Defensa de Calder¨®n
La difusi¨®n de ese peri¨®dico y la credibilidad que le otorgan amplios sectores de p¨²blico me persuaden a expresar alguna manifestaci¨®n de discrepancia -no hay espacio para otra cosa- respecto a la sa?a anticalderoniana desplegada por Francisco Umbral en sus art¨ªculos de-Spleen- y que culminan en Ana del aire, publicado el 22 de octubre.Cuando el mundo entero, desde los pa¨ªses del Este hasta EE UU, celebra el centenario de un autor que prestigia a la cultura espa?ola, creo del peor gusto desarrollar una sistem¨¢tica campa?a, no ya de cr¨ªtica, que requiere inteligencia y esfuerzo, sino de denigraci¨®n, para la que es bastante la ligereza de la pluma.
La petulancia del columnista, que de continuo demuestra ignorar tanto acerca de Calder¨®n, del siglo XVII espa?ol y del barroco en general, le lleva a desde?ar los juicios de un hombre como Francisco Ruiz Ram¨®n, profesor de la Universidad de Purdue y uno de nuestros mejores especialistas en literatura, para preferir la autoridad de otros compa?eros de redacci¨®n del diario. Pero lo que en Ana del aire corona las cimas del desprop¨®sito no es el habitual y fr¨ªvolo juego de las charadas sem¨¢nticas, sino la ignorancia que achaca a Calder¨®n de las obras de Marx y Einstein, observaci¨®n cuya dudosa gracia admitir¨ªamos si no se nos insistiese acerca de la supuesta sutileza de la misma.
En cuanto al presunto fascismo de don Pedro, aun admitiendo la proyecci¨®n anacr¨®nica de nuestra ideolog¨ªa sobre un pasado tan distante en todos los aspectos, habr¨ªa mucho que opinar y, lo fundamental, que investigar con rigor y paciencia. Yo, por ejemplo, tras muchas horas de dedicaci¨®n al asunto, no veo tan identificado a Calder¨®n con el poder como ahora nos dicen, ni mucho menos. Y aqu¨ª estoy con Ruiz Ram¨®n y bastantes estudiosos m¨¢s. ?Y con los ilustrados de fines del siglo XVIII, que prohibieron no pocas de sus comedias a causa de los acentos subversivos que conten¨ªan, en los a?os de la expansi¨®n revolucionaria francesa! Digamos que entre esas obras se hallaba La vida es sue?o, condenada por sus ingredientes sediciosos, populares, cr¨ªticos y antidin¨¢sticos.
Mejor har¨ªa, si puede, el se?or Umbral honrando las letras castellanas con alguna demostraci¨®n de Pasa a la p¨¢gina 12
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