La guerra nuclear dif¨ªcilmente puede ser limitada
, El escritor brit¨¢nico T. S. Elliot habl¨® en tiempos de que el mundo se acabar¨ªa "no con un estallido, sino con un pla?ido". Esta posibilidad ha vuelto a ser actual con. el debate sobre el espectro de una guerra nuclear limitada. Pero, ?puede limitarse una guerra nuclear? La respuesta parece ser negativa.El Instituto de Estudios Estrat¨¦gicos de Londres ha publicado un nuevo estudio del australiano Desmond Ball sobre este tema. En el caso de una guerra entre las superpotencias, concluye Ball, no se podr¨ªa limitar el conflicto nuclear, dada la debilidad de los sistemas de mando, control y comunicaci¨®n, especialmente por parte norteamericana. "Cualquier ataque nuclear, militar o estrat¨¦gicamente significativo, acabar¨ªa seguramente con millones de muertos", concluye Ball.
Ball reconoce, sin embargo, que aunque hay cabezas nucleares que desde Occidente apuntan a m¨¢s de 40.000 blancos sovi¨¦ticos, un centenar de ¨¦stos podr¨ªan ser atacados con armas nucleares sin causar da?os colaterales. Esta es justamente la posibilidad que. ha causado tantas suspicacias en el seno de la Organizaci¨®n del Tratado del AtI¨¢ntico Norte (OTAN).
Es dif¨ªcil afirmar o negar rotundamente que, en la OTAN existe un plan para desencadenar un ataque nuclear demostrativo como el indicado por el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig; pero Haig, despu¨¦s de todo, fue comandante supremo de la OTAN hasta 1979. Cuando, en 1969, la OTAN se comprometi¨® de modo formal a lanzar el primer disparo nu clear en caso de necesidad, exist¨ªan estos planes. En 1975, el en tonces secretario de Defensa norteamericano, James Schlessinger, afirm¨® que la OTAN dispon¨ªa de planes que contempla ban la posibilidad de disparar, en unos minutos, entre diez y cuarenta cabezas nucleares "para hacer cambiar los puntos de vista de los l¨ªderes del Pacto de Varsovia y crear una situaci¨®n que llevara a unas negociaciones".
Los temores de Europa
En este contexto, las palabras de Haig no deber¨ªan sorprender, s¨ª bien vienen a confirmar los temores de los movimientos pacifistas. Una de las razones por las que Charles de Gaulle sac¨® a Francia del mando integrado de la Alianza Atl¨¢ntica fue porque tem¨ªa que Europa se viera implicada en un conflicto entre las superpotencias ajeno a sus intereses. Luego llegaron las dudas sobre si Estados Unidos estar¨ªa dispuesto a arriesgar su propio territorio para la defensa de, por ejemplo, Hamburgo. Es necesario recordar, pues a veces se olvida, que fue Helmut Schmidt el que primero habl¨® de la necesidad de reforzar el armamento nuclear en el escenario occidental, es decir, que pidi¨® los misiles Persing II y de crucero. Ahora crece el miedo de una guerra nuclear limitada en Europa. El miedo viene provocado por el hecho de que cada d¨ªa se habla m¨¢s de esta posibilidad, socavando as¨ª las bases de la disuasi¨®n nuclear en general y aumentando la plausibilidad de una guerra nuclear. El debate sobre la guerra nuclear limitada se devora a s¨ª mismo, en gordando.
En cualquier caso, la evoluci¨®n de la doctrina estrat¨¦gica norteamericana implica la racionalizaci¨®n creciente de la guerra nuclear, especialmente desde la llamada doctrina Schlessinger, sobre blancos selectivos. La disuasi¨®n para los norteamericanos no basta ya. Es necesario reforzarla con una capacidad para Devar a cabo una guerra nuclear.
La guerra limitada no es un concepto nuevo. Clausewitz, en el siglo XIX ya habl¨® de ella. Lo que es nuevo es que el concepto est¨¦ en la era nuclear integrado en la arquitectura de la disuasi¨®n. Como proceso, tras la guerra de Vietnam, la guerra limitada qued¨® desacreditada. Como concepto-,sin embargo, no.
La amenaza de perder el control
Entre los mecanismos de control de la guerra est¨¢n los factores geogr¨¢ficos, el tiempo, los blancos y los medios. Pero la guerra limitada, en general, necesita de l¨ªmites discretos, no continuos, y, como hace a?os indic¨® Thomas Schelling, "lo que hace a las armas nucleares diferentes es una poderosa tradici¨®n de que son diferentes". Por ello son numerosos los estrategas que rechazan el concepto de una guerra nuclear limitada, propuesto por ejemplo por un Henry Kissinger en 1957, cuando se preocupaba por c¨®mo transformar de nuevo la guerra en un instrumento de la pol¨ªtica exterior. Kissinger, sin embargo, rechaz¨® estas ideas en 1961. Como se ha dicho con anterioridad, para una guerra total basta la voluntad de uno de los contrincantes.
Para una guerra limitada es necesario un acuerdo entre las dos partes implicadas. Este acuerdo puede venir impl¨ªcito en los t¨¦rminos antes se?alados, o puede crearse a medida que la guerra produce su miseria cong¨¦nita. La propia guerra cambia la naturaleza de los objetivos. En el caso de una guerra nuclear, nada en la doctrina sovi¨¦tica indica que el Pacto de Varsovia est¨¦ dispuesto a aceptar su limitaci¨®n. Es tambi¨¦n dif¨ªcil ver c¨®mo sabr¨ªa el enemigo que el disparo nuclear es demostrativo y no un preludio para la guerra general.
Los ataques nucleares con un mensaje adjunto por t¨¦lex, descritos por el general sir John Hackett, son algo fant¨¢sticos. Por ello, la naturaleza de la respuesta se convierte en el criterio para juzgar la efectividad de la acci¨®n inicial y no la acci¨®n inicial en s¨ª. ?Puede controlarse la guerra nuclear una vez empezada? ?Puede pararse?. El querer responder a esta pregunta implicar¨ªa el debilitamiento de la postura Atl¨¢ntica, que hasta ahora siempre ha dejado un lugar prominente para lo que Schelling llam¨® "la amenaza de perder el control".
En tierra es dif¨ªcil evitar los da?os colaterales. En el aire, una explosi¨®n nuclear tendr¨ªa pocas probabilidades de llevar un claro mensaje al enemigo. En el mar, la situaci¨®n, es a¨²n m¨¢s complicada. Se ha hablado de que la OTAN recurrir¨ªa a las armas nucleares para frenar el avance del Pacto de Varsovia en una hipot¨¦tica guerra, mientras que llegan los refuerzos de Norteam¨¦rica. Pero este paso implicar¨ªa muy posiblemente que la guerra nuclear se ampliar¨ªa al ¨¢mbito mar¨ªtimo, donde con su ¨¦nfasis en los submarinos, la Uni¨®n Sovi¨¦tica goza de una clara superioridad en t¨¦rminos nucleares, con lo que disminuir¨ªan las posibilidades de que llegaran los refuerzos necesarios. Si, por otra parte, fuera la OTAN la que empezara sus ataques nucleares en el mar, la situaci¨®n ser¨ªa similar.
La guerra nuclear limitada es, pues, una posibilidad que va tomando d¨ªa a d¨ªa mayores d¨ªmensiones en el escenario europeo, con todas las consiguientes preocupaciones y tensiones.
La gran duda, su fuerza y su debilidad, sigue siendo, sin embargo, si se puede realmente limitar. La respuesta, como se ha apuntado, parece ser negativa; pero la niebla de la guerra es muy espesa.
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