La clase del pianista Michel Beroff

El director israel¨ª Eliahu Inbal (45 a?os) resulta familiar a nuestro p¨²blico. Posee dotes de comunicatividad grandes que priman sobre cualquier otro valor o sit¨²an en segundo plano cualquier defecto posible. Su concierto con la Nacional no ha sido particularmente bueno, quiz¨¢ por las dificultades del Concierto n? 2 de Bartok, quiz¨¢ por cierto cansancio advertible en los profesores de la Orquesta ante partituras como la Quinta de Chaikovski.Despu¨¦s de las danzas alemanas K. 600, de Mozart -muy bien expuestas-, el pianista Michel Beroff demostr¨® la excelente clase de su juego, la firmeza constructiva y la exacta comprensi¨®n de unas p¨¢ginas problem¨¢ticas por naturaleza cual las del Concierto bartokiano. Acaso estamos ante una obra para int¨¦rpretes de gran voz, y la de Beroff tiende al preciosismo, la transparencia sonora y la mesura expresiva. Con todo, la versi¨®n mantuvo niveles muy altos aun cuando la colaboraci¨®n orquestal fallase en ocasiones por falta de claridad y mediano acoplamiento.

Para Inbal, el mejor momento -y cuando recibi¨® los m¨¢s largos aplausos- fue la Quinta chaikovskiana, que entiende con fuerza expresiva, y, al mismo tiempo, sin entregarse a m¨¢s ret¨®rica que la propia de la obra, que no es escasa. Los asiduos a los viernes -que este a?o, como se sabe, son en parte otros- recibieron el caudal de lirismo, brillantez y carga sentimental caracter¨ªstico del compositor ruso, pero, gracias al buen criterio de Inbal, no se lleg¨® a la intoxicaci¨®n, que tambi¨¦n existe en m¨²sica.