Guernica
Iba yo a comprar el pan y lo cual que me he acercado, hombre, a mirar a ver eso del Guernica, que est¨¢ ya aqu¨ª en el Cas¨®n, y me he encontrado, o sea, lo de siempre. que todo gran artista pinta la Espa?a eterna, la cosa eterna, lo que sea, cuando pinta, escribe o dibuja un momento concreto. Que el Guernica mayormente, sirve para hoy mismo.As¨ª, leyendo el cuadro de izquierda a derecha, como un texto, lo que se ve primero es un toro (la vuelta de la fiesta o la vuelta de la juventud a la fiesta o la vuelta de Antonio Ord¨®?ez, que identifica su vuelta con la de Franco, como los rojos de Buero, pero en nacional). Debajo del toro hay una madre tr¨¢gica con un ni?o en brazos, y aqu¨ª est¨¢ claro el aguafuerte de la colza, el ¨®leo de la gran intoxicaci¨®n que estos d¨ªas se debate en el Congreso. Los aceites de Goya/Picasso se han vuelto aceite de colza. M¨¢s abajo y m¨¢s a la derecha, una cabeza descabezada con una mano en crispaci¨®n: puede ser la cabeza de Sancho Rof, que por fin ha rodado (cercan¨ªa del tema colza). O sea, que, seg¨²n van viendo ustedes, Guernica somos todos y el gran maestro no hizo sino pintar esta eterna cocamacola que es Espa?a. Casi centrando el cuadro, por arriba, una bombilla muy espa?ola, luz pobre que nos dan los Oriol, como esas bombillas que encienden en la Monumental para matar entre dos luces el ¨²ltimo toro, y que era el sol de los toros que pintaba Solana. Lo digo porque debajo de la bombilla hay un caballo, como de picador, herido de muerte, del que se ha desmontado (parece) el picador Pav¨ªa (que Tejero no sab¨ªa qui¨¦n era, seg¨²n cintas del sumario). Alguien dijo que ignorar la Historia es condenarse a repetirla. Como el caballo tiene cuerpo de letra impresa o Figurada, puede referirse tambi¨¦n, este asunto tauro/equino, a la vuelta de una juventud seudolntelectual y prefascista a los toros, en los que buscan, por el precio de un balconcillo, el t¨®tem y el tab¨² de la raza, la raz¨®n irracional de la Espa?a que les gusta. (Hay otra, otras.) Bajo las pa tas del caballo, el otro brazo de Sancho Rof, con machete quebrado: s¨ª, debe ser el caballo de Pav¨ªa, que ha entrado en el hemiciclo para persuadirle a dimitir a coces a Sancho el Fuerte, Sancho Inmortal. Ya en la segunda mitad mural, bajo una tejavana y luz de d¨ªa, una clara figura aporta l¨¢mpara y as¨ª como paz en la guerra. ?Ser¨¢n los liberales de Garrigues/Camu?as, que vienen ilustrados a Ilustrarnos y encalmar la tragedia? Debajo, una figura de mujer, avanzando agachada: es el pueblo, sin duda, es el ama de casa que viene al canje de la colza. Picasso no pint¨® la lata del aceite porque eso ya hubiera sido socialrealismo a lo Sorolla y Luego dicen que el pescado es caro. Es la Mujer con alcuza, de D¨¢maso Alonso.
Cerrando, en fin, el cuadro por la derecha, una puerta en llamas, un ventano y una Cigura humana elamante al cielo de los bombardeos, que bien pudiera ser el No a la OTAN, o utlllzarse en carteles como tal, del mismo modo que otros han utilizado Los fusilamientos de Goya en blanco y negro. Esta es la lectura del cuadro de Picasso que puede hacer hoy un espa?ol de barra al brazo, un cludadano que va a comprar el pan impreso y la esperanza blanca como harina. Todos somos Guernica, todos posamos y seguimos posando para el cuadro. Picasso nos pint¨® de cuerpo entero. Un pueblo sufridor, una horda con Reales Academias, mezclada de caballos y de muertos.
Vald¨¦s Leal, el Greco, Goya, Solana ya nos hab¨ªan pintado como somos. V¨ªctimas y verdugos. Esper¨¢ndolo todo del cielo de los ¨¢ngeles manieristas o los bombardeos nazis. Picasso nos pill¨® en un momento l¨²cido y letal, masacrados por nuestros ?aliados?. como siempre. Nos hizo la instant¨¢nea por los restos. Lo de la colza en las Cortes, que est¨¢ pasando mientras escribo, debe ser un Guernica con Lavilla.
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