Desobediencia civil de las bases del sindicato libre polaco
Las bases del sindicato independiente polaco Solidaridad mantienen la conflictividad laboral en ocho de las 49 voivodias (provincias) del pa¨ªs en contra de las recomendaciones de la propia organizaci¨®n obrera y el Parlamento (Sejm), en protesta por la no remuneraci¨®n de las jornadas huelgu¨ªsticas, o contra lo que califican de provocaciones policiacas.Sin embargo, Lech Walesa consigui¨® ayer un primer ¨¦xito en Tarnobrzeg al conseguir que 100.000 obreros regresaran al trabajo. Entre tanto, otros tantos miles de trabajadores mantienen paros en Zielena Gora, la mina Sosnowiec (Silesia) y el centro textil de Zyrardow.
Hoy se reunir¨¢ en Gdansk la presidencia de Solidaridad para tratar de la renuncia a la huelga y la eventualidad de imponer sanciones a los l¨ªderes sindicales que persistan en la l¨ªnea de conflictividad. La reuni¨®n tendr¨¢ adem¨¢s un punto importante, el procesamiento pedido contra Marian Jurezyk, presidente el sindicato regional (MKZ) de Szczecln y rival de Walesa para la presidencia de Solidaridad en su I Congreso, acusado de "ultrajar al pueblo polaco, la Rep¨²blica Popular y sus ¨®rganos supremos" en un discurso pronunciado el pasado d¨ªa 25 de octubre en Trzebiatow, en el que acus¨® a parlamentarios y gobernantes de "traidores y lacayos de Mosc¨²".
Jurczyk se refiri¨® adem¨¢s al cambio necesario de "esas personas, de las cuales m¨¢s de una cuarta parte son jud¨ªos y traidores a la patria". Este tono antisemita ha sorprendido por cuanto los sectores m¨¢s conservadores del poder ven¨ªan acusando precisamente a los jud¨ªos de manipular Solidaridad. Jurczyk, l¨ªder en las huelgas del B¨¢ltico en 1970 y 1980, puede ser condenado a una pena entre seis meses y ocho a?os de prisi¨®n. Es la primera vez que un alto responsable del sindicato libre corre el riesgo de ser procesado.
El Se?m, que, hecho hist¨®rico en la Europa del este, rechaz¨® la ley de prohibici¨®n de la huelga sustituy¨¦ndola por una "recomendaci¨®n" de vuelta al trabajo, tiene en sus manos la posibilidad de otorgar poderes excepcionales al Gobierno para que ponga fin a la conflictividad. El tema podr¨ªa provocar una situaci¨®n de dif¨ªcil arreglo desde el momento en que se rumorea que Walesa estar¨ªa dispuesto a dimitir si no logra apaciguar el radicalismo de las bases sindicales.
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