Escepticismo en la URSS sobre la negociaci¨®n de desarme
En la capital sovi¨¦tica no se detecta excesivo entusiasma por las conversaciones sobre el desarme que representantes de los Gobiernos de la URSS y Estados Unidos iniciar¨¢n ma?ana en Ginebra. A pesar de los efectos moderadamente lenitivos que ha tenido la reciente visita a Bonn del l¨ªder sovi¨¦tico Le¨®nidas Breznev, en medios pol¨ªticos de Mosc¨² no se tienen grandes esperanzas de que las conversaciones ofrezcan resultados inmediatos.
No obstante, la postura oficial rezuma optimismo a largo plazo. Con la bien arraigada creencia de que la URSS y EE UU "est¨¢n condenados a entenderse", los dirigentes del Kremlin tratan de dejar bien claro que otros momentos cr¨ªticos en las relaciones entre Este y Oeste se terminaron saldando, con compromisos.Para ilustrar su optimismo con un ejemplo, los sovi¨¦ticos suelen recurrir al recuerdo de las conversaciones SALT II, que lograron concluirse despu¨¦s de un largo proceso de elaboraci¨®n. Pero este mismo ejemplo les sirve tambi¨¦n para expresar su desconfianza respecto a la disposici¨®n de Estados Unidos para cumplir con sus compromisos internacionales. Washington no ratific¨® las SALT II, y en los medios pol¨ªticos moscovitas -a pesar del optimismo oficial- no se descarta que los futuros acuerdos de Ginebra se terminen convirtiendo tambi¨¦n en papel mojado.
El jefe de la delegaci¨®n negociadora sovi¨¦tica es un hombre con fama de duro. Yuli Kvitzinski, 45 a?os, es un experto diplom¨¢tico que tendr¨¢ que hacer frente a las buenas dotes de su rival de la delegaci¨®n norteamericana, el no menos duro Paul Nitze. Kvitzinski es de origen polaco y se dedica a la diplomacia desde la d¨¦cada de los sesenta. Por aquel entonces comenz¨® a trabajar en la Embajada de la URSS en Bonn, en donde lleg¨® a ser el n¨²mero dos.
Tom¨® parte en las negociaciones del acuerdo de Berl¨ªn (1972) y fue precisamente el tema de Berl¨ªn Occidental el que eligi¨® para realizar su tesis doctoral. Kvitzinski ha estado destinado tambi¨¦n en el Ministerio sovi¨¦tico de Asuntos Exteriores, encarg¨¢ndose de las cuestiones de Europa del oeste.
En Mosc¨² no se relaciona el hecho de que Kvitzinski haya realizado parte de su carrera en la Rep¨²blica Federal de Alemania con el papel de int¨¦rprete, que el Gobierno de Bonn va a seguir realizando durante las conversaciones de Ginebra. Las vinculaciones del jefe de la delegaci¨®n sovi¨¦tica con la RFA son m¨¢s bien fruto de una relativa casualidad: la Embajada de la URSS en Bonn es uno de los m¨¢s selectos viveros de la diplomacia del Kremlin.
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