Terremoto de Jerez: la muerte del sucesor de Mairena
Llegamos a Jerez de la Frontera a media ma?ana, cuando Fernando Fern¨¢ndez Monje, Terremoto, estaba recibiendo sepultura. La noche del s¨¢bado 5 de septiembre hab¨ªa estado cantando en Ronda. Lleg¨® a su casa en Jerez a las seis de la ma?ana, al parecer ya aquejado de molestias; a las nueve hab¨ªa muerto. Su m¨¦dico personal diagnostic¨® paro cardiaco, sin relaci¨®n con su ?vieja afecci¨®n hep¨¢tica?. Una vieja afecci¨®n hep¨¢tica que varias veces puso en peligro la vida del cantaor.
Terremoto era gitano de pura cepa, como todos ellos. Seguramente el mejor cantaor gitano de Jerez, despu¨¦s de Manuel Torre. Algunos ve¨ªan en ¨¦l al sucesor de Mairena, pero esto es dif¨ªcil precisarlo. Lo que s¨ª es cierto es que era uno de los cuatro o seis mejores cantaores del momento actual, uno de los verdaderamente grandes.
L¨¢stima que un temperamento imprevisible, casi siempre debido a su abuso de la bebida, le llevara con frecuencia a soluciones heterodoxas, si no sencillamente inoperantes. Pero cuando cantaba de verdad, como ¨¦l sab¨ªa hacerlo, el cante de Jerez encontraba seguramente su m¨¢s genial int¨¦rprete, con duende y con ¨¢ngel, con una voz rota pero llena de musicalidad, cantaora, con ecos de una sabidur¨ªa ancestral que estremec¨ªan.
Hab¨ªa comenzado de ni?o, entre la gitaner¨ªa del barrio de Santiago, bailando antes que cantando. ?Fue creciendo a ritmo de buler¨ªas?, escribe Juan de la Plata, que le conoci¨® bien. Y a?ade: ?El mundo se le quedaba chico para su grito dionisiaco?. Los elogios se han multiplicado siempre para este gitano que nos ha dejado a los 47 a?os de edad, cuando a¨²n pod¨ªamos esperar o¨ªrle cantar otros tantos. R¨ªos Ruiz nos dice de ¨¦l que era ?un cantaor que alcanza momentos de inspiraci¨®n rayana con lo espec¨ªficamente trascendental en el cante flamenco, algo casi inexplicable, una brillantez enraizada m¨¢s en la sangre que en lo que el cante tiene de pensamiento popular, es decir, una brillantez de lo oscuro -si se nos permite la met¨¢fora-, una hermosura arrancada de la tragedia, un sonido que estremece y levanta el vello por puro poder de lo tel¨²rico?. ?Gitano grande?, le llam¨® Manuel Barrios, aunque en ocasiones no vacilara en reprocharle su excesivo culto al ?milagro producto de las vi?as?, que le hac¨ªa malograr su propio arte.
En los estilos espec¨ªficamente gitanos, seguidillas y buler¨ªas sobre todo, fue un maestro quiz¨¢ irrepetible, pues en momentos de inspiraci¨®n ten¨ªa un eco que no hemos escuchado a ning¨²n otro.
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