Un grandioso inventor
Con una amplia cultura autodidacta, que sucesivamente le lleva de la poes¨ªa a la novela, al teatro, para terminar en el cine, Abel Gance es una de las grandes personalidades del cine franc¨¦s; pero, m¨¢s que por su obra general, por algunas pel¨ªculas en concreto y por la grandiosidad de sus inventos.Tras una etapa de guionista y actor, la primera guerra mundial le lleva a la direcci¨®n. Su fuerte personalidad le hace desligarse de las tendencias expresionistas que dominan el cine europeo de la ¨¦poca e ir hacia un cine m¨¢s espectacular, pero donde siempre impone una visi¨®n personal. Muy influido por la obra de D. W. Griffith, no s¨®lo se limita a aplicar los descubrimientos del norteamericano, sino que en sus mejores momentos consigue sobrepasarlos.
Sus mejores obras del per¨ªodo mudo son J'accuse (1919), curiosa visualizaci¨®n donde se amalgaman Barbusse, Hugo y la Biblia en una historia que finaliza con los muertos saliendo de sus tumbas y un Vencing¨¦torix en sobreimpresi¨®n ,que conduce a los soldados a la victoria, y La roue (1929), una historia sobre el ferrocarril, en la cual trabaja con ardor durante dos a?os con mucho dinero y donde aparecen algunos de sus primeros inventos visuales. Pero su obra maestra es Napole¨®n (1927).
Realizada con gran abundancia de medios, rodada en un sistema de su invenci¨®n denominado Polyvision, con el empleo de tres pantallas, la biograf¨ªa de Napole¨®n se convierte casi en una excusa para dar despliegue a sus delirios visuales. ?En algunos planos de Napole¨®n?, declar¨® en su momento Gance, ?he sobreimpreso hasta diecis¨¦is im¨¢genes. Tienen un papel potencial, como los diferentes elementos de una orquesta. Esto me ha llevado a la Polyvision, a la triple pantalla que proyecta a la vez decenas de im¨¢genes?. El resultado es una curiosa mezcla de t¨¦cnicas experimentales, con una c¨¢mara extremadamente m¨®vil que llega aatar a la grupa de un caballo al galope, que da lugar a una narraci¨®n ampulosa y atractiva.
La llegada del sonoro supone un fuerte freno para sus constantes invenciones, pero en 1933 hace una versi¨®n sonora de Napole¨®n, donde por primera vez se emplea la estereofon¨ªa. A partir de este momento su obra se desarrolla por unos caminos m¨¢s tradicionales y decrece en importancia hasta que en 1964 rueda Cyrano y d'Artagnan, su ¨²ltima pel¨ªcula, precisamente una coproducci¨®n con Espa?a.
No obstante, su ¨²ltima obra es el Napole¨®n, reconstruido por el investigador ingl¨¦s Kevin Brownlow, producido por Francis Ford Coppola y proyectado durante este a?o con gran ¨¦xito en sesiones especiales en Nueva York, Chicago, Los Angeles y Roma, acompa?ado por una orquesta de ochenta profesores dirigidos por Carmine Coppola, que interpretaba una partitura especialmente escrita para las cuatro horas de duraci¨®n de esta obra ¨²nica del cine mudo.
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