The Lindsay Kemp Company
A prop¨®sito de las declaraciones aparecidas en EL PAIS referentes a la violenta agresi¨®n cometida contra m¨ª en Valladolid, publicadas en su edici¨®n del 16 de octubre, me permito, por consideraci¨®n al p¨²blico y al pgri¨®dico, hacer las siguientes anotaciones.Seg¨²n el escritor ingl¨¦s Quentin Crisp, la "educaci¨®n o buenas maneras consiste en hacer o decir aquello que uno piensa o siente sin causar ofensa a nadie". Con este prop¨®sito, y siempre refiri¨¦ndome a la agresi¨®n f¨ªsica cometida contra m¨ª en la ma?ana del 9 de octubre, quisiera declarar lo siguiente:
Bas¨¢ndose en mis declaraciones, el hecho podr¨ªa tomarse como una agresi¨®n causada por motivos ideol¨®gicos (v¨¦ase, EL PAIS de 10 de octubre). Las declaraciones de mis agresores, al contrario, suger¨ªan o estipulaban que el motivo de su agresi¨®n fue una reacci¨®n causada por provocaciones sexuales. En la esperanza de iluminar la posible confusi¨®n en la opini¨®n p¨²blica al leer estas declaraciones contradictorias me gustar¨ªa a?adir que, en estado de shock, despu¨¦s de haber recibido heridas considerables en la nariz, o¨ªdo derecho, mano izquierda y costilla derecha, no me sent¨ª en condiciones de efectuar declaraci¨®n o denuncia a la polic¨ªa. Ambas hubiesen resultado explosiones emocionales y posiblemente incorrectas y, aparte de estar sangrando, necesitaba descansar, ya que deb¨ªa trabajar ese mismo d¨ªa por la tarde. Mi declaraci¨®n a la polic¨ªa fue hecha dos d¨ªas despu¨¦s y debidamente firmada. En ¨¦sta estipulaba haber sido agredido por cuatro hombres e insultado con las palabras "comunista" y "gentuza de teatro", y a ella pueden referirse aquellos que lo deseen.
Las posteriores declaraciones de mis agresores y acompa?ante explican la agresi¨®n como el resultado provocado por gestos y m¨ªmica de tipo sexual por m¨ª ejecutados. Estas declaraciones astracanadas me parecen burdas y grotescas y no pretendo considerarlas.
1. Porque conf¨ªo en la opini¨®n e inteligencia de la gente espa?ola para saber discernir entre verdad y fantas¨ªa.
2. Porque no es mi intenci¨®n originar una pol¨¦mica de tipo folkl¨®rico-deportivo para entretenimiento de desocupados.
3. Porque prefiero conservar intactas las vivencias del amor demostrado por las gentes de Valladolid a m¨ª y a nuestra compa?¨ªa con el aplauso agradecido de las funciones del teatro Lope de Vega, y la amistad ofrecida en las calles, hotel, bares, restaurantes, casas particulares y Ayuntamiento de Valladolid.
Tampoco pienso proceder legalmente contra mis agresores.
a) Porque mi trabajo me obliga de inmediato acompa?ar a mi compa?¨ªa a otros pa¨ªses.
b) No es mi costumbre perder mi tiempo y energ¨ªa -ni la de los dem¨¢s- en asuntos degradantes o de enfrentamiento.
c) Porque espero que la violenta agresi¨®n que se me ha ocasionado sirva de advertencia o ejemplo para todos: pueblo, Prensa y autoridad.
Y finalmente, no deseo procesar porque, como escribi¨® Shakespeare en Hamlet, temo los retrasos de la justicia.
Pero sobre todo, porque este caso ocurrido, en Valladolid muy bien podr¨ªa, si nosotros lo dese¨¢ramos, convertirse en un caso contra la libertad de expresi¨®n en Espa?a. Y yo, al contrario de ciertas corrientes oscurantistas, no creo que Espa?a viva ahora el ambiente del tiempo de Oscar Wilde. Ni siquiera creo, tambi¨¦n en opuesta corriente con algunos demagogos, que Espa?a viva el ambiente del 1936 de Federico Garc¨ªa Lorca. Pero s¨ª que creo que, a¨²n m¨¢s ahora que entonces, Espa?a vive, ?ay!, el ambiente terrorista de los a?os setenta, que produjeron, entre otros, el asesinato de Pier Paolo Pasolini.
Por todo esto, ruego a los medios informativos y a la opini¨®n popular, que consideramos sabia, den por archivado este crimen, en absoluto aislado, de Valladolid...
Y si lo recordamos, hag¨¢moslo como la evocaci¨®n de una de aquellas moralizantes pel¨ªculas espa?olas de los a?os cincuenta con final feliz.
Ya que, en esta pel¨ªcula la polic¨ªa y la Prensa actuaron noblemente y con gran eficacia y rapidez.
Las masculinidad, valent¨ªa y coraje, el honor y sentido del deber y la justicia del var¨®n castellano han quedado libres de mancha. Como estipulan los c¨¢nones que rigen el honor del hombre espa?ol. Y los comediantes de la legua, los saltimbanquis de circo, sin hogar ni ra¨ªces, como todo el mundo sabe son gentes de mal vivir. Pendencieros y provocadores, borrachos, mentirosos y siempre con la natural costumbre de hacer teatro. Como tambi¨¦n es popularmente sabido que casi todos tienen inclinaciones sexuales de tipo ambiguo. Y por supuesto, ¨²ltimamente, hasta acostumbran a llevar armas.
Los cuatro defensores de la moral, h¨¦roes de esta pel¨ªcula, cuentan con una edad media de veintitr¨¦s a?os. Ser¨ªa divertido a?adir un ep¨ªlogo, situ¨¢ndolos en el a?o 2011. En este ep¨ªlogo nuestros h¨¦roes, ya abuelos, contar¨ªan a sus nietos c¨®mo en los a?os de la naciente democracia espa?ola era cosa f¨¢cil atacar, viciosa e insistentemente, por espacio de diez minutos a un hombre, y despu¨¦s, con la misma facilidad, rematarlo
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llam¨¢ndole maric¨®n p¨²blicamente en los medios informativos.
Los nietos de nuestros h¨¦roes (desear¨ªamos los espa?oles) preguntar¨ªan con cara de incredulidad y sorpresa: "?Y los peri¨®dicos de la ¨¦poca publicaban estas noticias?"./ Director asociado de The Lindsay Kemp Company.
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