Infecundidad responsable
Con el mayor respeto hacia las personas que protagonizaron la sesi¨®n, pero tambi¨¦n con la mayor firmeza ante alguna de las ideas expuestas en ella, no puedo por menos de dejar o¨ªr mi voz de madre realizando alg¨²n comentario sobre el debate que en relaci¨®n con la procreaci¨®n ha tenido lugar en Televisi¨®n.No soy ginec¨®loga ni te¨®loga, solamente soy madre; pero, sinceramente, opino que para hablar sobre el valor de la vida, ense?a mucho m¨¢s el haberla alumbrado que profundas reflexiones intelectuales sobre el tema. Este magisterio natural, diez veces experimentado, es el que creo que me da alg¨²n derecho -peque?o, pero inalienable derecho- a manifestar mis opiniones sobre esta materia.
Verdaderamente el enfoque negativo que se dio al tema pod¨ªa al menos chocar a muchas madres que hemos sentido, y digo sentido, porque se siente, se nota, la vida que se alumbra. Pero este estupor alcanz¨® seguramente su punto culminante cuando se introdujo en oposici¨®n al concepto de paternidad responsable el de infecundidad responsable, al parecer como ideal de una relaci¨®n matrimonial adultamente entendida.
Con toda seguridad que la conducta social en relaci¨®n con la procreaci¨®n no se puede cambiar en base a campa?as que preconicen los aspectos negativos del uso de los medios de anticoncepci¨®n habituales o con incentivaciones econ¨®micas que estimulen a los esposos a que sean generosos en su amor. Esta conducta social s¨®lo se puede cambiar educando al hombre, educando a la pareja, para que comprenda, si como consecuencia de esa educaci¨®n alcanza a comprenderlo, que no hay nada en el mundo m¨¢s hermoso que amar y vivir. Y este es el centro de la vida matrimonial, que se refleja en una actitud libremente querida de propiciar, como consecuencia de ese amor, una nueva vida. Dif¨ªcilmente una causa m¨¢s humana, m¨¢s enraizada en la propia naturaleza del hombre, como es el amor mutuo entre los esposos, puede tener una consecuencia m¨¢s hermosa como es un nuevo hijo.
Cuando se empiece a considerar en profundidad lo que significa continuarse en los hijos; cuando se comprenda lo que significa renunciar a muchos aspectos de la propia vida para generar otras vidas; cuando se tenga la certeza de que no hay nada en el mundo m¨¢s ¨²til que crear; cuando se piense que lo m¨¢s positivo que se puede hacer por un hijo es permitirle nacer, en ese momento se habr¨¢ terminado el problema de la procreaci¨®n. Y esto es lo que yo ech¨¦ de menos en el debate de Televisi¨®n, este aspecto positivo de la paternidad, paternidad que yo dir¨ªa que no solamente debe de ser responsable, sino ilusionada, pues, sin duda, cuando una va por la vida cogida de la mano de un hijo peque?o, sin importarle demasiado el n¨²mero que ese hijo haga entre los suyos, tiene la conciencia cierta, conciencia que no necesita apoyos teol¨®gicos o cient¨ªficos, porque adem¨¢s coincide con los planteamientos m¨¢s cient¨ªficos y teol¨®gicos de la vida, que est¨¢ haciendo lo mejor que en esa vida se puede hacer.
El sentido positivo que da a la vida el haber participado. activamente en crear otras vidas es el argumento fundamental que apoya mi tesis natalista, y este argumento es precisamente el que no se toc¨® en Televisi¨®n y es el que yo querr¨ªa transmitir desde estas l¨ªneas a tantos padres y madres que, seguramente, desde la c¨¢tedra natural de su experiencia, opinan como yo.
Este sentido de valor positivo que tiene el crear una vida, sin duda para los que nos sentimos cristianos, y son muchos los que en nuestro pa¨ªs as¨ª nos sentimos, puede alcanzar su punto m¨¢ximo cuando se piense que ese hijo, nacido del amor fecundo y libre de los esposos, puede llegar a conocer a Dios. Realmente si esta circunstancia se pone en la balanza de las consideraciones que han de matizar nuestra actitud matrimonial ante los hijos, dif¨ªcilmente nuestra actitud podr¨¢ ser negativa; es posible que no encontremos en ,la tierra un quehacer m¨¢s hermoso que el de ser padres./ de la Asociaci¨®n Valenciana para la Defensa de la Vida,
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