La devaluaci¨®n de las monedas europeas

Es un rev¨¦s para el poder socialista y, lo que es m¨¢s grave, una derrota para Francia. El Gobierno no ha impuesto la devaluaci¨®n, ha sido obligado a decretarla. Es la sanci¨®n implacable de la pol¨ªtica econ¨®mica y financiera que lleva a cabo desde hace cinco meses. En cinco meses nos ha hecho retroceder al rango de Italia. Y no es m¨¢s que el comienzo. ( ... )?Qu¨¦ ha pasado? Lo que era previsible. Desde hace cinco meses, este r¨¦gimen ha renunciado al rigor y abierto las puertas sin l¨ªmite. El jefe del Gobierno exclama: "No al lenguaje de las cifras". Las cifras, como los hechos, son testarudas y se vengan con toda rapidez de las palabras. ( ... )

En teor¨ªa, una devaluaci¨®n no es necesariamente una cat¨¢strofe. Pero ¨¦sta s¨ª lo es. ?Por,qu¨¦? Porque para acertar, la devaluaci¨®n debe ir acompa?ada de un plan de recuperaci¨®n econ¨®mica y de una gesti¨®n rigurosa de la hacienda p¨²blica. No existe ning¨²n plan de este tipo y todo demuestra que Mauroy va a continuar su pol¨ªtica. Y bien no hay milagro. Las mismas causas producen los mismos efectos, se acudir¨¢ inevitablemente a los mismos remedios: a otras devaluaciones. La Rep¨²blica de Weimar, despu¨¦s de la primera guerra mundial, vivi¨® una sombr¨ªa experiencia an¨¢loga. Llev¨® a Alemania a la ruina y a Hitler al poder. ( ... )

, 5 de octubre