Andr¨¦u Alfaro presenta en Barcelona sus ¨²ltimas obras
El artista valenciano se halla en un momento crucial de su evoluci¨®n
Andr¨¦u Alfaro, escultor valenciano, reciente premio nacional de Artes Pl¨¢sticas, inaugur¨® el pasado d¨ªa 24 de noviembre una gran exposici¨®n de su obra reciente en la sala Gaspar, de Barcelona. Los hierros y las piedras sobre las que ha trabajado ¨²ltimamente el artista confirman la creencia -que se explica en el art¨ªculo de que sigue- de que Andr¨¦u Alfaro se halla en un momento crucial de la historia de su evoluci¨®n pl¨¢stica.
Exist¨ªa una cierta expectaci¨®n por ver las ¨²ltimas obras de Andr¨¦u Alfaro, reciente ganador del premio nacional de Artes Pl¨¢sticas en el apartado de Escultura. Siendo merecid¨ªsimo el galard¨®n, he de confesar, no obstante, que mi actual curiosidad por seguir la pista de Alfaro respond¨ªa a la intuici¨®n previa de que se hallaba ahora en un momento crucial de su evoluci¨®n pl¨¢stica. Un par de esculturas -Homenaje a Plat¨®n y Una palmera-, que pudieron verse la pasada temporada en Madrid, fueron suficientes para llegar al convencimiento apuntado; pero, con todo, era preciso verificar el desarrollo mel¨®dico completo de este par de notas fulgurantes.
Cuarenta piezas
Las cuarenta piezas exhibidas del Alfaro ¨²ltimo confirman las mejores esperanzas concebidas. El grueso de la exposici¨®n est¨¢ constituido, por una parte, por sutiles filamentos en hierro que desarrollan hasta el infinito esa magia cautivadora que ya nos sedujo al contemplar por primera vez Una palmera, que muy significativamente aparece ahora entronizada centralmente en la muestra de la sala Gaspar; pero, por otra, nos encontramos tambi¨¦n en ella con la sorpresa de un trabajo nuevo en piedra, comparativamente menor en cantidad, aunque no menos sugestivo.En cualquier caso, antes de comentar el encantamiento que nos produce lo que Alfaro est¨¢ haciendo hoy, no puede pasarse por alto todo lo que le hizo antes famoso a este escultor valenciano, nacido en 1929 y miembro, en los dif¨ªciles a?os cincuenta, del Grupo Parpall¨®. Desde entonces fue desarrollando con bastante honestidad y acierto, aunque sin compensaci¨®n social alguna, una obra proresivamente barroca, cuyo punto culminante se podr¨ªa situar en las ampulosas y envolventes estructuras de aluminio de los a?os setenta.
Pero he aqu¨ª que, al final de la pasada d¨¦cada, ya consagrado internacionalm ente, Alfaro inicia un camino de reflexi¨®n pl¨¢stica, que le lleva, por una parte, a sus or¨ªgenes, cuando realizaba esas sutiles y gr¨¢ciles siluetas caligr¨¢ficas, y, por otra, a la reconsideraci¨®n cr¨ªtica de los grandes maestros de la vaneuardia hist¨®rica ya consagrada.
B¨²squeda apasionada del meollo de las cosas
Se trata indudablemente de un proceso de purificaci¨®n por el que este apasionado y sensual temperamento meridional trata de quedarse con el meollo esencial de las cosas. Este ir en pos de las esencias configuradoras podr¨ªa compararse desde luego con el filtro anal¨ªtico de los minimal, aunque quedarse ah¨ª ser¨ªa olvidarse a su vez de la existencia previa de aquella antigua receta cl¨¢sica de equilibrio entre la raz¨®n y el sentimiento, de las pautas normativas que tradicionalmente han extra¨ªdo en el Occidente meridional resonancias musicales mediante la aplicaci¨®n medida del ritmo y armon¨ªa formales. En este sentido, no puede desde?arse la admiraci¨®n que Alfaro ha manifestado siempre por ese perfecto paradigma cl¨¢sico-rom¨¢ntico de la cultura occidental que fue Goethe. Como ¨¦l, Alfaro parece imantado por la poes¨ªa parad¨®jica de las esencias carnales, la a?oranza y el deseo de una reconciliaci¨®n entre la claridad y el sentimiento, la contemplaci¨®n y la vida.
Recrear las l¨ªneas maestras del arte
?C¨®mo verlo y sentirlo en su obra actual? Empezando por el trabajo en hierro, se?alar¨¦ que Alfaro recrea tres l¨ªneas maestras: la que dej¨® insinuada en su obra final Julio Gonz¨¢lez, cuando se qued¨® en los a?os treinta con la quintaesencia de las siluetas geom¨¦tricas del hierro; la del mel¨®dico linealismo ondulatorio de la tradici¨®n dec¨®, que llev¨® hasta su m¨¢s expresivo gracejo Gargallo, y finalmente, la de la l¨®gica cristalina de los constructivistas del tipo Pevsner, Gabo o Tatlin. En cuanto a la piedra -m¨¢rmol blanco o rosa-, que a veces Alfaro pule con refinado mimo o raya con la gradina, la evocaci¨®n m¨¢s firme es la de Brancusi, maestro soberano de la letra y la m¨²sica de la pl¨¢stica contempor¨¢nea.Con este horizonte en lontananza, la dicci¨®n expresiva de Alfaro se muestra fasciante, abierta y original¨ªsima. Podr¨ªa haber dedicado un amplio comentario individual a cada una de las piezas que exhibe en la sala Gaspar -al final no me ha dado ni tan siquiera tiempo de citarlas por su nombre- y por ello me resultar¨ªa verdaderamente insoportable el fracaso de no haberles podido transmitir la profunda emoci¨®n que siento ante la escultura actual del artista Andr¨¦u Alfaro.
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