El p¨²blico sali¨® indignado
Pocas veces habr¨¢ habido un p¨²blico m¨¢s irritado y lleno de indignaci¨®n. Aquello era la c¨®lera del espa?ol sentado, que dijo el cl¨¢sico. La chispa que desat¨® la furia fue, por un lado, la invalidez de los toros de Pilar Poblaci¨®n, de los que el cuarto y el sexto tuvieron que ser devueltos al corral porque no se ten¨ªan en pie. Por otro, aunque en esta ocasi¨®n con menos raz¨®n, la lidia de un sobrero de Prieto de la Cal, manso de solemnidad, propio para lucirlo a la carreta o colocarlo sentado en un portal de Bel¨¦n.Pero lo que en realidad termin¨® de encrespar a la clientela fue el intento de volver a lidiar uno de los toros de Pilar Poblaci¨®n que ya hab¨ªa sido rechazado. Anunciado en la pizarra que saldr¨ªa un sobrero de Albarr¨¢n, lo que apareci¨® ante los incr¨¦dulos ojos del p¨²blico fue un toro de Pilar Poblaci¨®n, con visibles se?ales de haber sido ya picado, con lo que todos se dieron cuenta del intento de escamoteo. El p¨²blico, que no se chupa el pulgar exigi¨® la salida del toro anunciado y all¨ª estuvimos, entre dimes y diretes e idas y venidas de la presidencia al callej¨®n, diez largos e interminables minutos, hasta que se solt¨® el toro de que seg¨²n se cuch¨ªcheaba en el tendido pertenec¨ªa a la corrida anunciada para el lunes.
Plaza de Colmenar Viejo
29 de agosto. Primera de feria. Cuatro toros de Pilar Poblaci¨®n bien presentados, de media casta e inv¨¢lidos. Uno de Prieto de la Cal, manso de solemnidad, condenado a banderillas negras, y uno de Luis Albarr¨¢n discretamente presentado y flojo. El Inclusero, que mat¨® el prirnero y el quinto, oreja protestada y silencio. Roberto Dom¨ªnguez, que mat¨® el segundo y el cuarto, vuelta protestada y palmas. Jos¨¦ Luis Galloso, silencio y silencio.
Los toreros hicieron todo lo posible por intentar sacar partido de una corrida que cada vez se iba torciendo m¨¢s. El Inclusero fue premiado con una oreja ¨²nicamente, porque sali¨® empitonando al matar en la suerte contraria a su primer enemigo, oreja que fue protestada por los que no son tan impresionables. Roberto Dom¨ªnguez y Galloso trataron de embarcar en la muleta a los paral¨ªticos que tuvieron enfrente, pero entre la falta de fuerza y la no muy abundante casta nada consiguieron.
Babelia
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