Semblanza de Bettino Craxi
Bettino Craxi, l¨ªder del Partido Socialista italiano, est¨¢ preparando un "gran cambio en el equivalente de poder tradicional" de Italia. Craxi ocup¨® la secretar¨ªa del PSI hace cinco a?os, tras las desatrosas elecciones generales de 1976, est¨²pidamente provocadas por su predecesor, Francesco de Martino, un caballeroso profesor napolitano que cre¨ªa y sigue creyendo profundamente que la misi¨®n hist¨®rica del partido socialista era extinguirse, pasando a formar parte del partido comunista cuando ¨¦ste se hubiera convertido en un partido democr¨¢tico.Bettino Craxi fue el joven lugarteniente de Pietro Nenni en sus ¨²ltimos a?os, cuando el gran dirigente del PSI se hab¨ªa arrepentido ya de haber aceptado el Premio Stalin y hab¨ªa reconducido al partido al lado democr¨¢tico del espectro pol¨ªtico. Craxi fue, desde sus comienzos, un socialdem¨®crata y Un defensor del atlantismo.
En 1976 encabez¨® la revuelta de la joven generaci¨®n, que inclu¨ªa tanto a izquierdistas como a derechistas, contra la vieja guardia del partido. Casi por pura casualidad fue elegido corno nuevo Secretario del partido. La joven generaci¨®n tom¨® el poder en la peor ¨¦poca: el PSI hab¨ªa obtenido menos del 10? de los votos, contra el 38,8% de los cristianodem¨®cratas y el 34,4% de los comunistas. Resultaba por entonces quijotesco enfrentarse al dominio por parte de los dos grandes partidos de la vida pol¨ªtica italiana.
Craxi logr¨® r¨¢pidamente mejorar sus relaciones con los tres peque?os partidos del centro: los liberales, los republicanos y sus hermanos al tiempo que enemigos, socialdem¨®cratas. Juntos, los cuatro partidos hab¨ªan obtenido en las elecciones de 1976 tan s¨®lo el 17,5% de los votos. En las elecciones parlarnentarias de 1979 aumentaron su porcentaje ¨²nicamente en un punto. En posteriores elecciones parciales llegaron hasta 25%.
Actualmente se piensa, en base a indicios, que unas nuevas elecciones dar¨ªan como resultados tres grandes bloques: la democracia cristiana, con alrededor de un 35%; los comunistas con menos de un 30%, y los cuatro partidos de centro con m¨¢s de un 25%.
Ruptura de la bipolaridad
Este es, al menos, el sue?o de Craxi; est¨¢ plenamente convencido de que antes o despu¨¦s va a conseguir su objetivo. Cree que ya ha roto el sistema bipolar italiano, aunque reconoce que todav¨ªa"no se ha establecido un nuevo equilibrio de poder". De cualquier forma, est¨¢ seguro de que su partido va a realizar unos progresos considerables, junto con sus aliados, en futuras elecciones. La crisis de la democracia cristiana es profunda, los comunistas, al haber estado en oposici¨®n, han aumentado la violencia de su curocomunismo, y ha creado as¨ª un amplio espacio abierto en el centro.
Y esta es la zona en la que Craxi buscando sus votos. Bettino, nombre de fuerte complexi¨®n, es partidario de un estilo agresivo. La base de su partido es la gran ciudad industrial de Mil¨¢n, en la que el alcalde, as¨ª como los directores de La Scala y del Piccolo Teatro, han sido siempre socialistas. Los milaneses de Craxi han cambiado de manera radical la vieja imagen de ineficacia del partido. Actualmente, el PSI parece capaz de satisfacer la tan pedida demanda de gobernabilidadi puede que incluso la fama de autoritarismo de Craxi le sume votos en el ¨¢rea central del electorado, que se siente desamparado y amenazado por la crisis de la democracia cristiana. Craxi es un oportunista en sus t¨¢cticas, aunque consistente en sus decisiones de estrategia, incluyendo la aceptaci¨®n por parte de Italia de los nuevos curomisiles.
Craxi es actualmente un firme defensor de los esfuerzos del Gobierno Spadolini por obtener una peque?a ganancia de alta tasa de inflaci¨®n, consiguiendo que los sindicatos acepten un amplio pacto social, que incluir¨ªa una pol¨ªtica de salarlos. Spadolini, l¨ªder del diminuto Partido Republicano, y antiguo director del gran peri¨®dico de Mil¨¢n, Corriere della Sera, tiene posibilidades de conseguirlo.
Si as¨ª sucede, y si el panorama pol¨ªtico se estabiliza un poco (lo cual es todav¨ªa una gran suposici¨®n), Craxi podr¨¢ contribuir, personalmente, en gran manera, a debate general, que no ha hecho m¨¢s que comenzar, entre los partidos, sobre las necesarias reformas institucionales, cuyo objetivo es hacer de Italia un pa¨ªs menos ingobernable. El Gobierno Spadolini pod¨ªa entonces resultar la primera fase de un cohete multifase que llevar¨ªa a un Gobierno Craxi.
Todo esto puede sonar un poco a cuento de la lechera; pero hay actualmente en Italia una gran masa de votos flotantes, y al igual que en el Reino Unido, la situaci¨®n general es bastante esperanzadora para los nuevos contrincantes de la vida pol¨ªtica italiana. Vivimos una ¨¦poca interesante en ambos pa¨ªses, que hace dificil la vida de los gurus pol¨ªticos. Y, a prop¨®sito, Craxi ha prometido que jam¨¢s formar¨¢ Gobierno con los comunistas sin la participaci¨®n de la democracia cristiana, incluso si logra convertirse en el nuevo ¨¢rbitro de la vida pol¨ªtica italiana. Se piensa en amplios sectores que es una promesa sincera.
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