"Las desdichas de Lul¨²"
Los amantes de Lul¨²El follet¨ªn, a finales de siglo, con sus desventuradas hero¨ªnas, sus complicadas tramas y la inc¨®gnita del desenlace al final de cada cap¨ªtulo, ocupaba en el hogar burgu¨¦s lugar de honor, tal como viene a suceder hoy d¨ªa con nuestra actual televisi¨®n. De mayor o menor inter¨¦s, mostrando m¨¢s o menos la verdadera cara de la vida seg¨²n los autores, nutri¨® de sue?os muchas horas de esperanza o tedio hasta que el cine barri¨® definitivamente a sus h¨¦roes, salvando s¨®lo para la an¨¦cdota o la erudici¨®n un pu?ado de a?ejos nombres.La acci¨®n por la acci¨®n, la intriga por la intriga, la pasi¨®n por la pasi¨®n, arrastraron a millares de lectores prendidos cada semana a peripecias que hoy se nos vuelven a servir desde la peque?a pantalla, vestidas no a la moda francesa, sino a la norteamericana.
Direcci¨®n: Valerian Borowczyk
M¨²sica: Giancarlo Chiaramello. Int¨¦rpretes: Anne Bennent, Michele Placido. Er¨®tica. Clasificada "S".En el cine Oxford-2.
Lul¨² es un relato en el que la parodia o el mismo follet¨ªn visto desde lejos y con iron¨ªa sirven a su realizador para mostrarnos una vez m¨¢s, junto a su vena de humor, un erotismo sensiblemente mitigado. Los que a ¨¦l acudan en busca de agudas sensaciones se encontrar¨¢n con los planos est¨¢ticos de siempre, el simbolismo habitual y esa particular ambientaci¨®n con la que suele Borowczyk rodear a sus actores, no se sabe si elegida a prop¨®sito o impuesta por necesidades de una austera producci¨®n.
Esta Lul¨² que corre desnuda desde los brazos de ricos protectores a los de artistas convencionales para acabar a manos de un apuesto Jack el Destripador, como requieren los c¨¢nones morales, parece arrancada de una novela de Ponson du Terrail o Mauricio Bou¨¦, si ¨¦stos hubieran tendido sentido del humor con el que amortiguar sus preocupaciones m¨¢s o menos sociales.
Falta de t¨¦cnica y oficio narrativo
Borowczyk lo tiene, pero, en cambio, carece en este caso de aquella t¨¦cnica y oficio que los autores franceses eran capaces de dominar a lo largo de cientos de t¨ªtulos. As¨ª, paliado el erotismo de sus historias anteriores, la acci¨®n invita no a placeres prohibidos, sino al casto sue?o del que s¨®lo es capaz de arrancar a los espectadores la muerte de la protagonista, que bien merec¨ªa un final m¨¢s feliz o menos violento, habida cuenta de que su pecado no supone delito mayor si se le compara con los habituales de los tiempos que corren.
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