El obispo y Susana Estrada
Le env¨ªo estas l¨ªneas referentes al texto de don Carlos Heras, representante art¨ªstico de Susana Estrada, como ¨¦l mismo se presenta en el mismo texto y que titula "El obispo, Susana Estrada y Mart¨ªn Vigil".Soy simplemente un espa?olito de a pie que s¨®lo me represento a m¨ª mismo, y hablo, por tanto, sin el m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s de defensa o de ataque a nadie. Mi idea es la siguiente:
a) Cuando una persona act¨²a en p¨²blico es el p¨²blico el que tiene el derecho de juzgarla, y jam¨¢s puede sentirse herido por el juicio que ¨¦ste haga; la ¨²nica manera de evitar un juicio desagradable es no someterse a esa prueba, sobre todo cuando se acepta de forma libre y voluntaria, y se expresa con toda libertad y sin que nadie la coaccione. El respeto a la intimidad es proporcionado al uso que uno mismo haga de su propia intimidad. Resulta absurdo que nos moleste el ser juzgados con el visor que constituye el cerebro de cada persona a la que hemos presentado esa misma intimidad. ?Le hubiera molestado tanto al se?or De las Heras el juicio del obispo si este hubiera sido de loa y alabanza tanto a Susana Estrada como a Mart¨ªn Vigil?
b) Toda persona, aunque sea obispo, merece respeto. El mismo que exigimos para el nuestro, al menos. O ?cu¨¢ndo se va a superar este vicio tan espa?ol y de tan poco nivel intelectual de juzgar a los obispos por c¨®mo nos va en la comedia?: si aplauden lo que nos gusta, son fen¨®menos; si reprueban lo que nos conviene, son la nueva inquisici¨®n. Desde luego no dudo, porque la desconozco, su pretendida formaci¨®n cultural y religiosa, pero no deja lugar a dudas su apasionamiento defensivo por su protegida antes que el nivel que exigir¨ªa esa formaci¨®n. Un obispo, aunque sea obispo, no por ello, pienso yo, deja de ser persona, y tiene derecho a pensar y juzgar de los hechos con su propio juicio, que desde luego no tiene por qu¨¦ coincidir ni con el suyo ni con el m¨ªo, pero que s¨ª merece el mismo respeto que queremos para el nuestro.
c) En cuanto al fondo del tema, perm¨ªtame que dude una vez m¨¢s, de esa formaci¨®n cultural y religiosa en la que usted se funda para juzgar al obispo, si le lleva a la conclusi¨®n de que la "libertad la hemos conquistado con mucho sudor y l¨¢grimas". M¨¢s bien tendr¨ªamos que decir que la libertad es un don de Dios, ya que nos constituye, como constituye al mismo Dios. Y a nosotros ¨²nicamente nos queda defenderla y salvarla de implicaciones manipulatorias, de las que nos es tan dif¨ªcil estar libre a los humanos. En virtud de esa misma libertad debiera usted conceder al se?or obispo su derecho a opinar y juzgar no a las personas -usted no ha le¨ªdo bien-, sino a la publicidad de una intimidad que ellos mismos hicieron sin que nadie se la pidiera. Y desde luego la gran mayor¨ªa (no creo en las encuestas -al menos a m¨ª no me han pedido mi opini¨®n ni a los de mi contexto social-, que se hacen para justificar posturas, y no para aclarar la verdad), la mayor¨ªa, digo, del pa¨ªs, respetando la opini¨®n contraria, no encontr¨® correcto el fondo y forma del tal mano a mano, como evidenci¨® m¨¢s que de sobra el mismo presentador.
Deje, se?or Heras, al obispo decir lo que piensa, como el obispo tuvo que dejar que dijeran su pensamiento Susana Estrada y Mart¨ªn Vigil; siga usted con su forma de usar de la libertad que usted se otorga a si mismo y que justifica en su patrocinada. Y si en algo no estuvo correcto el obispo ya ser¨¢ tambi¨¦n juzgado, no s¨®lo por los hombres, sino por Dios, que, aunque no es ya -de acuerdo- el col¨¦rico, tampoco es tonto.
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