La Bolsa que viene
Cualquier aniversario trae el repaso de la biograf¨ªa anterior y la pregunta sobre el sentido ¨²ltimo de la conmemoraci¨®n, necrolog¨ªa o pervivencia. Las funciones y responsabilidades de la Bolsa ?decrecen o crecen?Tres etapas, tres edades ha tenido el mercado de valores mobiliarios en Espa?a, desde que hace 150 a?os comenzaron sus operaciones:
Hasta principios de siglo, a grandes rasgos, fue mercado de comerciantes de fondos p¨²blicos; en la primera dictadura empez¨® a configurarse como un mercado de accionistas, que durante la segunda ampli¨® extraordinariamente su espacio financiero. La nueva situaci¨®n social que vivimos se orienta hacia la apertura y consideraci¨®n de la Bolsa como mercado de ahorradores.
De los primeros casi cien a?os hemos recibido una historia divertida y poco edificante, si la juzgamos con la ¨®ptica y ¨¦tica sociales de hoy. Hemos heredado, adem¨¢s de muchas an¨¦cdotas, la inclinaci¨®n, a veces perversa, al juego y a la pol¨ªtica y a mezclarlas. Ahora bien, a pesar de los golpes de mano con nombres y apellidos que recibi¨® el mercado durante un siglo, su raz¨®n de existir, su misi¨®n perdur¨® imbatible. Su ra¨ªz liberal, f¨ªsica, y su estirpe institucional le garantizaron la pervivencia y le prepararon para una mayor maduraci¨®n y expansi¨®n.
La segunda etapa supone una metamorfosis profunda. Se sustituye nada menos que la mercanc¨ªa, el objeto de inversi¨®n; de efectos p¨²blicos que pierden todo protagonismo se pasa a acciones. Y adem¨¢s la Bolsa agrega a sus funciones comerciales las financieras. A trav¨¦s de las ampliaciones de capital, el mercado de valores suministra fondos a las empresas que tienen incorporadas. La Bolsa rompe la imagen de claustro esot¨¦rico y pintoresco que fue y los inversionistas se convierten en un numeroso colectivo social. As¨ª como la primera ¨¦poca identifica la Bolsa con un casino, la segunda la confunde con el mercado de acciones y su ¨ªndice general se constituye en su ¨²nica voz. La Bolsa sube o baja, seg¨²n lo haga aquella abstracci¨®n estad¨ªstica.
Mercado de ahorradores
El fracaso final de esta conceptuaci¨®n fragmentaria de la Bolsa todav¨ªa lo estamos viviendo. La Bolsa no puede ser simplemente un mercado de acciones, y menos orquestado indefinidamente por las ampliaciones de capital a la par, porque es un proceso que lleva en s¨ª mismo la clave de sus l¨ªmites. La mec¨¢nica del mercado, una vez m¨¢s, ha revelado los fundamentos de su comportamiento y ha sobrevivido a las perturbaciones y adherencias de su ¨¦poca.
Las perspectivas que se anuncian apuntan en dos grandes direcciones de evoluci¨®n burs¨¢til, dos polos de rotaci¨®n en torno a los cuales se va a ir dando una gama crecientemente variada de posibilidades de inversi¨®n. La m¨¢s elemental atribuye a la Bolsa la funci¨®n p¨²blica de valoraci¨®n y canalizaci¨®n del ahorro social, su retribuci¨®n y las oportunidades concretas de colocaci¨®n. Esta vertiente burs¨¢til se ha iniciado ya con la renta fija financiera (bonos bancarios, letras de cambio y eventualmente certificados de dep¨®sito, si olvidamos la experiencia pasada). Y con los nuevos instrumentos financieros que puedan emitirse: lo m¨¢s parecido a certificados de dinero, a billetes de banco con inter¨¦s. Es un campo de inversi¨®n com¨²n, secante entre las dos esferas bancaria y burs¨¢til, que progresivamente ir¨¢ conjugando la seguridad bancaria y las leyes del mercado.
El resto de la renta fija, p¨²blica y privada tendr¨¢ que ir acomodando los tipos de inter¨¦s, plazos de amortizaci¨®n y dem¨¢s condiciones de estos activos financieros en expansi¨®n. La heterogeneidad de situaciones entre los ahorradores permitir¨¢ una diversificaci¨®n de las clases de emisiones, y la Bolsa cumplir¨¢ su funci¨®n sociofinanciera cuando difunda las ventajas y riesgos de cada uno de estos cauces del dinero. No se puede construir nada s¨®lido sobre la subcultura financiera y el ahorro mostrenco, y por ello la Bolsa habr¨¢ de publicar la rentabilidad, el riesgo, la liquidez y la fiscalidad de todas estas alternativas del dinero. (En este sentido trabaja la actualizaci¨®n institucional).
Ahorradores de todos los paises, ?un¨ªos!
El otro extremo de la funci¨®n burs¨¢til tiene su responsabilidad en la puesta al d¨ªa de un mercado de part¨ªcipes, de socios. ?Es f¨¢cil sentirse hoy realmente incorporado a una empresa, cuando los accionistas son tantos miles? Habr¨¢ que hacer un gran esfuerzo de comunicabilidad para que esta inercia disgregadora no acabe con la comunidad entre empresa y accionistas. S¨®lo tendr¨¢n un mercado activo para sus acciones las que mantengan una relaci¨®n vital. Tambi¨¦n est¨¢n abiertas las v¨ªas legales, pero hay que recorrerlas.
Estre estos dos cuerpos simples de inversi¨®n se seguir¨¢n dando, como en el mercado de acciones, posiciones y categor¨ªas progresivamente diferenciadoras. ?En qu¨¦ se parece el mercado de el¨¦ctricas y otros servicios p¨²blicos al de las acciones qu¨ªmicas o cementeras? Cada d¨ªa se parecer¨¢n menos. Las empresas cuyos beneficios dependan de tarifas oficiales ser¨¢n o son una inversi¨®n intermedia, como renta fija indiciada. Una funci¨®n an¨¢loga podr¨ªan desempe?ar las acciones de servicios financieros, como las grandes sociedades de inversi¨®n.
Y, finalmente, quedar¨¢ siempre vivo el reducto de la incertidumbre del azar, pero para las empresas industriales que lo tienen. Y si quieren mercado tendr¨¢n que hacerlo.
Este escenario de comportamiento del ahorro pasar¨¢ de esta dimensi¨®n nacional a la internacional, como pas¨® de la municipal a la nacional. Los nuevos medios financieros (c¨¦dulas y bonos hipotecarios, papel comercial, aceptaciones, pagar¨¦s, etc¨¦tera), la telem¨¢tica y sobre todo la cultura, empujan por este camino, recreando instrumentos y arrumbando arca¨ªsmos. La energ¨ªa que impulsa el fen¨®meno social, tiene mucho m¨¢s de f¨ªsica, que de pol¨ªtica. El dinero se mueve como la mec¨¢nica celeste. Nadie acudir¨ªa a una convocatoria ?ahorradores de todos los pa¨ªses, ?un¨ªos! ?. Estos 150 a?os han probado que la ra¨ªz es m¨¢s profunda, que arranca de la libertad y de la conciencia humanas de los poseedores de dinero, que cada d¨ªa son m¨¢s en n¨²mero y en conciencia reflexiva de su poder.
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