El paso de la r¨ªa bilba¨ªna
En pocos meses me han sucedido peripecias verdaderamente execrables y no s¨¦ a qui¨¦n recurrir. A los partidos pol¨ªticos, por lo que se ve, no les interesa m¨¢s que ganar clientela, haciendo pasar a ¨¦sta por un croquis predeterminado que en ocasiones no se ajusta a la realidad social y evidenciando su necesaria adaptaci¨®n a los problemas vigentes. Como le digo, en poco tiempo me han dado en un bar de Bilbao un pastel podrido que tuve que pagar -cintas ensalitradas recorr¨ªan su negra superficie-, alg¨²n taxi que he tomado para acudir al hospital de Basurto me ha cobrado de m¨¢s sin mostrarme el tax¨ªmetro ni la lista de precios, etc¨¦tera. ?A qui¨¦n debo recurrir en estos casos?Quer¨ªa conientarle de paso otro asunto del que nadie se responsabiliza. Diariamente tengo que atravesar la r¨ªa bilba¨ªna varias veces. La Rep¨²blica hab¨ªa comenzado a construir un puente que enlazase ambas rn¨¢rgenes, posibilitando el acceso de veh¨ªculos y transe¨²ntes. En la actualidad s¨®lo existe un museo de curiosidades llamado puente colgante y, unas pocas lanchas de pasaje. Los autom¨®viles deben de esperar horas para poder atravesar escasas decenas de metros de recorrido. En Holanda, por poner un ejemplo que conozco personalmente, hay r¨ªos mucho m¨¢s anchos que son atravesados por carreteras submarinas: con varios carriles, con aceras para los peatones. Aqu¨ª la comunicaci¨®n entre ambas m¨¢rgenes ha dejado de ser un problema de fuguillas impacientes para convertirse en un problema econ¨®mico de primera magnitud, dado el volumen de mercanc¨ªas y de asuntos que paraliza el dichoso puentecito. Pero ni al Gobierno vasco ni a la Administraci¨®n central parece llegarles la trascendencia de esta v¨ªa de comunicaci¨®n obsoleta./
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