una base sovi¨¦tica de envergadura. Lo que pasa es que en la confusa y subterr¨¢nea pol¨ªtica de Washington, los dos aspectos de una actitud con respecto a Cuba suelen confundirse. No va a ser Reagan quien contribuya a esclarecerlo; su pol¨ªtica de la demostraci¨®n continuade fuerza puede borrar, en este caso, los repetidos intentos de aproximaci¨®n entre los dos pa¨ªses en los ¨²ltimos a?os, retenida principalmente por los grandes intereses econ¨®micos, que no desean ninguna clase de reconocimiento de Cuba y que tiener siempre la esperanza del regreso a los viejos tiempos. Estos intereses est¨¢n ahora alentados por la pol¨ªtica de Reagan y, sin duda, por las esperanzas en el cansancio de la revoluci¨®n que se advigrten continuamente en la isla. Muchos de los logros de la revoluci¨®n castrista -sobre todo en materia de ense?anza, de un mejor reparto -de la riqueza, de un intento de desaparici¨®n de injusticias sociales- est¨¢n entenebrecidos por el endurecimiento de la vida cotidiana, por la dictadura personal de los Castro, por la presencia permanente de una polic¨ªa pol¨ªtica y por el deterioro del nivel de vida. Lo que de todas formas parece inveros¨ªmil, y desde luego indeseable, es que el cambio de r¨¦gimen que tendr¨¢ que producirse con el tiempo se haga en el sentido de un regreso sin condiciones y sin el aprovechamiento m¨¢ximo de lo que ha tenido de positiva una revoluci¨®n que termin¨® por mal camino. Sin embargo, en esta intentona se mantienen los del lobby y los grandes capitalistas cubanos del primer exilio, los que hab¨ªan hecho su fortuna a base de la explotaci¨®n y de servir de intermediarios para las empresas de Estados Unidos. Ultimamente, antes del hecho brutal y sorprendente de la maniobra de desembarco, hab¨ªa habido ya informaciones seg¨²n las cuales se preparaba una invasi¨®n de la isla a cargo de cubanos disidentes, que ser¨ªan desembarcados en Guant¨¢namo. Es una operaci¨®n todav¨ªa posible.
A pesar de su irregularidad ¨¦tica, la falta de condiciones mundiales hace pensar que la ocupaci¨®n americana de Guant¨¢namo va a durar, por lo menos, hasta la extinci¨®n del contrato de 1903, por el que Cuba entreg¨® esa base a Estados Unidos como pago de su intervenci¨®n de ayuda en la guerra contra Espa?a (No deja de ser curioso que Espa?a, 78 a?os despu¨¦s, participe en las maniobras que tienden a consolidar la presencia de Estados Unidos en la isla.) No es s¨®lo una cuesti¨®n de Reagan: ning¨²n presidente de Estados Unidos ha pensado siquiera, jam¨¢s, en perder este control, el paso de los vientos -la l¨ªnea de separaci¨®n del Atl¨¢ntico y el Caribe-, que domina Panam¨¢ y toda la zona, y que sigue suponiendo un seguro contra la implantaci¨®n sovi¨¦tica. Ahora bien, la pol¨ªtica de Reagan, de la que acaba de dar una muestra con estas maniobras, corta de ra¨ªz las posibilidades de entendimiento y sirve para justificar que Cuba viva en un estado permanente de pa¨ªs amenazado, cercado, junto a un voraz enemigo implacable. Es una de las razones en que se basa Fidel Castro para mantener la dureza y la represi¨®n de su r¨¦gimen.
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