Dos austriacos recorrieron Polonia durante tres semanas con uniformes norteamericanos
Dos j¨®venes austriacos, vestidos con uniforme de maniobras del Ej¨¦rcito norteamericano, recorrieron durante tres semanas Polonia, entraron en cuarteles, se reunieron con drogadictos y se fotografiaron junto a Lech Walesa en la sede central del sindicato independiente Solidaridad sin mayores complicaciones. El relato de su viaje apareci¨® en el suplemento semanal del peri¨®dico liberal suizo Tages Anzeiger.
, Karel Dudesek, de veintisiete a?os, y Bernhard Mueller, de 29, consiguieron sus uniformes del Ej¨¦rcito norteamericano en Berl¨ªn Oeste y entraron en territorio polaco por v¨ªa f¨¦rrea, despu¨¦s de atravesar Checoslovaquia. En la zona minera de Silesia, los dos j¨®venes, que se hac¨ªan pasar por aut¨¦nticos soldados norteamericanos y hablaban todo el tiempo en ingl¨¦s, consiguieron comprar vodka y cerveza con el 40% de descuento que perciben los militares.En la zona de Jastrzebie, los dos soldados trabaron conocimiento con el mundo clandestino polaco de los consumidores de droga, "gente que no trabaja y se gana el sustento a base de extra?os negocios, como la venta de droga. El ambiente es totalmente diferente al que conocemos de Alemania. El clima no es pasivo ni decadente, son tipos parecidos a los j¨®venes campesinos y se inyectaban una especie de l¨ªquido parecido al caf¨¦, elaborado por ellos mismos, un extracto de adormidera que se produce all¨ª y que hab¨ªa sido conservada en alcohol".
En un tren, los dos soldados norteamericanos se encuentran con camaradas polacos, con los que conversan animadamente. Al transbordar a otro tren tienen el primer tropiezo con la autoridad. La polic¨ªa les detiene y los llevan al cuartel, donde muestran sus verdaderos pasaportes austriacos. Despu¨¦s de amplias explicaciones, la polic¨ªa los lleva en un jeep sovi¨¦tico hasta alcanzar el tren que hab¨ªan perdido. La sorpresa del revisor al ver dos soldados norteamericanos salir de un veh¨ªculo militar polaco le hizo olvidarse hasta de pedirles los billetes.
En los peque?os autobuses que transportan a los mineros silesianos, muchos les plantean la pregunta que de d¨®nde salen. "Nosotros explicamos que ahora hay nuevos acuerdos entre Polonia, Yugoslavia y Estados Unidos. En el marco de un intercambio militar, con Estados Unidos se ha creado una guarnici¨®n norteamericana en Cracovia y estamos de permiso. La absurda aclaraci¨®n parece explicarlo todo y lo imposible se acepta como un hecho".
Una parte del recorrido lo hicieron en autostop. Uno de los amables automovilistas que les recogi¨® fue un antiguo estudiante de la academia militar de Wroclaw, que les mostr¨®, al pasar, los cuarteles y les explic¨® d¨®nde se encuentran los aeropuertos con aviones Mig sovi¨¦ticos. El ex aspirante a oficial aprovech¨® tambi¨¦n el viaje para ense?arles a cantar el texto completo del himno nacional polaco Todav¨ªa no est¨¢ perdida Polonia.
Quiz¨¢ la parte m¨¢s asombrosa del viaje es la entrada, sin que los centinelas reaccionasen, en la academia militar de Wroclaw, donde entraron en la biblioteca y se sentaron entre los soldados polacos. De pronto la sala se vaci¨® y se quedaron solos unos momentos, hasta que hizo su entrada la Polic¨ªa Militar polaca. Una vez m¨¢s tuvieron que identificarse como austr¨ªacos y, casi disculp¨¢ndose, los polacos les dijeron: "Ustedes comprendan que tenemos que tomar nuestras medidas de seguridad".
El incidente concluy¨® sin mayores complicaciones. En un veh¨ªculo militar recorrieron las instalaciones de la academia, les prestaron unos uniformes polacos para hacerse unas fotos y hasta les ense?aron a marcar el paso. En una taberna donde se re¨²nen los cadetes con estudiantes de la ciudad y con chicas concluy¨® la noche con arreglo al viejo ritual militar polaco: notable consumo de alcohol.
En un tren, entre Auschwitz y Varsovia, soldados polacos les invitan a beber cerveza, lo que rechazan, "porque nuestro comandante lo proh¨ªbe estrictamente". Los soldados polacos les explican que en el Ej¨¦rcito polaco la disciplina no es tan r¨ªgida.
El incidente m¨¢s grave les ocurre en Varsovia y precisamente en la Embajada de Austria, donde piensan que son desertores del Ej¨¦rcito austr¨ªaco y se ven implicados en una discusi¨®n, que cortan los diplom¨¢ticos con la amenaza de llamar a la polic¨ªa. Mejor suerte corrieron en la Embajada de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana en Varsovia, donde recibieron, sin mayores problemas, un visado de tr¨¢nsito hacia Berl¨ªn Oeste.
En Gdansk, McMueller y McDudesek entraron uniformados en la sede central de Solidaridad y se identificaron como miembros del Institut for Unknown Political Affairs (IUPA) -Instituto de Asuntos Pol¨ªticos Desconocidos-, lo que despierta el regocijo de los colaboradores inmediatos de Walesa, que accede a fotografiarse al lado de los dos provocadores.
El viaje de Dudesek y Mueller concluy¨® en Berl¨ªn Oeste. El paso a trav¨¦s del muro, en uniforme del Ej¨¦rcito norteamericano, les permiti¨® ser los ¨²nicos que se libraron de los controles aduaneros. En el lado occidental de la vieja capital alemana concluy¨® la aventura. En unos grandes almacenes, la Polic¨ªa Militar norteamericana les detuvo por ir vestidos con uniformes de maniobra por la calle.
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