Coches y carreteras
LAS CIFRAS sobre matriculaci¨®n de turismos, camiones y autobuses durante el primer semestre de este a?o muestran un notable descenso en comparaci¨®n con el mismo per¨ªodo de 1980. Esta conspiraci¨®n es, por lo dem¨¢s, menos desfavorable que las relativas a la producci¨®n, venta interior y exportaci¨®n de autom¨®viles nacionales. Si las matriculaciones de coches han descendido un 8%, la producci¨®n ha resultado inferior en un 19%. Con los camiones ocurre otro tanto, con el agravante de que la producci¨®n durante la primera mitad de este a?o es un 60%, inferior a la del a?o 1974. Sin embargo, el parque sigue aumentando, mientras que las carreteras espa?olas, en su gran mayor¨ªa, contin¨²an con los mismos firmes y anchuras de anta?o, ajenas al mundo moderno.La crisis del autom¨®vil y del cami¨®n se inscribe dentro de la crisis general provocada por el petr¨®leo, pero tiene, en Espa?a, caracter¨ªsticas propias. Sin discutir la necesidad de contar con un mercado exterior abierto a la importaci¨®n, cabe pensar, como lo hac¨ªa el ¨²ltimo informe de la OCDE sobre Espa?a, que la oportunidad de algunas medidas liberalizadoras no fue precisamente la mejor. El autom¨®vil, por otro lado, soporta una elevada fiscalidad, a trav¨¦s del impuesto de lujo y de los impuestos sobre la gasolina. Las normas para la circulaci¨®n de veh¨ªculos provocadores de humos y ruidos no se aplican, lo que explica la continuidad de un parque obsoleto, con un incremento del consumo de carburantes mayor que el que corresponder¨ªa al desarrollo del sector en los ¨²ltimos a?os. El permiso anual de circulaci¨®n es algo completamente ajeno al estado del veh¨ªculo, a diferencia de lo que ocurre en cualquier pa¨ªs normal.
La detenci¨®n en el crecimiento y mejora de la red de carreteras desde hace varios a?os tampoco ha contribuido a estimular la producci¨®n de veh¨ªculos. Espa?a es un pa¨ªs bastante grande en extensi¨®n, en relaci¨®n con su dimensi¨®n econ¨®mica, y necesita; por tanto, una buena infraestructura que abarate y facilite el transporte. En estas ¨²ltimas vacaciones, los automovilistas han vuelto a comprobar que, con algunas excepciones costeras, la red de carreteras es mala y peligrosa. El n¨²mero de accidentes ha superado las previsiones, y a m¨¢s de uno se le han disipado las ilusiones de una escapada desde Madrid, por ejemplo, al Mediterr¨¢neo o Andaluc¨ªa. Despe?aperros contin¨²a siendo un desfiladero automovil¨ªsticamente inexpugnable. Aparte de la autopista que une Ir¨²n con Bilbao, la cornisa cant¨¢brica es m¨¢s peligrosa, inc¨®moda y lenta que un camino vecinal. Las comunicaciones dentro de Galicia o con Portugal resultan dignas de un pa¨ªs tercermundista. Las carreteras secundarias est¨¢n en un abandono bochornoso, con las extravagantes excepciones de algunos kil¨®metros ocasionales de anchura y firme deslumbrantes, que suelen acabar en el susto de un bache descomunal.
Tampoco la industria del autom¨®vil puede arrojar la primera piedra, ya que ha andado dormida en los laureles de los altos precios y la baja calidad para el usuario. Seat, por ejemplo, aunque dispuso de todo el mercado nacional en una ¨¦poca de auge econ¨®mico, es hoy d¨ªa un despojo como empresa, cuya ¨²nica soluci¨®n es su venta a un comprador extranjero. Pero, incluso la venta peligra porque la red de intereses tejida por los suministradores y sus conexiones dentro de la propia empresa contempla con muy malos ojos la llegada de cualquiera que se proponga poner orden y racionalidad en la organizaci¨®n.
Espa?a es un bello pa¨ªs tur¨ªstico y sus posibilidades ser¨ªan todav¨ªa formidables si no se pusiera el m¨¢ximo empe?o en aniquilarlas. Entre la piedra de la carretera y el petr¨®leo en d¨®lares, la opci¨®n m¨¢s favorable parece clara: dotar al pa¨ªs de una red de carreteras y autopistas de primer¨ªsima calidad. El esfuerzo de la autopista del Mediterr¨¢neo deber¨ªa ser completado hasta Huelva y ser¨ªa necesario un plan vial para cruzar c¨®modamente el pa¨ªs de Norte a Sur y de Oeste a Este. La Costa del Sol, por ejemplo, dispone s¨®lo de una ancha calle de cuatro v¨ªas, convertida por la fuerza de las circunstancias en una mort¨ªfera autopista. Antes del desarrollo del turismo de masas, la Costa Azul, con una orograf¨ªa tanto o m¨¢s complicada, dispon¨ªa de tres carreteras paralelas a distintos niveles.
En los ¨²ltimos a?os, la inversi¨®n p¨²blica ha ido disminuyendo mientras aumentan los gastos de personal y las transferencias. Los presupuestos y sus crecientes d¨¦ficit no liberan fondos para inversi¨®n, en tanto que la quietud y los cambios continuos de criterios en los ministros del ramo han acabado paralizando la construcci¨®n de carreteras. El resultado para el sector autom¨®vil-carretera es mayores riesgos de accidentes, desincentivos a la adquisici¨®n de un veh¨ªculo nuevo y la paradoja de despilfarrar carburante y ahorrar piedra y trabajo nacional. M¨¢s coches, m¨¢s y mejores carreteras ser¨ªan un buen est¨ªmulo para combatir el paro.
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