La Espa?a natural
La desmilitarizaci¨®n de los partidos, la expectativa de voto/Felipe, la pomada socialdem¨®crata, la movida ecol¨®gica de Malasa?a (toda la basca en un bar/autob¨²s ingl¨¦s, pidiendo la salvaci¨®n de las ballenas), el vuelo de los zepelines socialistas de Mitterrand por el Teatro Espa?ol, la radio viva y viva la radio (me invita Pepe Domingo Casta?o, tras ponerme como no digan due?as), el erotismo l¨ªrico de Bellmer, la pasi¨®n senil de las grandes editoriales espa?olas por la novela joven, el teatro off/off en Murcia y Getafe, el redescubrimiento de lenguas pareda?as, como el portugu¨¦s de Guimar?es Rosa (Alfaguara), y lo guapa que se est¨¢ poniendo Ana Bel¨¦n, son signos en el cielo que recomponen la Espa?a natural, real, ideal, menestral y social, frente a la Espa?a oficial o las mayor¨ªas y derechas naturales que mu?e y gana don Manuel Fraga, un suponer. Me lo dec¨ªa la otra noche Ferrer-Salat, de cuya conversaci¨®n di un esquema en esta columna:- Espa?a ha tenido siempre un ideal, este pueblo se ha movido por algo que no era s¨®lo material. ?Por qu¨¦ se han desencantado los espa?oles?
Como escribi¨® Ortega, ?nuestra relaci¨®n con el pasado siempre es espectral?, y esto est¨¢ bien en l¨ªteratura, pero Ferrer y Fraga se empecinan en mantener esa relaci¨®n espectral y actualizarla, en m¨®ntarles a los espa?oles una sonata de espectros nacionales prescindiendo de Strindberg. La Espa?a natural, empero, no est¨¢ con ellos ni son ellos, sino que la Espa?a natural, entre necesaria y bostezante, se despereza ahora y se perfila, para los idus/83, o cuando haya idus, en un voto progresista moderado, socialmoderado, progremoderado, demomoderado, evolucionista, regeneracionista, reformista, que ya tiene su oferta entre el PSOE y la socialdemocracia, m¨¢s algunos independientes, liberales/ verit¨¦, rojos por libre y ¨¢cratas a su aire.
Papini, un escritor que ya nadie usa, escribi¨® unas cartas ap¨®crifas en las que desguazaba a sus contempor¨¢neos mediante el equ¨ªvoco procedimiento de la autocr¨ªtica falseada, ama?ada, desnaturalizada. La que se refiere a Picasso ha sido publicada por un lector de este peri¨®dico, en la secci¨®n correspondiente, obviando el lector el montaje general del rollo, o sea un fraude, pero el personal sigue haciendo cola para el Guernica y pasando de engendros epistolares. La Espa?a natural est¨¢ en la cola del voto/Picasso y raramente van a poder con eso Fraga, Ferrer y el se?or Hammond, el de los pianos f¨¢ciles para ¨¢grafos musicales. El gran Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde (me lo he encontrado en Barajas, de madrugada) le est¨¢ pegando un repaso a la literatura espa?ola, en casa de don Juan March, y el corolario del curso es, como siempre en Valverde, que la Espa?a natural, el pueblo natural, la vida natural que se levanta cada d¨ªa cuando ?el sol lo toca todo, como un ciego?, resurge una y otra vez, inextinguible, entre Quevedo y Valle, entre Cervantes y Cunqueiro, como el pueblo brasile?o, aparte dictaduras de carnaval, resurge entre As¨ªs y Guimar?es. A los polit¨®logos les parece un c¨¢farnaum que los partidos se vac¨ªen, que el pueblo pase de profesionalizarse en la pol¨ªtica, pero a uno, con perd¨®n, le parece natural y bueno que, inevitablemente extinguido el mogoll¨®n ?revolucionario? del 77, aparezca, emergente y serena, la Espa?a natural, decidida a exigir progreso y mejora, libertad y tiempo.
Tras la muerte del padre (no somos m¨¢s que una horda con Reales Academias) vino la ordal¨ªa y la catarsis. Serenadas las sangres, que se resisten a llegar al r¨ªo, ya nos conocemos todos y el personal se para, con Machado, a distinguir las voces de los ecos. A la Espa?a natural no la desnaturaliza ni la colza.
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