Agon¨ªa de un pueblo
Lo m¨¢s grave del drama de Polonia es que se trata de un problema que no tiene soluci¨®n. O que no parece tenerla, al menos hoy. A¨²n no sabemos de qu¨¦ lado caer¨¢ la moneda. Pero s¨ª sabemos que, aun los m¨¢s optimistas, se limitan a desear que no ocurra lo peor. ?Una vez m¨¢s Polonia va a ser v¨ªctima de su terrible destino de pueblo colocado en el centro del gran cascanueces de la Historia, aplastado por ¨¦ste o por aquel imperio, pero siempre aplastado?A¨²n resultan m¨¢s amargas estas consideraciones si se piensa que su drama est¨¢ sirviendo para muchas cosas, pero no para dar la felicidad a los polacos. Est¨¢ sirviendo como ¨²ltima prueba -por si alg¨²n ciego la necesitaba- de que el sistema comunista es incompatible con la libertad. Est¨¢ mostrando que era un hermoso sue?o unir el socialismo marxista con el humanismo cristiano. Ha vuelto a demostrar que la libertad es indilvisible y que all¨ª donde se abre paso una libertad - la de Prensa, la de sindicatos, la de opini¨®n- ¨¦sta exige el nacimiento de todas las dem¨¢s libertades. Ha mostrado hasta la saciedad el tremendo fracaso econ¨®mico del modelo que Rusia quiere implantar en sus pa¨ªses sat¨¦lites. Pero ?de qu¨¦ servir¨¢ a los polacos haber sido hist¨®ricamente tan ¨²tiles?
Checos y h¨²ngaros se alzaron, y su aplastamiento result¨® inevitable y el mundo lo vio como algo tristemente l¨®gico. Lo intentan hoy los polacos y parece que tambi¨¦n ellos se han anticipado a la historia. Hoy ni en Rusia se cree ya en la viabilidad del sistema comunista. Pero es esa falta de fe lo que hace que los nuevos zares se sientan m¨¢s necesitados de ajustar sus tomillos militares. Rusia no va a tolerar hoy una Cuba clavada. en sus entra?as. Occidente puede permitirse ese lujo sin venirse abajo. Rusia, no. Rusia sabe que tras Polonia vendr¨ªan todos los dem¨¢s. Y lo sabe ahora mejor que nunca, precisamente porque ideol¨®gicamente nunca estuvo tan insegura. Tendr¨¢ que mantener las consecuencias de Yalta con u?as y dientes, con tanques y ametralladoras. Aunque tuviera que imponer reg¨ªmenes militares en todos los pa¨ªses sat¨¦lites y quiz¨¢ -el futuro hablar¨¢ de esto- en su propio territorio ruso.
As¨ª las cosas, ?no le queda a Polonia otra salida que dejarse arnordazar? Una vez m¨¢s la historia muestra que, en un problema mal planteado, todas las soluciones son equivocadas. Y el problema se plante¨® definitivamente mal en Yalta, vendiendo media Europa a cambio de una falsa paz.
Porque s¨®lo falsas soluciones puede tener el problema que el mundo contempla. Jaruzelski es una falsa soluci¨®n. Lo dijimos hace unos d¨ªas: ning¨²n pa¨ªs funciona a la larga con fusiles dentro de las f¨¢bricas, con fusiles en las calles. Tampoco es una soluci¨®n definitiva el artificial montaje que dur¨® los meses pasados con los continuos di¨¢logos entre el sindicato, la Iglesia y el partido. Antes o despu¨¦s la cuerda se romper¨ªa por alg¨²n lado y se romper¨ªa antes cuanto m¨¢s creciese la fuerza de Solidaridad. ?Volver, entonces, a la Polonia del 79, a continuar con la farsa de un sindicato que a nadie representaba, de un partido que se llamaba obrero, pero era. repudiado por los trabajadores, de una amistad oficial con Rusia, cuando el odio de los polacos a lo ruso es parte sustancial de su alma? ?Se volver¨¢ a condenar al pueblo polaco a ser patriota, pero jam¨¢s independiente; a ser cat¨®lico, pero estar dirigido por un partido oficialmente ateo? ?Tendr¨¢n que seguir amando una libertad que jam¨¢s disfrutan y odiando a una Rusia a la que necesitan ( ...).
22 de diciembre
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