Lluis Pasqual: "No hemos sabido ?vender? a Calder¨®n de la Barca"
Hoy estrena en el Mar¨ªa Guerrero su montaje de "La hija del aire"
El Centro Dram¨¢tico Nacional, que dirige desde esta temporada Jos¨¦ Luis Alonso, presenta hoy en su teatro Mar¨ªa Guerrero La hija del aire, de Calder¨®n de la Barca, que llega a Madrid, dirigida por Lluis Pasqual, despu¨¦s de haber actuado con diversas acogidas del p¨²blico en distintas ciudades espa?olas. En el papel principal de la obra est¨¢ la actriz Ana Bel¨¦n, y en medio de la preocupaci¨®n del director del escenario teatral se halla la de hacer un Calder¨®n asequible al p¨²blico contempor¨¢neo. Pasqual, que a los veintinueve a?os ya ha sido ayudante de direcci¨®n de Giorgio Sthreler en el Piccolo, de Mil¨¢n, se lamenta de que los espa?oles no hayamos sabido vender a Calder¨®n, de cuya muerte se conmemora este a?o el tercer centenario.
Pregunta. Decirles, tratar de explicarles a nuestros contempor¨¢neos el pensamiento de Calder¨®n en verso, as¨ª como lo ha explicado usted a primera vista, parece encerrar grandes dificultades.Respuesta. S¨ª, es muy dif¨ªcil porque hay que entrar en la parte mec¨¢nica y en la parte ideol¨®gica. Calder¨®n es uno de los autores m¨¢s estudiados y contin¨²a siendo un gran desconocido, tal vez m¨¢s desconocido para los habitantes de esta tierra que para los extranjeros, que para los alemanes, por ejemplo. La hija del aire era una obra que entusiasmaba a Goethe, que rele¨ªa Wagner... Yo, de verdad, creo que a Calder¨®n nos lo han vendido fatal; como el representante de la Contrarreforma y como el detentador de unos poderes determinados, y todo eso es una verdad a medias. Nadie ha contado que Calder¨®n pod¨ªa estarse riendo por dentro, nadie te contaba que, de repente, el hecho absolutamente revolucionario era que un actor, que era alguien que no merec¨ªa estar enterrado en tierra sagrada, alguien indigno de ser miembro de una sociedad, representaba al rey, al poder real; esto era un hecho absolutamente revolucionario que ocurr¨ªa en una sociedad que se lo permit¨ªa.
Nuestra sociedad, que asimila absolutamente todo y que es como una planta carn¨ªvora, casi no se puede permitir esos elementos de distorsi¨®n. La hija del aire, por ejemplo, que es el contramolde de La vida es sue?o, nos ofrece un Calder¨®n despiadado, ir¨®nico, cruel, que en La vida... nos plantea un camino del conocimiento a trav¨¦s de la reflexi¨®n, un poco paralelo a lo que hace Shakespeare con Hamlet y, en cambio, en La hija... hay una incursi¨®n de Calder¨®n por el camino del mal tan potente como el que Shakespeare pueda hacer a trav¨¦s de Macbeth, lo que pasa es que los ingleses han sabido guardar la tradici¨®n y saben hacer marketing, saben exportarlo, aparte, claro, de la grandeza inimitable de Shakespeare. Pero creo que La hija... nada tiene que envidiar a las grandes tragedias de Shakespeare. Calder¨®n es un dramaturgo de una habilidad extraordinaria. Cuando entra en ese camino del mal. lo hace con todas sus trampas, y as¨ª, cuando tiene que hablar de unos sentimientos que chocan con su ¨¦poca, con la Inquisici¨®n y con la censura, se inventa que La hija... se desarrollaba en un pa¨ªs pagano y entonces ah¨ª se lo pod¨ªa permitir todo. Es un hombre de teatro con tal habilidad que me parece absolutamente incre¨ªble, de una desfachatez enorme, que haya escrito La hija del aire.
P. Con sus veintinueve a?os reci¨¦n cumplidos, su carrera como director de teatro hay que calificarla de brillante, pero Calder¨®n, como usted mismo ha dicho, es de gran dificultad. ?Tiene miedo?
R. Miedo no es la palabra. Pero cuando se plantea un trabajo con honestidad me produce una enorme intriga saber la respuesta del p¨²blico. Pero no la respuesta final, sino saber c¨®mo llega al p¨²blico. Por decirlo f¨ªsicamente, la distancia que hay entre el p¨²blico y yo. Cu¨¢ntos metros, hasta d¨®nde llego y hasta d¨®nde no llego. Eso me produce una enorme curiosidad. En cualquier caso, lo que m¨¢s miedo me da siempre en un proceso teatral es si he equivocado al actor.
P. ?Y c¨®mo se plantearon usted y Fabi¨¢ Puigserver una escenograf¨ªa del barroco comprensible al espectador contempor¨¢neo?
R. En principio, pensamos que no se pod¨ªa reproducir arqueol¨®gicamente el espacio barroco, pero no hab¨ªa que olvidar que las reglas de convenci¨®n del espacio barroco, tan perfectas, no hab¨ªan pasado a¨²n por el escenario italiano, es decir, por la caja de sorpresas, por la sala oscura y por todos los elementos que despu¨¦s introduce el neorromanticismo y que es la otra cara de la moneda, la ant¨ªtesis del barroco. El claroscuro degradado. Para acercar al espectador y suprimir esa barrera, esa distancia entre el espectador y el escenario, tan decimon¨®nica, hemos sacado el escenario hasta la fila nueve. En realidad, hemos creado un espacio de juego, un espacio convencional que sirva para hacer teatro, que es, finalmente, contar una historia utilizando un medio teatral. Hay que acercarlo al p¨²blico porque, al contrario que en el barroco, la capacidad maquin¨ªstica no sorprende.
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